Love of Lesbian: "Si Dalí hubiera tenido Twitter no habría hecho ni la mitad de obra"

Love of Lesbian:Oriol Bonet, Santi Balmes, Juliàn Saldarriaga y Jordi Roig
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BarcelonaLove of Lesbian están en plena campaña de promoción del disco Viaje épico hacia la nada (V.E.H.N.) (Warner, 2021), pero es inevitable hablar primero del concierto en el Palau Sant Jordi del 27 de marzo. El 50% del grupo, Santi Balmes y Jordi Roig, responden sentados en una sala de los estudios Aclam, en la calle Consell de Cent de Barcelona. Antes de hacer las preguntas, sin embargo, había que pasar un test de antígenos, como en el Sant Jordi.

¿Qué hicisteis justo después de acabar el concierto del Palau Sant Jordi?

Santi Balmes: Hubo un abrazo muy intenso. Fue un cúmulo de sensaciones que trascienden un concierto normal: pasó una cosa que será recordada durante muchos años. Recuerdo que pensé: "¿Cuántas veces nos lo preguntarán en entrevistas y cuántos años se seguirá hablando de este bolo mítico?" Estaba claro que se respiraba un ambiente de esperanza. Fue catártico.

También hubo gente que criticó que se hiciera el concierto. ¿Cómo gestionasteis las críticas que decían que era imprudente?

S.B.: Entendemos que si no leías del todo cómo estaba organizado, según qué titulares te podían llevar a pensar que aquello era un acto muy inconsciente y kamikaze. Pero te sorprenderías de la cantidad de médicos y enfermeros que asistieron al concierto, muchísimos.

Jordi Roig: Toda la presión que tuvimos la semana antes fue tan bestia... Pero nadie se puso enfermo. Esto era lo que más me preocupaba, porque habría sido ridículo querer demostrar que la cultura es segura y que alguien del grupo se pusiera enfermo. Esto habría sido una noticia superperjudicial para la iniciativa. Preguntabas qué hicimos... Cuando llegamos al camerino fue: "Bueno, ¡por fin!"

Portada del disco 'Viaje épico hacia la nada', de Love of Lesbian

Este sentimiento de esperanza contrasta con el tono del disco nuevo, que no es precisamente esperanzador.

S.B.: Bueno, corresponde más a la última canción del disco, El paso. ¿Sabes a qué corresponde? A la portada del disco. Nosotros nos sentimos como la persona que está sola en el trampolín. Sobre todo unos días antes del concierto nos sentíamos así, preguntándonos qué pasará.

J.R.: Cuando nos lo propusieron teníamos muchas dudas porque una propuesta así es muy arriesgada. Como pasa en el fútbol, si todo sale bien los méritos son de los jugadores pero si sale mal toda la culpa es del entrenador. Y en este caso teníamos la sensación de ser el entrenador: "Si esto sale mal el único nombre que habrá ahí delante será el nuestro". Era muy arriesgado, pero quizás era el momento de dar el paso y demostrar cierta valentía, porque es muy fácil quedarte en el sofá y esperar que los otros lo resuelvan todo.

¿Qué historia tiene la portada del disco?

S.B.: Es de Javier Jaén. Tiene el taller en Gràcia. Queríamos salir del barroquismo de Sergio Mora de El poeta Haley y contar con un diseño contundente, nítido. Él es especialista en trabajar con dos conceptos a veces antagónicos y que generan un efecto visual muy demoledor, y propuso esta idea de vértigo, de dar el paso, que es lo que hicimos en el Sant Jordi. Todo el disco, sobre todo la parte final, está impregnado de esta idea de dar el paso. Quedarnos estáticos era la peor de las opciones. Alguien lo tenía que hacer y ojalá que esto sea un primer paso para que el mundo de la cultura siga encontrando maneras de hacer, a pesar de que insistimos en que el protocolo que se utilizó ahí se tiene que seguir al pie de la letra.

Parece imposible hablar del disco sin volver al concierto, ¿verdad?

J.R.: Es que el impacto que ha tenido el concierto es más fuerte de lo que pensábamos. Ya éramos conscientes de que se hablaría de ello, pero el jueves estuvimos haciendo promoción internacional y los periodistas mexicanos, chilenos y argentinos también lo tenían muy presente.

S.B.: Un periodista, de cachondeo, nos dijo: "Sois el grupo más taquillero del mundo". Y ves portadas de diarios en México que dicen: "El grupo que sobrevivió a un concierto masivo". No me lo creía... De repente te encuentras con un guion que no estaba previsto.

