Literatura

El gran retorno de un pionero de la literatura catalana en la Comunidad Valenciana

'El anillo del nibelungo', que Amadeu Fabregat publica 51 años después de 'Fallas folles fetes foc', es una novela de una poderosa calidad literaria

Una escena con fuego de la ópera 'Siegfried' / ACN
17/06/2025
3 min
  • Amadeu Fabregat
  • Ediciones Proa
  • 568 páginas / 23,90 euros

Amadeu Fabregat fue, en la década del 70, un pionero de la literatura catalana en la Comunidad Valenciana. Dos títulos suyos son legendarios: Carne fresca: poesía valenciana joven y la novela –o lo que fuera– Ensayo de aproximación a "Fallas Folles Fetes Foc". Con estas dos cargas de profundidad –sobre todo con la segunda, que ganó el premio Andròmina de los Octubre–, Fabregat se hizo un nombre en la Valencia de finales del franquismo, donde todas las osadías estéticas, todos los extremismos políticos y todos los esnobismos culturales eran profusamente celebrados.

Tras una larga carrera como periodista, Fabregat no siguió su senda literaria. De hecho, el siguiente hito de su relación con la lengua catalana vendría dado por un episodio mucho más oscuro, pero igualmente explosivo: siendo director del flamante Canal 9, ordenó a los redactores que no usaran una lista de 543 palabras consideradas "demasiado catalanistas" [sic], como por ejemplo sello, cuadro y vacaciones [sic sic]. Eran los años en los que el movimiento anticatalanista tenía cierta pujanza en la ciudad de Valencia y el máximo responsable de la televisión autonómica reaccionó de esta forma templada.

Tras esta etapa, Fabregat se dedicó a sus negocios audiovisuales y no se le conocía otra manía literaria práctica. Ahora, de repente, ha vuelto a la actualidad con una novela de más de quinientas páginas con tintes de testamento definitivo.

El anillo del nibelungo es una novela sobre Valencia donde esta palabra nunca se menciona. Su protagonista, Ernest Millet, es un profesor de geografía física que abandonó en los años 60 una ciudad meridional identificada como M. Y ha pasado toda su vida laboral en una localidad del norte de Europa.

Ya jubilado, vuelve a M. para asistir a la representación de las cuatro partes de El anillo del nibelungo, obra cumbre de Wagner. La muerte súbita de todos sus familiares directos (padres, abuelos, hermana) en la década prodigiosa y una relación amorosa que le incomoda provocaron la huida. Ha pasado más de media vida en el exilio, una etapa en la que descubrió a Wagner, decidió redactar un libro sobre el gran maestro y se obsedió hasta las últimas consecuencias con el mundo delirante y fastuoso de las valquirias y el Valhalla.

Clásico, elegante y sobrio

Es innegable que El anillo del nibelungo tiene una poderosa calidad literaria. Fabregat hace el don de pecho, en una escritura de corte clásico, elegante y sobria. Si no quería pasar a la historia como un autor unius libri y ser recordado literariamente sólo por el delirio setenter de Fallas locas hechas fuego lo ha logrado.

Otra cosa es la motivación profunda del proyecto. La primera vez que Ernest Millet asiste a la representación de la tetralogía experimenta una vivencia desquiciada: "Esa sensación le aportó la esperanza de que la redención era posible, por más desmedida que hubiera sido su culpa".

Efectivamente, la redención es posible. Si Fabregat coaccionó y reprimió a sus subordinados hace más de treinta años para hostigar y esconder la evidencia de la unidad de la lengua catalana, ahora quiere redimirse escribiendo una novela en catalán oriental, sin concesión alguna a los localismos que...

Y a mí, qué quiere que os diga, me parece todo bien. Si Jack el Destripador hubiera escrito una obra maestra de la literatura, la leería con fruición. Amadeu Fabregat no es un asesino: simplemente jugó en un momento dado el papel que le tocaba a las órdenes de una circunstancia. Ahora ha forjado un anillo, como Alberic, con el oro robado del río de las palabras. Bienvenido al club de la gran literatura.

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