'El espíritu catalán', de Antoni Tàpies.
09/07/2025
Director adjunto en el ARA
3 min

El misterio de la belleza (arte) y el misterio de la vida (religión) no están tan lejos. ¿O quizás son lo mismo? ¿Qué sentido tiene la belleza y qué sentido tiene la vida? Es algo que algunos humanos se preguntan (nos preguntamos), mientras que otros sencillamente se dedican (nos dedicamos) a gozar de las bellezas de la vida. Carpe decimos. Y todavía están los que reniegan de la pregunta: la encuentran antimoderna. ¿Religión? "De tanto masticarla quizás ya no lo sentimos, pero creación es una palabra religiosa. Si ha tenido una importancia indecible en la historia del pensamiento y del arte es porque su raíz figura en el primer verbo de la versión latina de la Biblia". Lo escribe Raül Garrigasait en el ensayo La roca y el aire. Arte y religión de Llull en Tàpies (Fragmenta), tan merecidamente elogiado.

Hoy todo el mundo quiere ser creador en la cocina y en el fútbol. formas, ideas, acciones, relatos. Divinos o fáusticos (siempre quieren más), nos dan perspectivas únicas, como diría el romántico Friedrich, una naturaleza espiritual pura. cita Francisco Pujols: "Si en la época de la creencia religiosa estaban los que fingían creencia, ahora, en la época de la descreencia religiosa, están los que fingen descreencia"

Sin saberlo, hay muchos comecapellanos dotados de una gran fuerza creadora. la razón científica nos ha hecho obedientes y crédulos y donde las religiones codificadas, tan dogmáticas, han ahuyentado la magia y nos han hecho incrédulos. “Pero cada cosa es un don que no sabemos de dónde viene. Si escrutamos su origen, se deshace. la autosatisfacción de las convicciones modernas.

Su recorrido de la Cábala y Llull hasta Tàpies es un viaje erudito y creativo por la historia catalana de la comprensión del mundo: aire (imaginación) y roca (materia) Todo fuerza: la concebía Schelling. Llull, el loco sensato, busca el sagrado. Isabel de Villena saltamos al mundo encantado, a "la palpitación rítmica del universo" de Maragall. En el Nabí de Carner, el autor encuentra "una forma hospitalaria con la locura de la vida" y en Mompou, la "música callada", oxímoron inspirado en san Juan de la Cruz.

Y así llegamos a Tàpies y la vanguardia como un retorno al arte tradicional, "una operación -dice Garrigasait- con fines mágicos y utilitarios, más imaginativa que imitativa, más colectiva que individual, con una veneración temblorosa por la presencia de la materia". Un Tàpies que encuentra Llull en la biblioteca del padre y que a los 18 años rompe con la Iglesia para convertirse libremente en espiritual, matérico, simbólico y político, mirando hacia Oriente y yendo a las raíces cercanas, de los franciscanos a los místicos y los alquimistas. Y crea su museo: los museos como templos y guardianes de la creación profana, de la religión sin fe. "La auténtica revelación sólo puede ser la destrucción de la religión", dice Garrigasait de la mano del teólogo suizo Karl Barth. ¿Y qué ocurre con la literatura? "Escribir es hacer dos trabajos a la vez: el de guardián de la tradición y el de artífice de la diferencia. La tensión del Museo está dentro de cada libro, también dentro del mismo". Acabamos con Tàpies: "Los catalanes tenemos esta suerte. Podemos ser progresistas ya la vez tradicionales [...] Nuestra verdadera tradición ha sido siempre el sentido de libertad".

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