Cine

Guillermo del Toro reivindica en Venecia el derecho a la diferencia

Con 'Frankenstein', producida por Netflix, el cineasta mexicano aspira a ganar el segundo León de Oro.

Guillermo del Toro
30/08/2025
3 min

VeneciaOcho años después de llevarse el León de Oro del Festival de Venecia por La forma del agua, Guillermo del Toro ha vuelto hoy a la muestra dispuesto a repetir el éxito con su versión de Frankenstein, de Mary Shelley. Y, de entrada, cabe decir que estas dos fábulas siniestras dirigidas por el mexicano comparten un aura gótica, el referente shakespeariano de Romeo y Julieta y un trasfondo cristiano. "Para mí, la historia de Frankenstein ha sido como una religión –ha confesado Del Toro en la rueda de prensa de la película–. Me criaron en el catolicismo, pero de pequeño no acababa de entender lo que era un santo. Pero entonces descubrí a Boris Karloff haciendo del monstruo y entendí lo que era un mesías". Del Toro llevaba más de dos décadas intentando hacer su versión de ese mito del terror, y lo ha dirigido cuando ha tenido "los medios para hacerla en la escalera que quería hacer", "y ahora que está acabada me toca".El laberinto del fauno.

Jacob Elordi

Si la cinefilia siempre ha defendido que los grandes cineastas hacen la misma película una y otra vez, con ligeras variaciones, entonces Del Toro merece ser considerado un autor total. De hecho, con su espectacular Frankenstein, el director de Hellboy vuelve a construir un universo fantástico que le sirve para celebrar la singularidad y la inocencia humanas, y para denunciar el carácter despótico de las poderosas, institucionales y normativas figuras. "Vivimos una época marcada por el terror y la intimidación, y la única solución posible es el amor y la compasión", ha reclamado Del Toro, quien también ha reconocido que el suyo Frankenstein es una película muy autobiográfica, en la que defiende "el derecho a ser imperfecto". En sintonía con su discurso, Del Toro convierte al personaje de Victor Frankenstein, el prometeico creador de vida, en el malvado de la ficción, mientras que la criatura surgida de la ambición ególatra del científico brilla como una sublimación de la candidez y la ternura.

La edad de la inocencia

Para explorar las claves del Frankenstein de Del Toro, es revelador observar cómo el director de Cronos se mantiene fiel a la estructura de la novela de Mary Shelley, con el prólogo y ambas partes centradas en las peripecias de Victor Frankenstein, encarnado por un enérgico Oscar Isaac, y de la criatura, un Jacob Elordi que combina la suavidad y la brusquedad en una interpretación excelente. Sin embargo, Del Toro altera la narración a placer y construye una oda transparente al candor primigenio del ser humano y su corrupción en manos de las fuerzas sociales. En este sentido, llama la atención la negativa de Del Toro a otorgar a su Victor Frankenstein gracia alguna, ni siquiera el amor recíproco que el científico compartía con Elizabeth en la novela original.

Por su parte, la criatura cosida y vuelta a la vida asume una voz narrativa primordial, mientras que su hambre homicida se ve reducida a la mínima expresión. Además, debe tenerse en cuenta la caracterización de la criatura, que permite al espectador apreciar su fisonomía y complexión humanas, en detrimento de la deformidad que se imponía en las figuras humanoides que encarnaron a Boris Karloff y Robert De Niro en las adaptaciones de James Whale y Kenneth Branagh respectivamente. Para Del Toro, la criatura "es como un recién nacido". "Quería reforzar la belleza del personaje, por eso lo he diseñado como si fuera una majestuosa estatua de marfil o alabastro. No quería que la criatura se viera recosida. Me la imagino como una obra de arte", explicó. Este resplandor estético encaja con la dimensión psicológica y simbólica del personaje, incapaz de matar a una mosca si no es en defensa propia. Así, Elordi da vida a un personaje que remite a la figura del buen salvaje de Rousseau, un emblema impoluto de una inocencia interrumpida por la brutalidad del mundo supuestamente civilizado.

Para acabar de definir el monstruo bondadoso, Del Toro ha recurrido a la memoria personal: "De pequeño, me preguntaba por qué Victor Frankenstein no había construido su criatura a partir de dos mitades de cuerpos, o quizás tres. ¿Por qué tantos trozos? Para explicar esto, en la película, vemos que Victor debe recurrir a trozos de trozos de trozos de guerra. Es por eso que esta nueva versión de Frankenstein transcurre a mediados del siglo XIX, durante la Guerra de Crimea. Esta alusión, por parte de Del Toro, en la barbarie de los conflictos bélicos ha encontrado un eco en la numerosa manifestación (10.000 personas, según la organización) contra la Guerra de Gaza que ha recorrido esta tarde las principales calles del Lido de Venecia.

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