Música

Los magos, el diablo y los Smiths reinan en el Cruïlla

La decimocuarta edición del festival reúne a 77.000 asistentes, la cifra más alta de la historia

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El Cruïlla 2024 durante el concierto de The Tyets.

Barcelona77.000 asistentes ha tenido la decimocuarta edición del Cruïlla, que acabó el sábado después de cuatro jornadas celebradas en el Parc del Fòrum. Es la cifra más alta de la historia del festival, unos cientos de asistentes más que en la edición de 2019, según explica el director del Cruïlla, Jordi Herreruela. Respecto a 2023, ha habido un millar más de espectadores. "El año pasado hablábamos de consolidación, de que teníamos el festival que queríamos hacer", dice Herreruela. Los números le avalan. En cuanto al reparto del público, ha habido 15.000 personas el miércoles, 15.000 jueves, 22.000 el viernes y 25.000 el sábado, la única jornada con las entradas agotadas, gracias a un cartel con nombres Pet Shop Boys y The Smashing Pumpkins. Como es habitual, el público es mayoritariamente local, "casi el 100%".

"El Cruïlla es un festival diverso, plural, una muestra de la Barcelona real, no de la Barcelona de postal", asegura Herreruela espoleado por el éxito de la jornada del jueves, dedicada a las músicas latinas (con el concierto espectacular del venezolano Óscar D'León), y también por la presencia de público de origen argentino en el concierto de María Becerra que cerró la programación del miércoles. El siguiente paso sería hacer que esta diversidad se notase también viernes y el sábado, días con una oferta menos permeable a los espectadores que acuden el jueves. Es decir, que la diversidad fuera también transversal.

The Tyets en el Cruïlla 2024.
Público durante el concierto de The Tyets en el Cruïlla 2024.

The Tyets y Nino Bravo

La última jornada del Cruïlla la abrieron los Ginestà en la versión de pop bailable que han consolidado con el último disco. “Sois nuestra suerte”, dijo Pau Serrasolsas al público que les había dado confianza a las seis de tarde en el escenario Vueling. Media hora más tarde, en el escenario Occidente actuaron los estadounidenses Calexico, impecables como siempre homenajeando las sonoridades y las historias de frontera. Pero ayer sobre todo había ganas de fiesta, y los Tyets ya ofrecían a las ocho de la tarde para un gentío, también público familiar, que se había citado ante el escenario Estrella Damm. El dúo de Mataró recordaron que hace cinco años estuvieron trabajando como camareros en una de las barras del Cruïlla. La fiesta la culminaron con Olivia, Bailoteo y Coti x coti, armas de euforia masiva, y cuando dejaron el escenario hicieron sonar Un beso y una flor de Nino Bravo, ampliamente coreada por el público.

A la misma hora, las Marala hacían un show potentísimo en el escenario Vueling, con el revuelto de ritmos tradicionales y electrónica más bailable cuanto más avanzaba el concierto, y de forma más explícita en la colaboración con el músico navarro Pello Reparaz (Zetak). Uno de los momentos más especiales y exitosos fue cuando el trío invitó a un corazón de una veintena de cantores para hacer una canción del baile de velador. Otro, cuando once bailarinas de la escuela de danza Oriol Martorell acompañaron la interpretación de El desich. Un nuevo triunfo de Sandra Monfort, Clara Fiol y Selma Bruna, las Marala, que también contaron con la colaboración de Maria Hein los panderos del grupo de percusión de Peñaparda.

Johnny Marr en el Cruce 2024.

"Esto es la música"

La última noche del Cruïlla 2024 mostró también tres formas de gestionar el pasado sin caer en la autoindulgencia. La primera, Johnny Marr, el ex guitarrista de The Smiths y coautor de uno de los cancioneros más relevantes del pop británico. Ser responsable de la música del grupo de Manchester (las letras eran el negociado del cantante Morrissey) le legitima para tocar esas canciones, que es justamente lo que hizo el sábado. Comenzó con Armatopia, uno de los temas de su carrera en solitario, pero el segundo ya fue de los monumentos de los Smiths: Panic, y el público coreó el verso "hang the DJ" como si realmente deseara que colgaran un DJ. Hizo otros, como This charming man (recibida con entusiasmo cuando Marr hizo el característico dibujo melódico con la guitarra), Bigmouth strikes again, How soon is now?...

