Woody Allen quiere volver a dirigir a Trump en una película: "Podría hacer maravillas"
El cineasta estadounidense afirma que el actual presidente estadounidense tiene mucho talento como actor
BarcelonaEn Woody Allen le gusta Donald Trump, como actor. El cineasta estadounidense ya contó con Trump en la película Celebrity (1998) y ha afirmado que le gustaría volver a dirigirle: "Si me dejara, creo que podría hacer maravillas", ha asegurado. Allen, que tiene 89 años, lo ha explicado en el podcast Club Random, del cómic y presentador Bill Maher. A Trump le habrá hecho gracia, porque ha compartido la noticia en su red social, Truth Social.
Allen ha asegurado que fue un placer trabajar con Trump, que entonces era un magnate de los negocios. "Es muy buen actor", ha dicho. No es el único elogio que le ha hecho. "Trump fue muy educado y acertó de lleno", afirmó. Según Allen, lo hacía todo "muy bien" y tiene "talento para el mundo del espectáculo". Aún así, el cineasta ha querido aclarar que en las elecciones del pasado noviembre él votó a la candidata estadounidense Kamala Harris. De hecho, ha precisado que está en desacuerdo con Trump en el "99 por ciento" de los temas, pero ha insistido en su admiración por su talento interpretativo. Entre otras cualidades, ha dicho que es "convincente" y "carismático".
Para el cineasta es un misterio que Trump se haya querido dedicar a la política: "Solo son dolores de cabeza, decisiones críticas y agonía". Allen no entiende que un hombre con el que solía coincidir en los partidos de los Knicks y al que le gustaba jugar al golf y ser juez de concursos de belleza quiera gobernar un país y lidiar con problemas políticos. Maher, ante la insistencia de Allen para volver a dirigir a Trump en una película, ha dicho que haría una llamada.
La verdad es que a Trump, cuando sólo se dedicaba a los negocios, le gustaba hacer cameos. La crítica no tiene la misma opinión que Allen. En la película Los fantasmas no pueden hacerlo (1989), Trump negociaba con dureza con el personaje que interpretaba a la actriz Bo Derek, que tenía el asesoramiento del fantasma de su marido (Anthony Quinn). Con esta película, el actual presidente estadounidense ganó un Razzie, los premios que reconocen las peores actuaciones.