Cine

El Festival de Venecia aplaude la memoria obstinada de Almodóvar

Penélope Cruz protagoniza 'Madres paralelas', que aborda el drama de las fosas comunes de la Guerra Civil.

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Aitana Sánchez-Gijón, Milena Smit, Pedro Almodóvar, Penélope Cruz e Israel Elejalde al Festival de Venecia.

VeneciaLa relación entre Pedro Almodóvar y la Muestra de Venecia pasa por un momento dulce. Después de una separación de 31 años, desde el estreno en el festival italiano de Mujeres al borde de un ataque de nervios hasta el regreso del manchego al Lido para recibir un León de Oro honorífico en 2019, Almodóvar se ha convertido en una presencia permanente en el certamen cinematográfico más antiguo del mundo. Si el año pasado la Muestra puso la alfombra roja para que el cineasta español desfilara de la mano de Tilda Swinton, protagonista del cortometraje La voz humana, este miércoles el festival se ha inaugurado con el estreno mundial de Madres paralelas, un largometraje con el que Almodóvar aspira a llevarse un León de Oro que este año entregará el jurado presidido por el coreano Bong Joon-ho, el director de Parásitos. La perspectiva de victoria no parece improbable dado que Madres paralelas se presenta como un sensacional melodrama que sitúa la intimista historia de dos madres solteras, encarnadas por unas magníficas Penélope Cruz y Milena Smit, en el contexto de una denuncia de la inoperancia del estado español a la hora de afrontar el drama de las fosas comunes de la Guerra Civil.

“La cuestión de la memoria histórica es un tema no resuelto por la sociedad española”, afirmó Almodóvar poco rato después de que Madres paralelas fuera recibida con aplausos en la primera proyección del film para la prensa internacional desplazada a Venecia. “Tenemos una deuda moral enorme con las familias de los desaparecidos en la Guerra Civil, muchos de los cuales siguen enterrados en lugares indignos”, aseguró el director manchego, que en una de las primeras escenas de su nuevo film hace una referencia directa a la política de carácter casi negacionista implementada por el gobierno de Mariano Rajoy. “En relación con unos presupuestos aprobados por su gobierno, Rajoy afirmó, lleno de orgullo, que no había dedicado un solo euro a las políticas de memoria histórica. Lo considero un insulto superlativo. Tenemos la ventaja de que el cine nos sobrevivirá y de que, gracias a Madres paralelas, él [Rajoy] estará eternamente vinculado a esa frase tan nociva”, remató Almodóvar en tono vengativo.

Luz en la oscuridad

Justo es decir que, a pesar de los signos de desconcierto sociopolítico que puntúan el relato de Madres paralelas –también se hace referencia a una violación no denunciada por miedo al acoso mediático–, Almodóvar acaba construyendo una película conciliadora y esperanzada, marcada por la disposición del cineasta a comprender los motivos y aflicciones de todos y cada uno de los personajes. Una pulsión empática que se manifiesta de manera particular en el retrato de una feminidad heterogénea, en la cual caben tanto las mujeres que deciden entregarse en cuerpo y alma a la maternidad como las que manifiestan una ausencia de instinto maternal en favor de una vocación artística (como le pasa al personaje interpretado por Aitana Sánchez Gijón, madre del de Smit, una actriz de teatro a la que vemos, dirigida por Julio Manrique, interpretando un monólogo de la obra Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca).

Marcada por la sobriedad formal de la que hace gala el cine de Almodóvar desde la magistral Dolor y gloria, Madres paralelas sustituye la idea del deseo como motor de la ficción almodovariana por la busca de diferentes formas de verdad. Por un lado, encontramos la noción de verdad natural, que aflora en los firmes vínculos que unen a las madres de la película con sus hijas biológicas. También entra en juego una verdad afectiva, que toma forma en el respeto que expresa cada personaje en cuanto a la libertad de los otros. Y finalmente está la verdad histórica, que emana de la determinación y dignidad de aquellos que no abandonan la búsqueda de los cuerpos de sus antepasados asesinados durante la guerra. Así, construyendo un audaz puente entre la expresión de la libertad personal (y sexual) y la memoria obstinada de los descendentes de las víctimas de la barbarie histórica, Almodóvar compone una obra que alinea de forma penetrante su impacto emocional y su relevancia política.

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