J.R.: De hecho, nosotros lo que teníamos claro es que no teníamos que hacer el concierto, imagínate. Y estábamos convencidos los cuatro.

S.B.: Pero Love of Lesbian pensó lo contrario.

J.R.: Últimamente hay cosas que las decide Love of Lesbian, una entidad que está por encima de nosotros cuatro y que, afortunadamente, toma las decisiones.

¿Tenéis cuantificado cómo os ha afectado la pandemia económicamente?

S.B.: Teniendo en cuenta ocho meses de atraso... Un sueldo anual de los cuatro seguro. Menos mal que teníamos ahorros.

J.R.: Piensa que la gira tendría que haber empezado en noviembre del año pasado y no empezará hasta mayo-junio. Tienes que hacer equilibrios porque los discos no se venden, se consume más música pero de otro modo, y lo que le llega al artista del consumo es cada vez más pequeño. Todo ello ha demostrado la fragilidad del sector. Había cosas que dábamos por hechas, como que Love of Lesbian era una roca intocable, y te das cuenta de que tienes la misma vulnerabilidad que en cualquier otro trabajo. Los músicos fuimos los primeros en sufrir las restricciones y seremos los últimos en recuperar cierta normalidad. Y eso que en los conciertos es donde más se cumplen todas las normativas.

Empezáis el disco con Viaje épico hacia la nada, una canción dedicada a una persona que se suicidó.

S.B.: Viaje épico hacia la nada es mi definición de la vida; me sabe mal decirlo, pero la vida está basada en autoengaños. A menudo el amor es un autoengaño muy fuerte que nos hemos creado. La sensación de que tu trabajo es tan importante también es un autoengaño. Y todo acaba convirtiéndose en un viaje épico para dar un poco de contenido a una cosa bastante absurda que es la vida, y bastante aleatoria. A partir de aquí, que alguien decida voluntariamente avanzar los acontecimientos te hace plantear muchas cosas. Con esta persona habíamos perdido el contacto hacía unos años, pero con la gente con la que empezaste a tocar cuando tenías 16-17 años hay como un sello a fuego porque forman parte de uno de los momentos más determinantes de tu vida. Ver cómo una persona con talento, que tenía de sobra, por falta de fe en si mismo decide rendirse en este sentido y emprender una vida normal, mientras que tú has seguido haciendo poco más o menos lo que habíamos soñado cuando teníamos 16 o 17 años... Hay tantísima gente que se ha quedado por el camino en el mundo de la música, tanta, que cuando piensas que hay alguien que sí valía para eso y lo que hizo fue rendirse, pues te hace pensar que no todo es talento, que a veces es constancia. Y después viene la segunda parte: que quizás tomando un café con él quizás no lo habría hecho. Con las personas con las que no compartes trabajo ni agendas acabas cogiendo una distancia en el día día, e indefectiblemente piensas que si no sabes nada de una persona es que está bien. Y estas personas, cuando acaban dando este paso, te pillan a traición. El paso está reflejado en muchos sentidos en el disco.

¿Uno de los pasos es dejar atrás las reflexiones sobre la creatividad artística que había en el disco anterior?

S.B.: Sí.

¿Y también habéis dejado atrás el amor? Hay poco, en este disco.

S.B.: Poco, sí. Quizás Escuela de danza aérea, Cosmos (antisistema solar) y para de contar. Después está el deseo sexual, que sería El sur. Quizás me interesaba tratar otros temas.

J.R.: Desde el disco anterior, como banda, hemos dado algunos pasos obviamente que no son de la trascendencia como el paso al que hace referencia Viaje épico hacia la nada, que es un paso definitivo sin marcha atrás. Pero en los últimos cuatro años ha habido cambios internos y decisiones que se reflejan en el disco.

S.B.: Decisiones duras.

J.R.: Hemos tardado mucho. Hemos tenido la banda inmovilizada internamente durante muchos años a la hora de tomar decisiones. Nos costaba mucho. Nos conocemos desde el instituto, y esto crea unos vínculos que parecían inamovibles y después te das cuenta de que no es así...

Joan Ramon Planell se marchó del grupo hace cuatro años...

J.R.: Sí, dentro de este periodo que comento.

Y el otro cambio es el del management: habéis dejado Music Bus y ahora trabajáis con Panda Artist (que representa a músicos como Ana Tijoux, KOP, Lendakaris Muertos y Non Servium) e Industria Works (que lleva a América a artistas como Mala Rodríguez y Fuel Fandango).

J.R.: Sí, y no ha sido fácil.

S.B.: Conlleva un conflicto legal, económico.

¿Por qué este cambio de management?

