Literatura

Ken Follett: "Taiwán es el lugar donde es más probable que se desencadene una Tercera Guerra Mundial"

El escritor abandona la narración histórica en la novela 'Nunca', que se publica la próxima semana en todo el mundo

El escritor Ken Follett al bunker nuclear de Kelvedon Hatch,en Inglaterra.
06/11/2021
4 min

Londres"Audaz y meticulosamente documentada, Nunca hace que otras novelas de espías internacionales parezcan tímidas, perezosas y parroquiales". Así termina este viernes The Times un breve comentario sobre el nuevo libro de Ken Follett (Gales, 1949), que se pone a la venta en todo el mundo la próxima semana, y que publica Plaza & Janés en castellano. Nunca es un punto y aparte en su carrera. La narración está ambientada en el presente "tras haber escrito ficción histórica durante mucho tiempo; este, pues, es un gran cambio para mí", ha afirmado Follett este viernes, desde el despacho donde escribe en su casa, en una conferencia de prensa telemática.

Con todo, Nunca está inspirada en hechos que tuvieron lugar hace más de un siglo. En concreto, en los años y meses que precedieron el estallido de la Primera Guerra Mundial. Pero, claro, ambientada en el siglo XXI, lo que aborda son los prolegómenos de una posible Tercera Guerra Mundial. Porque, como acostumbra a hacer, el escritor mantiene el suspenso hasta el final: "No sabréis el desenlace hasta la última página y, por favor, cuando acabéis la novela, no digáis nada".

Que la historia da todo tipo de lecciones es incuestionable. Y del estudio de los meses que llevaron a la Gran Guerra, a raíz del proceso de investigación para escribir La caída de los gigantes, Follett ha aprendido que "entonces, ninguno de los líderes europeos quería que el Viejo Continente entrara en conflicto, sin embargo, aún así, todos cayeron [en el error]". Ahora, por lo tanto, le interesaba analizar la psicología de los líderes políticos, "personas racionales y razonables", y ver cómo es posible que acabaran como acabaron. "Y me pregunté –sigue– si sería posible que cayeran de nuevo. Por ejemplo, que una guerra nuclear estallara por accidente o bien por culpa de un presidente de los Estados Unidos desequilibrado. O me pregunto todavía por qué los líderes japoneses decidieron atacar en 1941 a la nación más poderosa de la tierra. O por qué Lindon B. Johnson poco a poco se dejó envolver en la Guerra del Vietnam y arruinó la reputación de su país. O por qué Toni Blair fue tan necio para dejarse arrastrar a una guerra organizada por George W. Bush, el más ignorante e incompetente de todos los presidentes de los Estados Unidos hasta entonces en los últimos cien años".

En la novela, los dos personajes clave son la inquilina de la Casa Blanca, una presidenta republicana de los Estados Unidos, y el presidente chino. En los dos casos, "inteligentes, personas bienintencionadas" pero rodeadas de halcones y extremistas. Porque Follett parte de la creencia que la mayoría de los líderes políticos son bienintencionados. "Claro, hay excepciones", y menciona para demostrarlo Boris Johnson y Donald Trump, "de los que, como debéis de imaginar, no soy ningún gran fan". El esfuerzo documental que ha alabado The Times se basa, por ejemplo, en un montón de entrevistas con políticos que ya han dejado el cargo, como el ex primer ministro Gordon Brown y el ex embajador británico en los Estados Unidos de Trump, Kim Darroch.

Cualquier guerra tiene que tener una excusa, un detonante. Las armas de destrucción masiva, por ejemplo, el bombardeo de Pearl Harbour o el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo. Y si en el caso de Nunca hay muchos hipotéticos puntos críticos que podrían conducir a las grandes potencias a la guerra nuclear –la zona de Cachemira, el estrecho de Ormuz, Ucrania, los mares del sur de China–, en el mundo real Follett ve "Taiwán como el punto crítico donde es más probable que se desencadene una Tercera Guerra Mundial". Con todo, la intención de Follett no ha sido dar ningún mensaje a los lectores, ni siquiera este: "No creo que un escritor tenga que dar mensajes en sus historias. Lo que yo pretendo es que el lector entre en el mundo emocional de los personajes que he imaginado y creado. No soy más inteligente que mis lectores y no me quiero ver dirigiéndome a los lectores señalándoles con el dedo y diciéndoles que tienen que pensar esto o aquello".

Abordar una narración en presente ha sido una manera de ponerse de nuevo a prueba: "Para un artista, es importante no quedarse parado. La obligación que tiene es reinventarse a sí mismo. Ya lo hice una vez, escribiendo Los pilares de la Tierra, y creo que lo he hecho ahora de nuevo. Y espero que los resultados hayan sido los correctos".

007 y Shakespeare

A principios de septiembre del año pasado, Follett publicó un artículo en la prensa británica en el que explicaba cuáles habían sido las fuentes más valiosas para modelar su formación cultural. Y, quizás con un punto de provocación, aseguró que los dos autores que más le habían influido, ya desde los 12 años, y que todavía son los que más le gustan, eran Ian Fleming y William Shakespeare. Con estos maestros, pues, no es extraño que afirme que "case todo lo que necesitamos saber sobre la escritura de novelas lo aprendemos leyendo". "No me he encontrado nunca a ningún escritor que no fuera él mismo un lector voraz cuando era pequeño", remacha. Sin olvidar el relevo de la poesía, "porque los poetas evalúan la importancia de cada palabra". Evidentemente, un autor que escribe historias de una media de 300.000 palabras no puede calibrarlas todas con precisión, pero leer poesía recuerda a Follett "todo lo que se puede llegar a hacer para elegir la palabra exacta".

En el caso de Nunca también es así, una extraña combinación de apasionante bestseller que engancha desde la primera página, un cóctel entre Fleming y –Shakespeare quizás es decir demasiado– Le Carré, Graham Greene o John Buchan que, sin duda, deja a Tom Clancy en un fabricante de historietas de quinta categoría.

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