Dorian: "Después de la ruptura logramos salir del fuego sin quemarnos"
Grupo musical. Publica el disco 'Futuros imposibles'
BarcelonaPocos grupos musicales sobreviven a la ruptura sentimental de algunos de sus componentes. Menos aún cuando la separación afecta al núcleo creativo fundacional. Marc Gili y Belly Hernández, después de dos décadas al frente de Dorian, dejaron de ser pareja cuando ultimaban el disco Ritual (2021). Cada uno eligió un camino sentimental propio, pero juntos decidieron seguir adelante con el grupo. La reflexión posterior al cataclismo empapa ahora las canciones del disco Futuros imposibles (Intromúsica & El Temblor, 2024), que el grupo barcelonés presenta en concierto en la sala Razzmatazz de Barcelona el 12 de diciembre, en la Tarraco Arena de Tarragona el día 13 y en la Mirona de Salt el 14. Marc Gili habla de todo ello en esta entrevista.
¿Cómo vivisteis la separación como pareja?
— Fue duro. Pero cuando decidimos que seguiríamos adelante con el grupo y que acabaríamos el disco, porque es lo que más nos gusta del mundo, ya no estábamos tan mal como en el proceso de creación de Ritual. La relación terminó porque todo tiene un principio y un final, y la pareja colapsó. Las cosas que nos separaban eran menos que las que nos unían, pero las que nos separaban pesaban más que las que nos unían. Fue muy duro hacer ese disco. Lloramos mucho en las sesiones de grabación. Fue como atravesar un fuego. Después de las sesiones de grabación, cada uno se iba a su casa, que en ese momento eran casas provisionales. Todo esto lo recuerdo como una especie de psicodelia mental como muy fuerte, pero de la que hemos aprendido mucho ambos.
Y ahora habláis de ello en Futuros imposibles, que parece un disco autobiográfico.
— Sí que es el álbum más autobiográfico de Dorian, y al mismo tiempo el disco con el que más gente se sentirá reflejada, porque a todo el mundo le han pasado las cosas que contamos en estas canciones: roturas, rupturas, decepciones, muertes de colegas, duelos...
¿Dorian estuvo a punto de acabarse?
— Sí, fue de un pelo, pero hicimos un acto de reflexión y nos dimos cuenta de que la banda era más importante que nosotros, que Dorian era nuestro hijo, nuestro proyecto vital. Poco a poco fuimos saliendo del luto y al cabo de dos años volvimos a pasarlo muy bien haciendo música juntos. Porque, cuando Belly y yo hacemos música juntos, se detiene el tiempo. Es la persona con la que lo paso mejor haciendo música. Y volvimos a encontrar esa chispa, esa energía, esa fuerza creativa, y empezamos a darnos cuenta de que lo estábamos superando.
¿Eso cuándo fue?
— En el verano de 2023 nos dimos cuenta de que lo habíamos superado porque podíamos estar solos en una habitación y volvía a fluir la creatividad como siempre, estando ya cada uno con sus vidas. Yo estoy más en actitud de soltero. Ella ya tiene una pareja estable, y muy guapa, con la que tengo una gran relación. Pero, independientemente de todo esto, volvíamos a ser ella y yo haciendo música como un dúo creativo potente y sin rencores, sin segundas lecturas de las frases, sin subtexto: solo pura creación, amor y fraternidad. Es mi mejor amiga y lo será siempre, porque el vínculo sigue existiendo.
Artísticamente, Ritual se planteaba como el comienzo de una nueva etapa, pero puede que haya quedado más bien como un paréntesis. Lo digo porque Futuros imposibles es un disco mucho más Dorian.
— Se podría trazar una trilogía discontinua dentro de la discografía de Dorian con La ciudad subterránea (2009), Justicia universal (2018) y finalmente este Futuros imposibles. Conforman una trilogía de sonido Dorian 100%, esta mezcla de New Wave, postpunk, electrónica, electro-rock y pop que tan bien se nos da. ¿Ritual es un paréntesis? No, porque estoy seguro de que en un futuro haremos otro Ritual, porque en el ADN de Dorian está la investigación y continuaremos haciendo crossovers con otros estilos musicales. Lo que ha pasado es que nos apetecía volver a nuestra esencia, y hacerlo con un álbum tan autobiográfico como Futuros imposibles ha tenido todo el sentido.
Por cierto, el riff inicial de la canción Algo especial ¿está sacado de The Who?
— No es de The Who, pero sí es un pequeño homenaje a The Who. Si me pidieras que eligiera entre los Beatles y los Stones, yo me quedaría con los The Who. Es una banda que me ha acompañado toda mi vida. The Who es nobleza, rabia, amistad, profundidad. Es la banda que me hierve la sangre.
Las canciones Algo especial y Por ti forman un díptico que explica su ruptura como pareja: una desde tu punto de vista y Por ti desde el de Belly, que además canta la canción.
