Arte

El mejor antídoto contra el odio franquista en Picasso

Una exposición en los Espais Volart recuerda el homenaje que 270 artistas hicieron al pintor malagueño en 1971

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Alguns de los tapetes de la exposición 'Homenajeo a Picasso, Vallauris 1972'

BarcelonaLa relación de las autoridades franquistas con la figura de Pablo Picasso fue muy compleja y llegó a extremos muy violentos, como recuerda la nueva exposición de los Espais Volart de la Fundación Vila Casas, Homenaje a Picasso. Vallauris, 1972, que se puede visitar hasta el 2 de octubre. Los cerca de 300 tapetes (piezas de algodón con puntas) de más de 200 artistas que la forman, muchos de ellos pintados por grandes artistas de todo el mundo, son fruto de la iniciativa que puso en marcha el joven galerista Santiago Palet como un gesto de desagravio hacia Picasso después de que miembros de la organización de ultraderecha Guerrilleros de Cristo Rey le quemaran la galería Taller de Picasso de Barcelona.

Como indica el título de la muestra, los tapetes se expusieron en Vallauris (Provenza) en 1972. Cayeron en el olvido después de la muerte del artista malagueño y más adelante pertenecieron a Jani Figueres, que exponía una pequeña parte en el Hotel Mas de Torrent, actualmente propiedad del grupo hotelero de Pau Guardans. Después de la muerte de Figueres en 2020, la compró la Fundación Vila Casas.

Vídeo de la exposición de los Espacios Volart de la Fundación Vila Casas 'Homenajeo a Picasso. Vallauris, 1972'

El incendio de la galería Taller de Picasso no fue un hecho aislado, sino que formó parte de una ola de atentados tolerada por el régimen franquista que se inició coincidiendo con el 90.º aniversario de artista malagueño el 25 de octubre de 1971. Otro de los ataques lo partió la galería madrileña Theo durante una exposición de homenaje al malagueño. El Museo Picasso y Sala Gaspar, que en aquel momento exponía una selección de obra reciente del malagueño, se salvaron porque tomaron medidas y pidieron protección oficial. "El aparato franquista había hecho el esfuerzo de despolitizar a Picasso desde los años 50", pero no lo consiguió y el artista malagueño se convirtió en "un símbolo de libertad y democracia", afirma Nadia Hernández, comisaria de la muestra en los Espais Volart y autora del libro Picasso en el punto de mira. La picassofobia y los atentados a la cultura en el Tardofranquismo. (Universitat de Lleida). De hecho, la exposición es un proyecto conjunto con Antoni Vila Casas, que tiene un aprecio especial.

La comisaria de la exposición, Nadia Hernández, y Antoni Vila Casas

Así que en esta exposición el trasfondo histórico es apasionante y los fichajes que consiguió Palet, hasta llegar a 400 piezas de 271 artistas, son un lujo: se pueden ver trabajos de artistas como Joan Miró, Antoni Tàpies, Joan Brossa, Antonio Saura, Josep Maria Subirachs, Victor Vasarely, Alexander Calder, Eduardo Chillida, Modest Cuixart, Juana Francés, Juan Genovés, Maria Girona, Eduard Arranz Bravo, Sonia Delaunay y el Equipo Crónica; y también del cineasta Fernando Fernán Gómez, del músico Pau Casals, del escritor Camilo José Cela, de la actriz Emma Cohen. Incluso la escritora Agatha Christie mandó una carta.

Fue Antoni Tàpies quien le dio a Palet la idea de pedir estas obras, pero él sugirió que trabajaran en un folio y fue Salvador Dalí quien le recomendó al galerista que en lugar de papel usaran un tapete, porque él mismo había usado uno de papel en el primer retrato que hizo a Gala y otro para hacer un dibujo preparatorio del Rostro del Gran Masturbador. Así que Santiago Palet encargó 400 tapetes, pero de tela, a un convento de monjas de la Bonanova y envió dos a cada artista con una carta donde les hacía la petición. Los tapetes no convencieron a todos los artistas, puesto que a Eduardo Chillida de entrada lo bloqueó un apoyo "tan femenino", explica el director artístico de la Fundación Vila Casas, Àlex Susanna.

El centenario Viladot

Coincidiendo con la muestra picassiana, también abre las puertas la exposición Guillem Viladot, la experimentación incesante, el más importante de los actos conmemorativos del centenario del nacimiento del artista y pionero de la poesía experimental en Catalunya Guillem Viladot (Agramunt, 1922 - Barcelona, 1999). También es la primera exposición individual en Barcelona desde el año 1980, así que el conocimiento de su obra plástica es todavía "una asignatura pendiente", como dice Àlex Susanna. La muestra incluye 116 obras, entre dibujos, collages y esculturas, incluidas tres de las escasas pinturas abstractas que hizo en medio de una polémica entre figuración y abstracción en los primeros años 70. "Lo que defendemos es su indisciplina, la variedad de registros que va tratando de manera simultánea a lo largo de su vida", afirma Pau Minguet, director de la fundación Lo Pardal, puesta en marcha por Guillem Viladot en su localidad natal, y comisario de la muestra.

Hijo de una alcurnia de farmacéuticos y farmacéutico él mismo, Guillem Viladot pudo trabajar con independencia sin tenerse que preocupar de tener que vivir de su obra. "No es que a Viladot podamos abordarlo desde momentos, series y estilos concretos, sino que tenemos que ver cómo este cúmulo de sensaciones, lenguajes, técnicas y momentos creativos forman parte de su imaginario", explica Minguet. La exposición está organizada temáticamente en diez ámbitos dedicados a cuestiones como sus orígenes rurales en Agramunt, que siempre lo acompañaron; las esculturas que hizo con piedras de río, herederas de Marcel Duchamp y Leandre Cristòfol; los collages, y las esculturas sobre los temas psicoanalíticos que lo obsesionaron, hechos a partir de la yuxtaposición de diferentes objetos cotidianos.

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