La lucidez y la fatalidad de Katherine Anne Porter
Considerada una de las cuatro grandes escritoras del sur estadounidense, junto a Flannery O'Connor, Eudora Welty y Carson McCullers, Katherine Anne Porter vuelve a las librerías catalanas gracias a tres magníficas novelas cortas
- Katherine Anne Porter
- La Segunda Periferia
- Traducción de Albert Pla Nualart y Núria Guilayn Llinàs
- 256 páginas / 19,90 euros
El volumen incluye tres novelas cortas: La antigua condición mortal, El vino del mediodía y Pálido caballo, pálido jinete, que da título al conjunto. Todas fueron escritas a finales de los años 30 del siglo XX, cuando Katherine Anne Porter (1890-1980), la autora, una mujer emancipada y aventurera que viajó mucho, que trabajó tanto de extra de cine como de profesora universitaria, que se divorció cuatro veces y que cultivó la narración; plenitud de sus facultades literarias.
Porter es considerada una de las cuatro grandes escritoras del sur estadounidense, junto a Carson McCullers, Flannery O'Connor y Eudora Welty. Su literatura mezcla con precisión la poesía y la sordidez, la elegancia y la brutalidad, y puede tanto retratar el entorno rural de una granja pobre de Texas como la cotidianidad precaria y frenética de la redacción de un diario en una ciudad en plena Gran Guerra. Virtuosa de las descripciones fulminantes –"eran una cara y una figura donde nada podía leerse salvo la crónica de cincuenta años de ineptitud para la vida sensual"– y con un dominio impecable de los ritmos narrativos, de la fluidez de los diálogos, del dramatismo de las situaciones y de las elipsis entre las elipsis entre decalaje que existe entre la experiencia engañada o ingenua de sus protagonistas y la naturaleza auténtica de la realidad.
El ejemplo de la tía Amy
La novela corta que abre el volumen, La antigua condición mortal, está dividida en tres partes o secuencias y funciona como un relato de formación y, al mismo tiempo, como un retrato de las perversas y claustrofóbicas dinámicas que pueden darse a las familias. Las dos protagonistas son Maria y Miranda, dos niñas que a lo largo del relato se convertirán en dos mujeres jóvenes y que crecen rodeadas por las historias de una misteriosa y casi mítica tía Amy que trató de vivir a su manera, que dejó huella –para bien y para mal– en todo el que la conoció y murió de forma pulsada. El ejemplo de la tía Amy, y el recuerdo admirativo o resentido que genera en aquellos que la trataron, llevan a Miranda a adoptar una actitud vital rebelde. En este sentido, el final del relato, contado en tercera persona, es memorable: la narradora, con una última frase algo sarcástica pero también llena de compasión, impone en la joven protagonista, valiente pero ignorante del funcionamiento del mundo, todo el peso de la fatalidad de la existencia.
La segunda novela corta, El vino del mediodía, también tiene como núcleo dramático y expresivo la idea de que la vida de hombres y mujeres a menudo está regida por una especie de fuerza fatal que se les impone y que no pueden controlar. Cuenta la historia de una familia de granjeros vaqueros, marido, esposa y dos hijos, que un día emplean a un sueco silencioso y taciturno, de quien no saben nada porque nunca cuenta nada. La prosperidad y el extraño compañerismo del misterioso sueco quedan trituradas el día que llega alguien buscándolo. La gracia literaria y la profundidad humana con la que Porter escribe sobre los momentos buenos y sobre los episodios terribles de sus personajes demuestra la enorme versatilidad de su talento.
Pálido caballo, pálido jinete, que cierra el volumen, es una historia preciosa y siniestra sobre los dos grandes terrores de principios del siglo XX: la Gran Guerra y la epidemia de gripe de 1918. Con la misma prosa enérgica, plástica y diáfana, Porter describe el amor y la muerte, los trasiegos del periodismo y los delirios de la fe. Una de las grandes.