Carlos Torner
27/06/2025
Director adjunto en el ARA
3 min

¿Se puede ir por el mundo como catalán? Sí, pero requiere paciencia. Se deben dar explicaciones constantes. El interlocutor normalmente parte de un prejuicio: eres español, i punto. Aquí comienza el lío. Se hace pesado.

En términos culturales, en el tránsito del siglo XIX al XX Cataluña empezó a emanciparse de Madrid: los artistas (también los escritores, los científicos, etc.) empezaron a viajar directamente a París y otras capitales europeas, sin pasar por Madrid. Fueron los años del Modernismo, el Novecentismo y las vanguardias; políticamente, de la Mancomunitat y, superada la dictadura de Primo de Rivera, de la Generalitat republicana. El Institut d'Estudis Catalans o el PEN Club catalán son fruto de ese impulso.

El franquismo acabó dinamitando aquel esfuerzo colectivo de independencia cultural de facto. Hubo que empezar de nuevo. Ahora hace tiempo que la literatura catalana vuelve a ir sola por el mundo, sin la muleta de la traducción previa al castellano, que por otra parte siempre ayuda. La cultura catalana como invitada en la Feria de Frankfurt de 2007 marcó un punto de inflexión. El Institut Ramon Llull ha hecho buen trabajo. El reconocimiento oficial del catalán en la UE sería una consecuencia lógica de esta trayectoria y ayudaría a seguir avanzando.

Carles Torner, que fue una persona clave para el Llull y para Frankfurt, ha escrito el ensayo autobiográfico Com ser ambaixador d'un país sense ambaixades (Pòrtico). Cataluña tiene el Llull y tiene delegaciones políticas y comerciales, todo sin rango de estado. Los hay que nos tratan con suspicacia; los hay que nos miran con simpatía; los hay que nos tratan con suspicacia. El giro ultranacionalista global no ayuda: hay una actitud de cierre hacia la diversidad, la libertad i la tolerancia hacia la diferencia.

Torner tuvo como maestro y referente al poeta Jordi Sarsanedas, a quien le encantaba el título de un ensayo escrito por su amigo Paul Scott, presidente del PEN escocés: In bed with an elefant, sobre la convivencia de los escoceses con la lengua inglesa. ¿Cómo el catalán con el castellano? "Vivir con el elefante en la cama tiene algo de vida extrema, porque con sus movimientos espontáneos, aun sin ninguna mala intención, se gira en la cama y puede aplastarte". Los elefantes son los animales terrestres más grandes que existen, tienen la piel gruesa y buena memoria: mejor que te pongas en su camino, sobre todo si eres un ratón... porque, según la sabiduría popular, los ratones les dan miedo.

Evitar Madrid es el título del capítulo más corto del libro. "Señala un vacío: lo que no he hecho". Torner ha gastado pocos esfuerzos en buscar la complicidad española, aunque alguna vez ha resultado decisiva. Por ejemplo, cuando la complicidad entre los presidentes Pasqual Maragall y José Luis Rodríguez Zapatero hizo posible que España no pusiera obstáculos a que la cultura catalana fuera invitada de honor a Frankfurt con el Llull como único responsable. Pero claro, sin la conexión previa germano-catalana no habría sido posible, una conexión con raíces históricas. Las cosas no salen de la nada: en 1502 el impresor de Heidelberg Jan Rosembach imprimió en Perpiñán el primer vocabulario alemán-catalán para uso de mercaderes germánicos. Y aún antes, en 1415, el trovador políglota Oswald von Wolkenstein, en una canción, proclamaba y se mostraba orgulloso de saber hablar catalán. Alemania es, por otra parte, el país con más lectores universitarios de catalán y el lugar en el que más se ha estudiado la obra de Ramon Llull.

La labor internacional de Torner durante décadas, tanto en el MIEC (movimiento estudiantil) como en el PEN y en el Llull, le ha llevado a trabar conocimiento y amistad con personalidades como Ngugi wa Thiong'o o cómo Anna Politkóvskaya, cuya determinación y valentía nunca ha olvidado: "Putin es un asesino. Putin es un carnicero. Putin es un racista patológico", dijo Politkóvskaya en uno de sus viajes a Barcelona. El 7 de octubre de 2007, día del aniversario del tirano, fue asesinada en su casa de Moscú.

La diplomacia cultural informal, forjada con empatía y mucho trabajo —en los últimos años también en apoyo a los escritores ucranianos—, ha permitido a Carles Torner tejer una red mundial de complicidades para dar continuidad a la voluntad de permanencia de Cataluña en el mundo.

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