Ensayo

Cómo Jesús se convirtió en John Wayne

Kobes Du Mez analiza el culto a líderes masculinos y agresivos de los evangélicos norteamericanos

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Muntatge de Jesucrist y John Wayne

BarcelonaLos evangélicos blancos no son un poder a ningunear en Estados Unidos. La historiadora y especialista en estudios de género Kristin Kobes Du Mez, que acaba de publicar el libro Jesús y John Wayne. Cómo los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación (Capitán Swing), calcula que son entre un 14 y un 15% de la población. Al margen de sí son muchos o pocos, tienen una gran influencia. "Estan en las escuelas, en las radios cristianas, que escuchan millones de personas, en las teles evangélicas, en las iglesias... y marcan la agenda del Partido Republicano: es imposible ser nombrado candidato si no tienes el apoyo de los evangélicos. Pueden decidir si el partido apoya o no el derecho a abortar, si ir a la guerra o no...", dice Kobes Du Mez.

Los evangélicos blancos aseguran que su libro de referencia es la Biblia, y que se mueven según los valores que emanan de sus textos. Aun así, la autora discrepa. En realidad, se inspiran más en los héroes de Hollywood. "La Biblia se puede interpretar de maneras muy diferentes, pero creo que los evangélicos blancos se alejan mucho, a pesar de que ellos insisten en que no lo hacen y que hablan en nombre de Dios", explica Kobes Du Mez. La historiadora empezó a estudiar a los evangélicos blancos en la primera década del siglo XXI. Los libros que escribían los autores cristianos tenían mucho éxito: una sola obra podía vender 4 millones de copias. "Sus referentes eran personajes como William Wallace que interpretaba Mel Gibson en Braveheart (1995) o John Wayne, un actor que tanto en los westerns como en las películas bélicas era un buen chico blanco que imponía el orden a través de la violencia", dice la historiadora. Aun así, la sustitución del Jesucristo de la Biblia por ídolos viriles y guerreros no se había producido de la noche a la mañana. Es un proceso que ha durado más de 50 años.

Kristin Kobes Du Mez

Todo empezó con la Guerra Fría. "El comunismo era enemigo de Dios, de la familia y de los Estados Unidos. Por lo tanto, los buenos americanos y buenos cristianos tenían que luchar contra esta fuerza demoníaca y proteger la familia, una familia patriarcal", explica Kobes Du Mez. A partir de aquí, se empezó a desarrollar una importante industria editorial. Se escribían centenares de libros sobre cómo ser buenos cristianos, cómo educar a los hijos, cómo ser un buen marido o una buena esposa. Los comunistas no eran los únicos enemigos, los había que no venían de fuera sino que también eran norteamericanos: feministas, progresistas, activistas contra la guerra... "Era la guerra y tenían que luchar, y un Jesucristo pacífico y amable que reparte amor y comprensión no era la figura más conveniente para hacerlo. Se consideraba que este Jesús tenía virtudes demasiado femeninas", detalla la historiadora. Aparte de los libros, se desarrolló una importante industria cultural: escritores, cantantes, periodistas... "Si quieres formar parte no puedes discrepar, o estás con ellos o estás contra ellos. Ocupan un importante espacio donde no hay lugar para las críticas", dice.

A lo largo de los años han ido tejiendo una red considerable. Uno de los pasos más importantes lo dieron en 1942, cuando formaron la Asociación Nacional de Evangélicos, que agrupa a miles de iglesias, escuelas, universidades, organizaciones no gubernamentales... "Yo crecí en un pueblo pequeño de Iowa. Solo había una librería y era cristiana. Por lo tanto, si querías un libro, el único lugar donde lo podías comprar era aquel y había lo que había", explica Kobes Du Mez.

Todo es "culpa" de las mujeres

Ha habido casos de abusos entre la comunidad evangélica. "Hasta hace bien poco la comunidad echaba la culpa a las víctimas y las marginaba. En los libros que escriben explican cómo tienen que ser las mujeres y cómo tiene que ser su vida sexual. Según estos libros, hay una gran diferencia entre hombres y mujeres. Los hombres tienen testosterona y, por lo tanto, son más agresivos y no pueden hacer nada para controlarse –dice la autora–. Son las mujeres las que tienen que proteger su pureza. Si no están casadas, tienen que evitar tentar a los hombres. Si están casadas tienen que responder a los deseos sexuales de sus hombres, que pueden ser muchos y variados".

En general, los evangélicos blancos, que creen que su misión es proteger la nación y la familia tradicional, tienden a estar a favor de líderes autoritarios y no vacilan si tienen que suprimir derechos. "El 81% de estos evangélicos blancos votaron a Trump", dice la historiadora. Donald Trump, no obstante, estaría bastante lejos de los valores cristianos: abiertamente infiel, deshonesto, divorciado, poco respetuoso... "Pero ¿quién mejor para luchar contra las feministas, el movimiento a favor de los derechos civiles, los pacifistas? ¡Quien sea el mejor guerrero será el gran campeón! Precisamente, porque no encarna ninguna de las virtudes cristianas", resume la autora.

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