Música

Avril Lavigne, 'hits' sin actitud en el Cruïlla

La cantante canadiense recuerda los éxitos de hace veinte años en el Parc del Fòrum en la tercera jornada del festival

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Avril Lavigne en el Festival Cruïlla 2024.

BarcelonaAparte de los imponderables técnicos, el buen funcionamiento de un concierto de pop depende del artista, las canciones y el público. El viernes en el Cruïlla, a Avril Lavigne la salvaron el público y media docena de canciones. La cantante canadiense celebra dos décadas de un pop-punk juvenil que fue banda sonora de los rebeldes del instituto que nunca se saltaban ninguna clase y desafiaban al mundo de los adultos con camisetas negras. Y fueron esas canciones, sobre todo las del disco Let go (2002), pero también alguna de Under my skin (2004) y The best damn thing (2007), las que animaron al público que a las 23 h respondió masivamente a la llamada de la nostalgia ante el escenario Estrella Damm. Como recursos escénicos, dos corazones gigantes atravesados por tibias piratas y decorados con colores de tartán escocés, nada complicado ni sofisticado, pero efectivo.

Lavigne empezó con Girlfriend, guitarras y confeti de baile de graduación, y enseguida despachó Complicated, uno de los dos grandes momentos del concierto. Pero no acababa de funcionar. Estaban las canciones y había una banda eficiente. Faltaba la actitud y la intención. Una cena de exalumnos puede ser memorable si las anécdotas se explican con convicción, porque el problema no es la nostalgia sino la carencia de alma a la hora de activar el recuerdo. No hay nada malo de vivir en el espíritu juvenil, pero incluso un concierto de los Ramones podía ser una catástrofe si no había actitud, garra, algo que demuestre que el artista hace justamente lo que quiere, en vez de pensar si al día siguiente almorzará fruta o yogur. Lavigne, en cambio, transmitió cierta incomodidad y en ocasiones parecía casi ausente, refugiada en la rutina para cubrir el expediente.

Sí que bajó del escenario para saludar a la primera fila, sí que regaló planchas de skate a tres espectadores, sí que gritó “you're crazy, motherfuckers!” y dijo que quiere mucho a Barcelona, pero ahora que nuevas estrellas como Olivia Rodrigo la reivindican como referente, Avril Lavigne no supo estar a la altura del elogio. O tuvo una mala noche. Suerte del público, que sí respondió intensamente cantando My happy ending y, en el otro gran momento del show, celebrando el vitalismo punki-pop de Sk8er boi. Después de esta canción, mucha gente empezó a desfilar hacia otros escenarios, y la mayoría no dio la vuelta cuando Lavigne volvió para hacer uno de los bises más anticlímax de la historia con las baladas Head above water, When you're gone y I'm with you.

Luke Pritchard durante el concierto de The Kooks en el Cruïlla 2024.

En el mismo escenario, también los británicos The Kooks barajaron nostalgia y repertorio de hace casi veinte años, concretamente la pulcritud indie-pop del disco Inside in / Inside out (2006) con canciones como She moves in her own way y Naïve, una propuesta muy adecuada para el sol del atardecer en el Parc del Fòrum y bastante agradable gracias al carisma de Luke Pritchard, que sí daba la sensación de disfrutar del momento.

La actitud de Amaral y La Paloma

Lo mejor de la tercera jornada del Cruïlla, que reunió a 22.000 personas, llegó pasada la medianoche. Por un lado, con el notable tránsito del folk al soul de la belga Selah Sue en el escenario Vueling. Por otra, con la convicción y la actitud, ella sí, con la que Eva Amaral defendió los hits en un escenario Occidente de sonido mejorable. Y, finalmente, con el estimulante rock de estribillos y distorsión que el grupo madrileño La Paloma mostró en el escenario Vallformosa y que confirma las buenas sensaciones que transmite el disco Todavía no.

"Si estás aquí es que no tiene dinero para viajar"

A primera hora, el escenario Vallformosa acoge las actuaciones de comedia del Cruïlla, que año a año se consolidan como contraprogramación con momentos interesantes. Por ejemplo, cuando Eñaut Zauzo dijo: "Si estáis aquí es que no tenéis dinero para viajar", que es una manera de explicar que el público del festival es básicamente local. La parrilla de monologuistas del viernes incluía a Manel Vidal, que recreó las horas previas a una visita a la Ciudad de la Justicia que no tuvo la épica prevista. Luego Ana Polo, estupenda como es habitual con el contragolpe feminista, dejó en evidencia el mansplaining de unos productores de televisión que le proponían títulos para un programa feminista ("¿Multiorgásmicas? ¿Guarras del demonio pero con excusa médica?") y un mensaje final dirigido al PSC y a Ricard Ustrell. El más destripador fue Marc Sarrats, que empezó sugiriendo que el alcalde de Barcelona, Jaume Colloboni, tuvo la idea de llevar la Fórmula 1 al paseo de Gràcia después de ver la película Cars, pero sin pensar en lo que había pasado el 17 de agosto de 2017 en la Rambla. Sarrats continuó reclamando que sean los abuelos quienes acudan a las guerras ("así las guerras durarían menos"... y los muertos dejarían pisos libres) y que las abuelas reciban un extra de felicidad con la medicación "para morir felices".,. Y lo remató con una cita de Tinder entre una mujer que dormía en l'Estartit y un hombre de Reus.

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