— El álbum comienza con Algo especial, que es mi carta de rotura para Belly, que tiene la réplica en la segunda parte del álbum con Por ti, que es Belly respondiendo esta carta. Me parece precioso y funciona muy bien narrativamente. No es un álbum conceptual, pero hay un hilo conductor que ata un poquito todo el disco, sobre todo canciones como Algo especial, Elegía, Por ti y la última, Solo el cielo, que es una canción de disculpa. Mientras estaba haciendo las letras del disco, me di cuenta de que la historia de música popular está llena de canciones de desamor y de ruptura escritas desde el rencor y el reproche. Pero no había tantas, escritas desde el recuerdo y el agradecimiento a la persona que te ha acompañado durante todo este tiempo, que te ha enseñado tantas cosas, con la que has compartido tantas cosas y con la que tienes tantas cosas bonitas en común. Entonces me di cuenta de que tenía un hilo conductor y además una narrativa algo más original. Y creo que hacer canciones que hablan de rupturas y de luto, pero desde el amor y el agradecimiento al camino compartido, aporta algo positivo a la sociedad: eso lo cantamos frente a 20.000 personas cada semana. Este álbum aporta algo positivo y estoy orgulloso, y la gente en los conciertos está empezando a cantar fuerte estas canciones.
Es verdad que hay canciones e incluso discos enteros "de divorcio" como el Rumours de Fleetwood Mac, que es toda una carnicería emocional...
— Sí, es una carnicería, pero al mismo tiempo incluye Dreams, que es la canción anticelos más bonita de los años setenta, porque ella le está diciendo a él: te quieres ir con otros, ningún problema, pero que sepas que cuando te pase la fiesta y te encuentres solo en medio de la tormenta, ellas no estarán alrededor tuyo cuidándote cuando estés mal. Ella le dice al principio: si quieres jugar, juega, vete el discurso, por eso es una canción que impacta tanto. Pero, evidentemente, ese disco de Fleetwood Mac fue una escabechina, y con la cocaína y todo lo que sabemos.
Últimamente, artistas como Taylor Swift, Olivia Rodrigo y Shakira han construido discos desde el despecho y la rabia, que no son los sentimientos que barajas en tus canciones ni mucho menos.
— No, porque debemos ser algo más maduros. Una cosa es el proceso de luto, cuando estás atravesado por las tinieblas mentales y la dopamina sube y baja. Estás en un delirio, y puedo entender que la gente pueda tener sentimientos de odio y de reproche, pero una vez ha pasado todo esto, cuando va amainando la tormenta, si sigues odiando a la expareja y no puedes ni cruzarte por la calle con ella, el problema es que te conoces muy poco porque escogiste muy mal. No acabo de entender a las personas que, salvo que hayan tenido mucha mala suerte y les hayan engañado mucho, no pueden ver ni con pintura la expareja.
En estos tres años, Bart Sanz y Lisandro Montes, los otros dos componentes de Dorian, ¿qué papel han tenido? ¿Han sido un apoyo para la banda? ¿Ha sufrido por ellos?
— En todo este proceso de ruptura, de luto y de creación de un álbum, su aportación fue fundamental porque se mantuvieron ambos en una distancia equidistante entre Belly y yo. No tomaron partido por una u otro y, además, a una distancia emocionalmente equidistante: ni muy encima ni muy lejos. Acompañaron, que es lo que deben hacer los buenos amigos y las buenas amigas en estas circunstancias: no adoctrinar, no dar la tabarra, sino acompañar a una distancia prudencial a estas personas que están pasando una enfermedad que se llama luto, y cuidando y acompañante. En este sentido, su actitud fue absolutamente brillante e intachable. Después de la ruptura, gracias a ellos también logramos salir del fuego sin quemarnos.
¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes relacionado con la música?
— Cuando era un niño pequeño y mi padre me ponía los vinilos en el tocadiscos. Me decía: "Marc, ¿qué disco te apetece escuchar? Mira, coge este del Neil Young, este del Serrat". Y yo lo ponía. Esto te crea un amor tremendo por la música. Quizás fue la semilla con la que empecé a enamorarme de esa práctica artística tan increíble que es la música.
¿Y qué recuerdo te gustaría olvidar?
— El peor recuerdo... Bien, no es que fuera ningún trauma, pero después de tres o cuatro años yendo detrás de tocar en el Sónar de Buenos Aires, justo cuando empezamos a tocar, que había unas 8.000 personas delante, cayó un aguacero tipo DANA que hizo que se vaciara por completo. Veníamos de la otra punta del mundo y fue doloroso porque no es fácil abrir camino al extranjero. Y también te diría lo que nos pasó en un país de Latinoamérica cuyo nombre no quiero decir por no estigmatizarlo. Después de un concierto en el que hicimos un sold out de unas 1.500 personas, volviendo al hotel sufrimos un asalto con armas de fuego, y fue muy violento. Nos encañonaron y nos robaron unos 5.000 euros en material. Ese día sí que fue muy duro, no tanto por el tema material como porque pensé que quizá volvía a casa sin un miembro de mi grupo y que cómo se lo contaría yo a su madre. Dicho esto, al margen de esa experiencia, todas nuestras experiencias en Latinoamérica han sido siempre increíbles. Adoro esa parte del mundo y volvería mil veces. Pero, desgraciadamente, es una realidad con la que todo el mundo vive; tarde o temprano a todo el mundo le pasa, que le peguen una pistola en la cabeza.