Música

"Aprendí catalán gracias a Rosalía"

Los fans llenan el Palau Sant Jordi para ver el regreso de la cantante a su casa tres años después

3 min
Un grupo de fans momento antes de entrar en  concierto de Rosalia al Palacio Sant Jordi

Barcelona"Saoko, papi, saoko", se cantan las pandillas de amigos que están a punto de ver a Rosalía en Barcelona, como si fuera la contraseña para entrar en el Palau Sant Jordi. A las siete y cuarto abren puertas. Los más aplicados se han manufacturado la camiseta motomami con la plantilla que la cantante incluyó dentro de su vinilo (es la señal de los que son fans fans). Los que van a última hora la compran por 40 euros en los puestos de entrada al recinto, donde años atrás habrían vendido discos y hoy hay merchandising.

Rosalía también ha cambiado esto. "Ha creado un nuevo concepto de música, ha innovado y ha sabido llegar al corazón de las personas", dice uno de sus fans, que ha venido con dos amigos. Llegan al grupo Javi y Fèlix. Tienen 28 años y forman parte de una pandilla de siete, vestidos todos con un top de tiras corto, blanco, y el cuerpo lleno de brillantes rojos. Es el color de la noche, a juego con las letras de Motomami. "La sigo desde el principio, desde 2018 con Los Angeles, soy fanático total –dice Javi–. Por su estilo, porque es alguien que experimenta, por este remix de música que hace y por el flamenco. Me gustaba desde pequeño y siempre me miraban con cara rara y ahora ¡boom!, está de moda". Laia (30) y Sumiko (20) la veneran. "Nos encanta lo que representa, el mensaje que da, lo que ha conseguido marchando afuera", dice Laia. "E incluso es un canon de belleza diferente, que amplía los referentes para las niñas", opina Sumiko. Anna (22) va por el mismo camino: "Me gusta su música, como artista, cómo piensa y me inspira como mujer", dice, con su madre al lado, que le acaba de hacer una foto.

Unos fans antes de entrar en  Palau Sant Jordi al concierto de Rosalía, Motomami Tour
Laia y Sumiko antes de entrar en el Palau Sant Jordi

Veo tacones de aguja, mallas, trenzas, tops, transparencias y posados de Instagram emulando a la cantante. El público joven, de veinte y treinta, es el que manda, pero también hay niños y canas. Pillo a una familia de Castellón que ha venido expresamente para traer a Irene (13) y a Ángeles (9) al concierto. "Es un premio porque han sacado buenas notas. Es la primera vez que van a un concierto así", dice su padre. Oigo a otra madre que pregunta a su hija si está nerviosa. Cada verano eligen un concierto para compartir y este es el fenómeno del momento. Se tenía que estar. Una pareja de amigas de 23 y 26 años que compraron entradas hace solo dos semanas: "El último álbum vale mucho la pena pero no somos superfans locas", dicen. Es la música que escuchan con sus amigos y cuando salen. Vienen como quien va a la discoteca. También les gusta Rauw, la pareja de Rosalía. "No paran de sonar".

El postureo es importante. Un Mosso d'Esquadra hace el servicio ciudadano de sacarle la foto a una pareja de motofans que hace el gesto de ir en Kawasaki delante del furgón policial. También posan para la pantalla tres chicas a las cuales oigo hablar inglés. "Rosalía es increíble, es una diosa, me gusta todo", dice una madrileña. Resulta que ha venido de Londres para estar en el concierto de Barcelona con una amiga keniana, un francés y una escocesa que vive en Barcelona desde septiembre y me responde en catalán. ¿Por qué lo habla tan bien? "Porque me gustan las lenguas. Y aprendí catalán antes de venir a vivir aquí gracias a Rosalía, con Milionària", asegura. Rosalía, diosa, gracias también por eso.

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