Ópera

Muere la soprano Edita Gruberova a los 74 años

La cantante eslovaca era una diva del 'bel canto' muy estimada por el público del Liceu

ARA
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La soprano eslovaca Edita Gruberova en una imagen del 2013

BarcelonaLa soprano eslovaca Edita Gruberova ha muerto este lunes en Zúrich a los 74 años, según ha informado la familia en un comunicado enviado por la agencia Hilbert Artists Management de Múnich. Nacida en Bratislava en 1946, hija de madre húngara y padre de origen alemán, Gruberova fue una de las grandes sopranos de coloratura y diva del bel canto de los últimos 50 años. Debutó en 1968 con el papel de Rosina en Il barbiere di Siviglia, de Rossini, pero fue a principios de los años setenta en Viena y en Nueva York donde forjó su éxito, sobre todo a raíz de la interpretación de la Reina de la Noche en La flauta mágica, de Mozart. Y en 1977 llegó uno de sus grandes momentos en el Festival de Salzburgo con la ópera Don Carlo, de Verdi, con dirección de Herbert von Karajan.

Cantó por todas partes, en los principales teatros de ópera del mundo, incluido el Gran Teatre del Liceu, donde aconteció toda una leyenda. "Con el traspaso de Edita Gruberova se va toda una época –dice el director artístico del Liceu, Víctor García de Gomar–. Permanecerá el recuerdo de las inolvidables noches, auténticas páginas doradas, de este teatro". En el Liceu debutó en 1978 interpretando a Konstanze en El rapto en el serrallo, de Mozart. Después volvió a menudo, consiguiendo un aprecio incondicional, y en 2013 el público del Liceu le dedicó más de media hora de aplausos y ovaciones en un recital de lied con el pianista Alexander Schmalcz. Era una prueba de el “idilio” entre Barcelona y Gruberova, “recibimiento con la calidez que solo merecen los escogidos”, tal como explicó el crítico Xavier Cester al ARA .

En el álbum personal de García de Gomar “estarán imborrables sus encarnaciones” en óperas de Donizetti de las Reinas Tudor, Lucia di Lammermoor y Marie de La fille du régiment, de la Zerbinetta de Ariadna auf Naxos de Strauss, o “quizás una más controvertida Violeta Valery de La traviata de Verdi”. “Artista comprometida de voz implacable, de tonalidades metálicas, penetrante, tenía un privilegiado instrumento vehículo de fragilidad (Maria Stuarda o Roberto Devereux) pero también de temperamento (Zerbinetta o la Reina de la Noche). Inolvidable, carismática, nos regaló lo mejor de su arte y forma parte de la lista de leyendas que han frecuentado nuestro escenario”, asegura el director artístico del Liceu.

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