J.R.: Hay un contrato de confidencialidad que nos impide hablar... Simplemente es un cambio de etapa. Cuando llevas diez años trabajando con una empresa se crean unos vínculos y una manera de hacer, y había ganas de trabajar con otro método.

S.B.: Digamos que somos una banda demasiado inquieta como para entumecernos y vivir de hechos pasados. Somos una banda muy viva, empujamos mucho... Hay alguien que nos supera, en este sentido, que es La Pegatina, que son un torrente de energía.

També hay cambios en la sonoridad del disco. Sobre todo en la primera parte, hay mucha guitarra con slide...

S.B.: Es que en el disco colabora David Soler. Le da un ambiente más de road movie. Ver a David Soler grabando es un espectáculo. Es como un científico loco.

J.R.: Y no le pones ninguna restricción. Sí es cierto que, respecto a El poeta Halley, ha habido un paso adelante a nivel de sonido, y cada uno ha explorado más su instrumento.

S.B.: Y también hemos escuchado más a grupos como Delta Spirit y The War donde Drugs. Juli [Julián Saldarriaga], sobre todo, es muy fan de Delta Spirit.

Viento de oeste sí conecta con un legado vuestro, el sonido más sintético del disco La noche eterna (2012), y a la vez hay temas como Los irrompibles, que debe de ser la cosa más estrictamente pop-rock que habéis hecho en mucho tiempo.

S.B.: Somos especialistas en decir que haremos determinadas cosas y después sale un tema que lo contradice. ¿Qué tiene que ganar, el plan previo o esto que es evidente que funciona y que me hace vibrar? La apuesta es clara. Por ejemplo, en Viento de oeste ha colaborado Martí Perarnau en la preproducción pasándolo todo por sus filtros de sonido, pero al final acaba siendo Love of Lesbian. Aunque hagamos un disco de bossa nova, si me pongo a cantar encima sonará a Love of Lesbian.

J.R.: A veces las bandas decimos: "Hemos hecho un cambio". Y el que escucha el disco dice: "¿Qué cambio?". Ahora bien, a la hora de hacer los temas nunca hemos buscado repetir fórmulas que hayan funcionado, más bien al revés. En su momento Club de fans de John Boy fue una canción que casi se descartaba del disco, y ha sido una de las que nos ha llevado adonde estamos ahora, pero nunca ha habido la intención de encontrar un John Boy 2. Repetirte no funciona.

Habláis de querer ser más contundentes. Y nada más contundente que el punk-rock con el que abordáis Catalunya bondage, con El Columpio Asesino. Por lo tanto, sí hay cambios.

S.B.: Sí, sí... Uno de los sueños sería hacer un disco de diez canciones punk de dos minutos. Seríamos perfectamente capaces de hacerlo. A veces hay la necesidad de ser nasty [desagradable], y sobre todo en la canción Catalunya bondage tenías que ser nasty porque venía de un hartazgo y había que hacer un poco de sarcasmo con toda la cuestión. La letra era mucho más salvaje y la tuve que cambiar porque de repente vino la pandemia y estaba muy fuera de lugar; era como si estuvieras hablando de cosas de hacía un siglo. Fue increíble, cómo con la pandemia se movieron todas las prioridades de un día para el otro.

¿Eso que cantas de "romanticismos los justos" es una de las cosas que añadiste?

S.B.: No, eso viene de antes. Viene de estar hablando con un colega comentando que el mundo del arte existe porque los humanos somos los primeros de la cadena alimentaria; con solo que fuéramos el número 2 estaríamos escondidos en una cueva, saldríamos para echar un polvo y de romanticismos los justos. En esta charla que tuve con un poco de marihuana, hablaba de la posible llegada de un depredador alienígena. Todo venía de esa cosa tan naif y tan ingenua de enviar naves al espacio con Imagine adentro... ¿Dónde cojones lo mandáis? ¿Quién cojones lo recibirá? Este buenrollismo de seguro "que serán civilizaciones súper y lo entenderán perfectamente". Hay una ingenuidad con este concepto tan naif de enviar naves al espacio, como si hubiera un tío diciendo "muchas gracias". Y quizás es más: "Vosotros, a la cazuela".

En Viento de oeste habláis de "sin dictaduras ni autorepresión".

S.B.: Siempre vamos como guionizados, hay una cosa como muy rutinaria en nuestras vidas. Para volver a casa siempre coges el mismo camino, por ejemplo. Y en el ámbito creativo, si haces uso de las mismas herramientas y del mismo protocolo para componer, es bastante lógico que llegues a los mismos lugares de siempre. Es una filosofía de vida: cambiar de calle para volver a casa. Son cosas que no parecen importantes, pero dar la vuelta a la esquina te puede cambiar la vida. Componer con una guitarra de tres cuerdas puede hacer que te salga un hit muy sencillo más que con una de doce y en un estudio de grabación con 50.000 plugins.

