Literatura

"Escribir una novela es cómo hacer un viaje en avión: te la juegas al despegue y el aterrizaje"

Xavier Bosch y Sílvia Soler explican los secretos del oficio de novelista en un acto organizado por el ARA

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BarcelonaTantas cabezas, tantos sombreros. Y tantos escritores, tantas formas de escribir una novela. Es la conclusión a la que han llegado Silvia Soler y Xavier Bosch, este jueves por la noche, en una conversación organizada por el diario ARA en el Aula Magna de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona en el Raval. "Yo necesito saber cómo acabará todo", ha dicho Bosch. "Yo, en cuanto tengo un argumento que se pueda resumir en una frase, empiezo a escribir sin saber cuántas páginas tendrá cada capítulo ni cómo será el final de la historia", ha contestado Soler. Ante una sala llena de lectores, la subdirectora del ARA Carla Turró, que ha moderado el acto, ha recordado que "hablar de literatura es una forma de hablar de muchas otras cosas".

Xavier Bosch, que hace un año publicó 32 de marzo (Universo), reconoce que cuando escribe es especialmente metódico: "Hago una ficha por cada personaje: pienso qué día nació, cuántos hermanos tiene, qué le gusta comer, cuál es su deporte favorito, con quien perdió la virginidad, qué le hace reír ... Me lo imagino completo –ha explicado Bosch– Los dos primeros meses, tengo que mirar las fichas constantemente, porque si en el primer capítulo un personaje fuma Ducados, no puede que al siguiente fume Marlboro. Pero llega un punto que los personajes son ya como una segunda familia". Soler, que el pasado septiembre publicó Querida Gris (Universo), tiene un proceso creativo menos planificado y quizá "más arriesgado": "Cuando me pongo a escribir ya hace unos cinco meses que llevo la historia en la cabeza, pero voy tirando ya veces cojo caminos que no van a parar a ninguna parte. En alguna novela ·la, algún personaje que inicialmente era secundario ha ido creciendo y tomando vida propia. No es hasta que tengo el 75% de la novela que empiezo a ensayar tres o cuatro posibles finales”.

¿Qué es lo mejor de escribir una novela? "Para mí, el comienzo, porque eres como un Dios creador –ha dicho Soler–. Elegir el final, en cambio, es lo más difícil". "En eso tampoco coincidimos –ha contestado Bosch con complicidad–. A mí lo que más me emociona de nuestro trabajo es ir a un club de lectura y ver que alguien ha subrayado una frase que escribí encerrado en el despacho". Eso sí, ambos creen que un novelista debe fijarse sobre todo en la técnica. "Escribir una novela es como hacer un viaje en avión: te la juegas en el despegue y el aterrizaje", ha dicho Bosch. "Yo pienso en los arquitectos, porque tienen una vertiente artística, pero lo importante es que los cimientos no se tambaleen", ha añadido Soler.

En cuanto a la elección de los títulos, Bosch ha asegurado que nunca volverá a encontrar uno que sea tan bueno como Se sabrá todo, mientras que Soler ha señalado que "lo importante del título es que sea intrigante". Cuando Turró les ha pedido cuál era el libro que más les enorgullecía, Soler ha dicho que un "libro muy especial, con un vínculo sentimental", es Besos de domingo: "Es la novela con la que ganó el premio Prudenci Bertrana y, en parte, está inspirada en la historia de amor de sus padres". Bosch, en cambio, no ha querido mojarse: "Yo intento que la última novela siempre me guste más que la anterior".

Ambos escritores han coincidido en que sus novelas están marcadas por la muerte prematura del padre, en el caso de Soler, y de la madre, en el caso de Bosch. "Empecé a escribir después de que mi madre muriera el día de Reyes", ha explicado el autor. "Seguro que mi literatura no habría tenido la profundidad que tiene si mi padre no hubiera muerto cuando yo era tan joven", añadió Soler. Al término de la conversación, Turró ha dado la palabra al público. Un lector reconoció que había leído todo lo que han escrito Soler y Bosch, y otro confesó que leyendo sus libros ha pasado algunos de los mejores momentos de su vida.

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