Xavier Sabata habita un jardín de ceniza en Peralada
El contratenor catalán, de la mano del director de escena Rafael R. Villalobos, estrena el espectáculo 'Genius loci' en el festival ampurdanés
- Xavier Sabata, contratenor y actor
- Dirección de escena: Rafael R. Villalobos
- Estreno absoluto.
- Festival de Peralada, 5 de julio de 2025
El Festival Peralada continúa el curso de su programación de verano con el estreno absoluto de Genius loci, una propuesta moderna y atrevida creada por el director de escena Rafael R. Villalobos y el contratenor Xavier Sabata. El espectáculo, concebido como una especie de recital dramatizado, a medio camino entre la acción performativa y la instalación, convierte al jardín en un espacio de meditación abstracta sobre las dudas existenciales y las crisis humanas. Sin ninguna pretensión excesivamente narrativa, Sabata combina la interpretación de nueve fragmentos musicales con la declamación de textos en castellano inspirados en el libro El jardín pierde [El jardín perdido] de Jorn de Précy, acompañado de Jonas Nordberg en el archilaúd, que también hace de actor, y Liam Byrne, en la viola de gamba y la electrónica.
Rafael. R. Villalobos, reconocido por montajes rompedores como la polémica Tosca del Liceo de hace dos años, junto al artista visual Cachito Vallés construye un jardín absolutamente alejado de la imagen exuberante de plantas verdes o paraíso adámico. Los intérpretes deambulan por un paisaje de grava negra, árboles formados con tubos fluorescentes, estructuras industriales y utensilios de jardinería, en un entorno simbólico, deshumanizado, casi apocalíptico, que evoca la entelequia de un jardín que ya no está.
A partir de ahí, Sabata conduce el hilo de la propuesta como cantante-actor, protagonizando cinco cuadros temáticos con piezas musicales de diferentes épocas, estilos y compositores —eso sí, todos ellos ingleses, del renacentista John Dowland en el nacionalismo otoño-románico de Ralph Vaughan Williams o Benjamin Britten, más que pasa potentes del espectáculo. Como solista, Sabata luce sus mejores dotes: una voz clara, nítida, sobria y nada impostada, incluso un punto frágil y agrietada pero extremadamente genuina y comunicativa, con un bonito timbre, un fraseo expresivo y un control del aire admirable que le permite cantar en movimiento.
El contratenor catalán, sin embargo, no sólo hacía de solista, sino que, entre la concatenación casi ritual de las piezas, también tomaba la palabra como actor. Y es en estos momentos más teatrales donde la propuesta perdía fuerza, ya que, por mucho que Sabata domine la escena y se esfuerce en actuar, la declamación resultaba un punto vacilante y excesivamente aquejada, sobre todo cuando se sumaba el lautista. Por eso la obra, en conjunto, no es del todo redonda y tiene costuras para pulir, pero sin duda propone un viaje sensorial lleno de ideas estimulantes que hacen confluir música, teatro y pensamiento.