Este verso que os decía dialoga con otro de Los irrompibles que dice que "incluso un idiota hoy es policía moral".

S.B.: Sí, hay una cantidad de autorepresiones últimamente que es brutal. Autocoartarte es la peor manera de ser creativo. Y últimamente tienes que ser muy cuidadoso con qué cantidad de autorepresión estás infligiendo a tu vida por miedo a que se te lancen una legión de haters opinando sobre una cosa o sobre otra. ¿Tú te imaginas a Dalí si hubiera tenido Twitter?

J.R.: Para empezar no habría hecho ni la mitad de obra, porque habría perdido la mitad del tiempo mirando el teléfono. Que mientras miramos el teléfono nos pasa la vida... Esta frase que comentabas es un resumen de cómo un lugar que teóricamente nace como un espacio de libertad, un espacio fuera de todo el orden jerárquico que conocíamos anteriormente, se transforma. Todas estas herramientas que nos tenían que llevar hacia un mundo más libre, como Twitter y Facebook, resulta que son, primero, las herramientas de las que se apropia la ultraderecha para volver al poder, y también herramientas con las que se siente muy cómoda gente que está esperando que patines un poco... ¿No era un espacio de libertad? ¿En qué quedamos?

S.B.: Es más el ruido que genera que la importancia que pueda tener. Miguel Bosé que diga lo que quiera. Es decir, yo puedo escuchar sus opiniones y decir: me quedo con parte de sus canciones y tu opinión me la paso por el culo.

J.R.: Cuántas veces no te han dicho: "Dejaré de escucharte".

S.B.: ¡Por supuesto! Y aparte de esto, el acto creativo es como la persona que coge la raqueta de tenis cuando tiene 12 años y simula que es Jimmy Page saltando encima de la cama. Tiene que ser así de espontáneo, tiene que ser como bailar sin pensar que te está mirando alguien. Ya te mirará la gente, pero en el paso previo no tienes que estar pensando ni autocoartándote. Es un recordatorio. Estamos en un mundo en el que cada vez son más invasivas las opiniones.

J.R.: Y cada vez hay menos adversarios y más enemigos, y tiene que imperar el monocolor: si no piensas como yo estás contra mí. Y esto poco a poco te va condicionando. Y llega un momento que es muy triste en el que ves que puede tener consecuencias en tu trabajo según qué opines, según qué digas. Y aquí es donde empieza la autocensura: "Yo de esto no hablo".

S.B.: Es un problema muy gordo. Si Nabokov quisiera hacer Lolita hoy, tendría una idea y a la hora de escribirla vendría la agente literaria y le diría: "¿Y si hablas de otra cosa?"

J.R.: Mira el revisionismo. Obras que están escritas en otro contexto y ahora las quitan del catálogo.

S.B.: Es muy heavy.

¿No pensáis que se puede decir que Lo que el viento se llevó es una película racista sin que esto conlleve su prohibición?

J.R.: No me la quites. No me trates como si fuera idiota. Con esta policía moral, ¿quién decidirá lo que es bueno y lo que no? ¿Por qué tenían que cancelar la cuenta de Twitter de Donald Trump?

S.B.: O cuando dicen que "los videojuegos son violentos". La gente no empezará a matar porque juegue a videojuegos. Lo que pasará es que engordará 25 kilos porque no acaba de salir nunca de su habitación. Todo se basa en la educación, y entonces ya tienes el criterio para ver Lo que el viento se llevó desde su perspectiva histórica y coyuntural.

Del repertorio nuevo, ¿ya habéis identificado las canciones que irán seguro al directo?

S.B.: Los adelantos. Y Sesenta memorias perdidas también tiene muchos números. Catalunya bondage tengo muchas ganas de hacerla, pero quiero hacerla con Cris [Martínez] y Albaro [Arizaleta]... Con Los irrompibles podríamos empezar un concierto, pero no tenemos que obviar que lo que nos encontraremos en los próximos seis meses será a gente sentada. Entonces, lo dejaremos para la segunda parte de la gira, cuando entendamos que la cosa se parece lo máximo posible a... no quiero decir "vieja normalidad". Ahora empezamos de una manera más progresiva.

J.R.: Tenemos que ir concierto a concierto, mes a mes.

S.B.: Como Simeone.

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