Las primeras veces

Una propuesta insuperable para estas vacaciones

Una mujer joven frente al mar
28/06/2024
3 min

BarcelonaFinales de junio, la temida época en la que todo el mundo empieza a preguntar: "¿Y qué haces, por vacaciones?". Para alguna gente, esto es lo equivalente a preguntar dónde vas de viaje. Cambio climático y turistificación aparte, hoy me gustaría defender las bondades de una respuesta como: "No mucho, descansar y aburrirme".

El IEC describe el verbo distraerse como "tener la atención distraída, no darse cuenta de lo que conviene". Pero también como "algo susceptible de abrirse o de excluirse". Enric Prats, profesor de pedagogía de la Universidad de Barcelona, ​​dice que el aburrimiento es una puerta de entrada al esfuerzo y también es una manera de conocernos mejor –de excluirse– porque nos da tiempo para pensar, para saber dónde estamos y por qué hemos llegado. Pero también para no hacer nada, es decir, poder distraerse, dejar pasar el tiempo sin sufrir para llegar a los lugares, hacer colas, acabar trabajos o conseguir la excelencia.

El aburrimiento puede estimular la creatividad

La neurociencia nos explica que el aburrimiento tiene dos razones evolutivas. Por un lado, nos ayuda a no estar siempre conectados con lo que nos envuelve. Si estamos estimulados por todo, no podemos distinguir entre lo importante y lo que no lo es. Por otro lado, el aburrimiento puede estimular la creatividad. En este sentido, la psicóloga Sandi Mann llevó a cabo un experimento para evaluar la creatividad después de ejecutar tareas aburridas. El primer grupo copió números de una guía telefónica durante veinte minutos y el segundo grupo realizó una tarea aún más monótona. Luego pidió a cada grupo que pensara usos creativos para dos vasos de papel. Pues bien, el grupo que realizó la labor más aburrida generó ideas más creativas. Mann defiende que, cuando estamos aburridos, buscamos algo que nos estimule que no encontramos en nuestro entorno inmediato y que cuando empezamos a soñar despiertos y dejamos que la mente divaga, pensamos más allá del consciente.

En la misma línea, la neurocientífica Alicia Walf, del Instituto Politécnico Rensselaer, asegura que aburrirse de vez en cuando es fundamental, puesto que los estudios indican que el cerebro entra en un modo automático cuando no estamos ocupados con una tarea específica y es entonces cuando recargamos energías, y las ideas o soluciones que habían quedado en un estado latente pueden emerger y madurar. De hecho, muchos escritores explican que algunas de las ideas más inspiradas les llegan cuando no están haciendo nada especial, es decir, que los personajes y las tramas siguen haciendo vida y desarrollándose dentro del cerebro, ajenos a la propia voluntad y conciencia .

El filósofo, matemático y Nobel de literatura Bertrand Russell dijo que "la capacidad de soportar una vida más o menos monótona debería adquirirse en la infancia". "La excitación es como una droga, que cada vez se necesita en mayor cantidad. Un niño, como una planta joven, se desarrolla mejor cuando se le deja crecer sin perturbaciones en la misma tierra. El exceso de viajes, el excesiva variedad de impresiones, no son buenos para los jóvenes, y son la causa de que, a medida que crecen, se vuelvan incapaces de soportar la monotonía fructífera".

Hace tiempo que tengo una novela dentro de la cabeza que quiero despejar, así que seguiré los consejos de científicos y sabios y este verano procuraré practicar la monotonía fructífera tanto como pueda y más. ¿Qué haré por vacaciones? Distraer, curiosear y curiosear.

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