Patrimonio

¿Cómo se decidió quiénes eran los catalanes ilustres?

El largo periplo de la propuesta del Ayuntamiento de Barcelona para distinguir a los personajes importantes

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Acte de presentación del libro Construyendo la memoria a la Galería de Catalanes Ilustres del Ayuntamiento  de Barcelona

BarcelonaSon cuarenta y ocho personajes (solo dos mujeres, y el trabajo que costó que estuvieran) que forman parte de una iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona iniciada el 30 de septiembre de 1871, hace 150 años, con un nombre en armonía con los tiempos: Galería de Catalanes Ilustres. Este conjunto variado se fue formando a lo largo de una centuria, desde 1871 hasta 1971, y en medio de muchas polémicas, irregularidades y dificultades. El primer retrato que se colgó fue el del historiador Antoni Capmany, en 1871, y el último, el del poeta Joan Maragall, en diciembre de 1971. Quiso ser, cuando empezó a hacerse, el símbolo de una ciudad moderna y cosmopolita, pero no ha envejecido muy bien: después de abandonar el Saló de Cent del Ayuntamiento fue, primero, al Palau de les Belles Arts, situado en el Saló de Sant Joan; posteriormente se ubicó dentro del Museu d'Art Modern, en el Parc de la Ciutadella, y finalmente se instaló en el Palau Requesens. Durante la posguerra, los retratos de los ilustres también pasaron un tiempo olvidados en los depósitos municipales.

Es en el Palau Requesens, su actual casa, donde este miércoles se ha presentado Construint la memòria. La Galeria de Catalans Il·lustres de l'Ajuntament de Barcelona (Comanegra), que firman Laia Alsina, Pere Molas, Borja de Riquer y Margalida Tomàs. "Hace dos años, la Reial Acadèmia de les Bones Lletres tuvo dos iniciativas: reubicar la galería, porque los 50 años pasados en el Palau Requesens se notaban, había un considerable desorden y no se reunían las condiciones mínimas, y hacer un libro a partir de la investigación inédita de Laia Alsina, para recuperar la vida agitada, movida y compleja de la galería", recordaba el historiador Borja de Riquer en medio de las miradas de los ilustres de épocas diversas. Entre ellos, hay catorce políticos y juristas, trece literatos, historiadores y pensadores, cinco científicos y técnicos, cinco religiosos, cuatro empresarios, cuatro artistas y tres militares.

El periodista "extraviado"

Hay 47, falta uno: el periodista Lluís Cutchet. "Se decidió su ingreso en 1897, junto con Elisenda de Montcada, pero la pareja tuvo una trayectoria muy compleja –recuerda Tomàs–. Finalmente, Elisenda de Montcada ingresó en la galería en 1953 y Cutchet tiene que venir pero todavía no ha llegado". El periodista, de momento, está en el depósito del MNAC. La galería fue una iniciativa pionera, porque la mayoría de galerías de Europa exhibían a soberanos y jefes de estado, pero Barcelona quería presumir de catalanes ilustres y, de paso, demostrar que tenía una memoria diferente de la del resto del estado y que era la capital de Catalunya.

Joan Güell, el primero en saltarse las normas

A lo largo de cien años, la galería se fue engrosando, pero a menudo se cometían irregularidades. El criterio era que tenían que haber pasado veinticinco años desde la muerte del personaje para que ingresara, pero la urgencia de la actualidad y algunas presiones hacían que a menudo esto no se respetara. Incluso, se colgaban cuadros sin marco y biografías fragmentadas. El primero en saltarse las normas fue el industrial catalán, hoy polémico por su posible relación con el mercadeo de esclavos, Joan Güell i Ferrer: "Un nombre que no fue propuesto por ninguna academia ni por presión social [como lo fue, por ejemplo, el dramaturgo Frederic Soler, más conocido como Serafí Pitarra], sino por Fomento de la Producción Española", detalla Tomàs. Pero el caso más paradigmático fue el del alcalde Francesc de Paula Rius i Taulet, a quien se quería incluir cuando todavía estaba vivo. Finalmente, entró tres años después de su muerte.

Maria Josepa Massanés i Dalmau, una de las únicas dos mujeres ilustres

Solo hay dos mujeres: la poetisa Maria Josepa Massanés, que entró en 1915, y Elisenda de Montcada. La entrada de Massanés se hizo gracias a la voluntad y a la insistencia de otra mujer, la escritora y activista Dolors Monserdà. Por cierto, la pintó otra mujer, Lluïsa Vidal y Puig. Hubo peticiones para incluir a otras mujeres, todas ellas frustradas. Es difícil imaginar quién formaría parte de una galería de catalanes ilustres hoy. El teniente de alcaldía de Cultura y Educación, y de Presidencia, Jordi Martí, ironiza porque antes había más moderación: "A los historiadores del futuro les costará saber quiénes eran los importantes con la retahíla de medallas que se dan actualmente".

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