Woody Allen: "He tenido mucha suerte en la vida. Espero que todo siga así"
El cineasta neoyorquino presenta fuera de competición 'Golpe de suerte', su primera película hablada en francés
VeneciaDurante años, la Mostra de Venecia fue el puerto de llegada de las películas de Woody Allen en Europa, una relación entre el cineasta y el festival que se inauguró en 1983 con la presentación de Zelig. Cuarenta años después, cuando el certamen veneciano celebra su octavo aniversario, el cineasta neoyorquino vuelve al Lido para presentar su cincuentena película, Golpe de suerte, la primera hablada en francés. Todo ello ilustra lo prolífica que es la carrera de un cineasta tocado por un indudable genio creativo y, según él mismo, por la fortuna. "He tenido mucha suerte en la vida", ha comentado Allen ante la prensa acreditada. "Tuve dos padres cariñosos, buenos amigos, una mujer que me quiere, dos hijos... En poco tiempo cumpliré 88 años y nunca he tenido que ingresar en un hospital. La gente ha sido generosa comprendiendo mis limitaciones y dedicándome elogios desmedidos. Espero que todo siga así. Pero aún es mediodía, nunca se sabe”, ha rematado Allen haciendo gala de su eterna ironía.
Las reflexiones del cineasta sobre su condición de hombre afortunado vienen a cuento por la temática de su nuevo filme, una meditación sobre el peso de las casualidades en el destino de las personas. “Golpe de suerte pertenece al mismo género que Match point, en el sentido de que ambas exploran la caprichosa dimensión del azar, un factor que tiene mucho más impacto en nuestras vidas de lo que queremos pensar”, sostiene. El filme sigue las peripecias de la joven Fanny (Lou de Laâge), casada con el adinerado Jean (Melville Poupaud), un hombre marcadamente controlador. La pareja convive plácidamente hasta que un día Fanny coincide por la calle con Alain (Niels Schneider), un antiguo compañero del instituto que estuvo enamorado de ella. El encuentro generará un torrente de emociones y giros narrativos que llevarán la película hacia el thriller criminal, con puntos de drama familiar y humor negro. Unos ingredientes que Allen combina para construir un homenaje a la capital francesa y al cine de la Nouvelle Vague. “Desde joven adoro las películas de François Truffaut, Jean-Luc Godard y Alain Resnais, y ahora quería sentirme cerca de estos cineastas, por eso decidí rodar Golpe de suerte en francés”, ha explicado.
El director de Medianoche en París ha asegurado que dirigir a sus actores sin entenderlos del todo no había supuesto un problema, pero viendo Golpe de suerte cuesta no pensar que la película se habría beneficiado de un trabajo de dirección más riguroso. El filme abraza el interés de Allen por la absurdidad y la fatalidad, pero el resultado final sufre de cierta dejadez en las formas, algo esencial en una película que pretende jugar con el suspense. Sería una lástima que fuese la última película de Allen, que contestó a los rumores de retirada con una nueva muestra de ironía: “Tengo una muy buena idea para una película ambientada en Nueva York. Si alguien aparece de las sombras, me da el dinero para hacerla y después me deja trabajar a mi modo, entonces sí, haré una nueva película en Nueva York”.
La delicadeza de Sofia Coppola
Trece años después de ganar el León de Oro de la Mostra con Somewhere, Sofía Coppola ha presentado en Venecia Priscilla, su esperado biopic de la mujer de Elvis Presley. Basada en la autobiografía de Priscilla Beaulieu Presley titulada Elvis & me, la película arranca en 1959, cuando a los 14 años la joven tejana se convirtió en el objeto de atención de quien ya era considerado el rey del rock & roll. A partir de ahí, la directora de Las vírgenes suicidas pone toda su delicadeza al servicio del retrato de la inocencia de Priscilla, a quien da vida Cailee Spaeny, vista en el drama policiaco de la HBO Mare of Easttown. Una ingenuidad que se vio rasgada por la severa cosificación que sufrió Priscilla a manos de Elvis, su entorno y el conjunto de una sociedad patriarcal.
Temáticamente, Priscilla se suma a títulos como Pobres criaturas de Yorgos Lanthimos (vista en Venecia) y Creatura de la catalana Elena Martín (presentada en Cannes) en su estudio del deseo sexual femenino, que Sofía Coppola muestra absolutamente castrado por la obsesión de Elvis por santificar a su compañera sentimental. La lástima es que, en su inmenso respeto por la protagonista, la directora de María Antonieta no se atreve a apartarse ni un milímetro del pudor y la sobriedad, factores que no permiten que la película fulgure emocionalmente. Coppola sabe diseccionar la terrorífica normalización de una situación de abuso psicológico, pero la mezcla de contención y fascinación de la cineasta acaba convirtiendo Priscilla en una oda reiterativa y elíptica al desamparo de la protagonista.