La Cobla Sant Jordi supera la crisis de los 40 con un concierto memorable
La formación barcelonesa celebra cuatro décadas de trayectoria en el Palau de la Música estrenando piezas de Guinovart y Ros Marbà
BarcelonaAunque haya ido renovando a sus integrantes a lo largo de los años, la Cobla Sant Jordi-Ciudad de Barcelona acaba de soplar cuarenta velas, y ha celebrado el aniversario con un gran concierto en el Palau de la Música, que ha combinado piezas emblemáticas de Eduard Toldrà, Juli Garreta y Ricard Lamote de Grignon con el estreno de dos composiciones luminosas de Albert Guinovart y Antoni Ros Marbà.
"Cuando llegas a los cuarenta te preguntas dónde estás. Miras hacia atrás pero también hacia adelante", dijo Laura Aubert, actriz y directora escénica del concierto de este miércoles por la noche. Ella fue la encargada de introducir cada pieza con gracia y en diálogo con los doce músicos y su director, Marcel Sabaté. "Desde el principio, la Cobla Sant Jordi tuvo claro que seguiría tocando a los bailes, y que a la vez quería abrir nuevos caminos", añadió. Por eso empezaron la fiesta sonora estrenando una pieza de Guinovart que homenajea al mundo del circo en un tono juguetón y atrevido. Camino de luz, de Ricard Lamote de Grignon y Ribas, fue el primero de los clásicos recuperados por la formación, que actualmente trabaja en un homenaje al compositor barcelonés ya su padre, Joan Lamote de Grignon y Bocquet. Una suntuosa interpretación de El hayedo de Jordà, compuesta por Eduard Toldrà en 1925, mereció los primeros bravos de la noche. Luego llegó Montmagastre, de Manuel Oltra: su tramo final retuvo con furia entre las paredes del Palau. Elegia, de Joaquim Serra, precedió otra pieza muy celebrada, A Pau Casals, de Juli Garreta. Josep Pla dejó escrito que Garreta fue "un momento de maravilla, un grito deslumbrante de alegría". Tantos años después, y gracias a interpretaciones como la de la Cobla Sant Jordi, las palabras del autor deEl cuaderno gris siguen siendo válidas.
El concierto de los 40 años de la Cobla Sant Jordi tuvo como colofón otro estreno, Pequeña suite lúdica, de Antoni Ros Marbà, un final esplendoroso y chispeado de misterio. Si al principio Guinovart subió al escenario para felicitar a los músicos, Ros Marbà fue más allá: les acompañó en uno de los movimientos de la suite haciendo sonar los platillos con una sonrisa pícara.