Cine

El terror histórico de una sociedad ultrarreligiosa triunfa en Sitges

La austríaca 'El baño del diablo' gana el premio a la mejor película del festival

SilosEn la gran triunfadora de esta edición del Festival de Sitges no hay monstruos ni criaturas sobrenaturales. En El baño del diablo, que tanto el jurado de la sección oficial como el de la crítica y el jurado Carnet Jove han proclamado merecidamente como mejor película de esta edición, el terror proviene de una sociedad patriarcal y ultrarreligiosa que reserva a las mujeres la maternidad como único papel. Una sociedad que no contempla peor pecado que el suicidio y que, por tanto, ofrece a las víctimas de la depresión profunda una alternativa escalofriante: asesinar a una criatura inocente para así ser detenidas, absueltas del pecado por un sacerdote y, finalmente, condenadas a muerte; un plan infalible para evitar la condena en el infierno de los suicidas.

Los directores austríacos Severin Fiala y Veronika Franz se inspiran en la epidemia de este tipo de suicidios indirectos –la mayoría de mujeres– que se ha documentado en varios países de Europa central durante los siglos XVII y XVIII y, concretamente, en los casos de Agnes Catherina Schickin y Eva Lizlfellnerin. Esta última lanzó a un niño de dos años a un río desde un acantilado y a continuación se entregó a las autoridades. Con esta escena desesperada y brutal arranca El baño del diablo, que después sigue los pasos de Agnes, desde la ilusionante llegada a una comunidad rural para casarse con un hombre que apenas conoce hasta la inexorable caída en el pozo de la depresión, abrumada por las exigencias y expectativas de una sociedad rígida y marcada por el dogma religioso en el que su luz se va apagando poco a poco.

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Franz y Fiala forman una curiosa pareja de directores a los que une la figura de su productor, el prestigioso cineasta austríaco Ulrich Seidl, compañero de Franz (con ella escribe todos sus guiones) y tío de Fiala. Se dieron a conocer en Sitges en el 2014 con Goodnight mommy, el Méliès de Plata de aquella edición, que diseccionaba la institución familiar con un terror incisivo y perturbador con ecos de Michael Haneke, y regresaron al festival en el 2019 con La cabaña siniestra (The lodge), que insistía en las claves de su debut con un reparto internacional liderado por Riley Keough. En su cine hay rigor y contención, pero no rehúyen los momentos de impacto y el efectismo cruento. El baño del diablo, en cualquier caso, es su mejor película, tanto por la fascinante reconstrucción que hace de la sociedad rural austríaca del siglo XVIII, desde los rituales de la pesca del siluro hasta la tenebrosa vida doméstica, como por la estremecedora recreación del vía crucis de Agnes, que encarna a una impresionante Anja Plaschg, artista de dark pop bajo el sobrenombre Soap&Skin que también firma la banda sonora del filme.

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Cine asiático y premios interpretativos

En el palmarés de la competición oficial hay una presencia importante del cine popular asiático –tradición arraigada en el ADN de Sitges– con el premio especial del jurado para el terror sobrenatural de Exhuma, de Jang Jae-hyun, el fenómeno de la taquilla coreana (lo han visto 12 millones de personas en Corea del Sur), y el premio a la mejor dirección para Soi Cheang por Twilight of the Warriors: Walled In, producción de Hong Kong que mezcla el neonoir y las artes marciales y que también ha batido récords de taquilla en su país. El disputado premio a la mejor interpretación femenina –se lo podría haber llevado perfectamente la Anja Paschg de El baño del diablo, la Amy Adams de Canina o la Willa Fitzgerald de Strange darling– ha sido finalmente para Kristine Froseth por el sorprendente thriller de ciencia ficción en bucle Desert road. En cambio, parece bastante indiscutible elex aequo del primero a mejor actor para dos gigantes de la interpretación como Geoffrey Rush –Gran premio de Honor de esta edición– y John Lithgow, coprotagonistas del angustioso thriller geriátrico The rule of Jenny Pen.

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El premio a mejor guion se lo ha llevado con justicia Aaron Schimberg por la oscura tragicomedia sobre identidades y monstruos A different man, y el de mejor fotografía otra de las películas de esta edición, Strange darling, thriller de asesino en serie lleno de giros que subvierte las expectativas del espectador con eficacia suficiente para haber ganado también el premio del público. Completan el palmarés el premio a la mejor música para el folk horror irlandés de Fréwaka y el de los mejores efectos especiales para el body horror entre cuerpos y objetos de Else, un original cuento de terror moderno que también lleva el premio de la crítica a la mejor opera prima.