Es evidente que la nostalgia señoreaba la noche, y el propio Marr, de 60 años, debía de ser consciente de ello cuando prácticamente pidió permiso para tocar una canción del 2023, Somewhere. Sin embargo, el concierto funcionó también por la actitud del músico de Manchester y de la banda y por la manera de interpretar la terna final enlazando pop electrónico, rock y pop inmortal. La primera, Getting away with it, el exultante sencillo de 1989 de Electronic, el proyecto de Marr y Bernard Sumner (de New Order) en el que también colaboraba Neil Tennant (de Pet Shop Boys). Por cierto, lástima que Tennant, que unos minutos más tarde actuaba en el Cruïlla, no subiera al escenario Occidente para acompañar a Marr. La segunda fue una versión de The passenger, de Iggy pop. Y la tercera, There is a light that never goes out, otra joya de los Smiths que fue celebradísima por los espectadores.

El espíritu de celebración continuó a continuación en el escenario Estrella Damm, donde Pet Shop Boys realizaron prácticamente el mismo espectáculo que el año pasado en el mismo Parc del Fòrum, pero durante el Primavera Sound. Como entonces, abrieron el show con Suburbia, una canción que comparte título con la exposición del CCCB que Tennant, recién cumplido 70 años, visitó el sábado por la mañana.

Una de las diferencias en el repertorio respecto al año pasado fue la incorporación de tres temas del disco nuevo, Nonetheless (2024), que en ningún caso alteraron la esencia del concierto. El público volvió a vivir con entusiasmo un recorrido antológico con piezas como Can you forgive her?, Left to my own devices, Domino dancing, el imbatible encadenado de Paninaro con Always on my mind, el bis con West End girls y Being boring... También se volvió a emocionar bailando Go west y mirando los vídeos de las manifestaciones a favor de los derechos de los homosexuales de los años setenta y cantó It's a sin como la primera vez. Previsible y reconfortante a la vez, como el plato preferido que te gusta comer a menudo y siempre lo cocinan los mejores cocineros, también tuvo un momento especialmente mágico, como corresponde a la personalidad de estos dos magos del pop. Después de una estimulante interpretación de Vocal que convirtió al Fòrum en la mejor pista de baile posible, Tennant abrió los brazos, sonrió y dijo: "Esto es la música".

Pet Shop Boys en el Cruïlla 2024.

Pero la música también puede ser algo extraño, oscuro, maligno... Así fue buena parte del concierto de The Smashing Pumpkins en el escenario Occidente. La gira del grupo liderado por el estadounidense Billy Corgan, un demonio de 57 años, se llama The world Is a vampiro, y la puesta en escena tiene mucho de tenebrosa. Ante todo, las pintas de Corgan, una especie de Nosferatu vestido con una sotana de botones rojos. También los gritos en la versión de Zoo station (U2) y el estruendo de rock durísimo. Y aún más inquietante fue cuando sacó a dos niños al escenario mientras cantaba la terrorífica Ava Adore.

Un sonido buenísimo, el mejor de todo el festival en el escenario Occidente, amplificó aún más el mal rollo de todo ello, sobre todo porque era el mal sin unos códigos que marcaran distancia teatral, como ocurre a veces con el black metal. En ese contexto tan turbio, de vez en cuando aparecía el Corgan casi celestial, el autor de himnos de discoteca indie de los noventa como Today, 1979 y Tonight, tonight. El contraste hizo más interesante un concierto que terminó con Cherub rock y Zero, precedida por una oscurísima versión de The house of rising sun cantada por el bajista James Iha. Tras esta misa negra que se prolongó hasta las dos y media de la madrugada, el Cruïlla se iluminó con Oques Grasses, que continúan explorando los rincones del disco Fruit del deliri (2024) con un espectáculo grande, de dimensiones festivaleras, que ya se vio hace unos días en el Cabró Rock de Vic y el Canet Rock.

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