Celebración poco lucida del bicentenario de la 'Novena'
La Sinfónica del Vallés interpreta a Beethoven en el Palau de la Música y estrena una obra de Elisenda Fàbregas
- Dirección: Andrés Salado. Con Rita Morais (soprano), Laura Brasó (soprano), Mariona Llobera (mezzosoprano), Roger Padullés (tenor), Ferran Albrich (barítono) y Daniel Mestre (dirección Coral Cármina).
- Programa: Oda a la fortaleza (Somos personas primero, mujeres después) , de Elisenda Fàbregas, y Sinfonía núm. 9 , de Ludwig van Beethoven.
El 7 de mayo de 1824 un Ludwig van Beethoven totalmente sordo asistía a un triunfal plebiscito, al final de la primera interpretación de su novena sinfonía. Doscientos años después, los ecos de esa página escrita en homenaje a la fraternidad universal resuenan por todas partes, aunque la condición humana objeto del idealismo schilleriano cada vez parece más idiotizada y con un rumbo incierto, completamente alejado de la utopía prerromántica.
Buena ocasión, en cualquier caso, para recuperar la página beethoveniana en manos de una Orquesta Sinfónica del Vallès (OSV) consolidada en su papel y con un buen nivel medio. ¿Por qué, sin embargo, el concierto que habría servido para festejar el bicentenario de una obra perenne resultó, si no decepcionante, sí poquita cosa? Por la labor de un director, Andrés Salado, que abordaba la partitura por primera vez sin haberla profundizado lo suficiente. Faltó más dialéctica entre los contrastes de los cuatro movimientos, mayor claridad en los planos sonoros y más énfasis en el discurso. Suplirlo por un volumen atronador y por pasajes resueltos con dudoso gusto o por algunas entradas en falso es mostrar un trabajo a medias. Los músicos de la OSV se emplearon, la Coral Cármina cumplió y el cuadro solista formado por Laura Brasó, Mariona Llobera, Roger Padullés y Ferran Albrich mostró sus bondades. Sin embargo, en conjunto, la versión fue de nivel medio, a excepción de algunos momentos notables, como la exposición temática del tercer movimiento o el pasaje central del primero.
Como contrapunto a la oda gozosa con la que culmina la página de Beethoven, la OSV encargó a la veterana Elisenda Fàbregas un poema sinfónico para orquesta, corazón femenino, soprano y mezzosoprano marcadamente feminista: “Somos personas primero, mujeres después” es la constante delOda a la fortaleza, que hacía su estreno mundial. Se trata de una obra breve, bien escrita y con un lenguaje convencional, tonal y con momentos muy agradecidos, a pesar de la monotonía del texto. La sección femenina de la Coral Cármina dejó entrever en demasiadas ocasiones que se trataba de una obra desconocida y las incertidumbres pasaron factura. Tampoco Salado parecía pisar seguro el terreno y la OSV calentaba motores antes de la gigantesca partitura beethoveniana que venía a continuación.