Música

Dorian: "El turbocapitalismo genera una masa de volumen cultural imposible de digerir"

Grupo musical. Publican el disco 'Ritual'

6 min
El grupo Dorian

BarcelonaMarc Gili y Belly Hernández llevan dos décadas al frente de Dorian, uno de los grupos catalanes con más proyección internacional fruto de un trabajo constante sobre todo en América Latina. Cuatro años después de Justicia universal, publican Ritual. Este viernes lo presentan en el Festival Strenes de Girona.

¿Qué crees que significará Ritual en vuestra trayectoria?

Marc Gili: El comienzo de una nueva etapa creativa. Ritual es un álbum donde han germinado y hecho eclosión por fin, de manera visible, influencias musicales que teníamos dentro, pero que no habían salido a la luz. En Ritual la gente encontrará synth pop, como siempre hemos hecho Dorian, y toques de New Wave, pero también ritmos caribeños, ritmos de Argentina y Brasil, un poco de rap, una cantante maravillosa de cumbia como es Lido Pimienta, Suu con un tema de dream pop... Fíjate cuántos ingredientes estoy poniendo sobre la mesa y todos conviven porque nos hemos atrevido a jugar con la música, a tirar los dados y ver qué salía. Este álbum supondrá probablemente el inicio de la etapa más creativa de Dorian como banda y también la más valiente.

¿Es una manera de motivaros ahora que lleváis veinte años de trayectoria?

Belly Hernández: Es un instinto natural, forma parte de nuestra naturaleza. Somos inquietos. Es verdad que podíamos repetir una fórmula, pero esto no nos haría felices.

Se puede decir que habéis variado un poco la caligrafía, pero la libreta sigue siendo pop.

M.G.: Sí. Tenemos una marca de la casa y la responsable es Belly: su tratamiento de los arreglos, de los sintetizadores y de las melodías de voz tiene una marca muy definida. Esto nos permite evolucionar musicalmente sin dejar de tener nuestro sonido. Es una gran suerte porque podemos ser elásticos sin traicionarnos a nosotros mismos. Las influencias te van saliendo de forma natural, pero la pandemia nos permitió escuchar muchísima música con mucha tranquilidad y esto hizo que estas influencias que habíamos ido adquiriendo a lo largo de los viajes de Dorian por América Latina y últimamente también por Estados Unidos acabaran estallando en este boom ecléctico.

¿The Weeknd también es una de estas influencias?

B.H.: Siempre lo hemos escuchado mucho. Yo lo admiro mucho porque hace una cosa muy difícil: hacer un discurso que es muy asequible para todo el mundo, un pop muy bien hecho, pero a la vez muy preciosista; si lo analizas un poquito, te das cuenta de que hay un trabajo de producción muy fino.

¿Todo ello ha hecho que por alguna razón este sea el disco menos melancólico de Dorian?

M.G.: Sí, es el disco menos melancólico de Dorian. Ritual es un álbum que lanza una mirada crítica sobre la sociedad, pero no es una mirada nihilista, sino esperanzadora. En las letras quise cambiar la dirección del telescopio, que estaba mirando siempre hacia el ego y hacia nuestro entorno inmediato. Ahora mira hacia la sociedad y de este modo cambia el yo por el nosotros. Muchas letras hablan de asuntos que tienen que ver con la actualidad social y política: el feminismo, el tema LGTBI, la gentrificación, la obsesión por las redes sociales o la proliferación de un mundo en el que el metaverso y el titular rápido están ganando la batalla. Pero no manda la desesperanza, sino una óptica positiva. Por ejemplo, Techos de cristal es una canción feminista que dice que una vez las mujeres estén totalmente empoderadas y formen parte de posiciones de poder de forma normal, nos enseñarán a los hombres a comunicarnos de otro modo.

Belly, ¿tú compartes esta visión de la canción?

B.H.: Sí que la comparto, sí. Además, he leído bastante estudios feministas y es verdad que se tiene que buscar la igualdad, pero desde otra óptica, sin emular roles masculinos.

M.G.: Esta es la clave. También hay una canción, Lento, que es una invitación a no desesperarnos cuando tenemos la sensación de que los progresos sociales avanzan lentamente. Si miramos atrás veremos que vivimos en un entorno menos xenófobo, menos machista y menos racista que hace veinte o treinta años, pero todavía queda mucho por hacer. Si continuamos empujando, como dice la canción, que está inspirada en L'estaca, si entre todos empujamos, las cosas cambian y mejoran.

En el disco anterior estaba Señales, una canción sobre la gentrificación en Barcelona. En Ritual está Tornado, que constata la globalidad del fenómeno.

M.G.: Tornado es el paisaje después de la batalla del covid. ¿Cómo lo tenemos esto? Es una canción dedicada a la generación que ha quedado atrapada entre la crisis de Lehman Brothers de 2008 y la crisis del coronavirus. Tornado es una especie de cajón de sastre donde metemos muchas cosas que nos molestan de la sociedad actual. En cuanto a la gentrificación, hablamos de São Paulo, Barcelona, Roma, pero podrían ser muchísimas otras ciudades porque es un fenómeno mundial.

En cuanto a las colaboraciones, destaca la de Alizzz, el cómplice necesario del éxito de C. Tangana.

M.G.: Energía rara la hicimos con Alizzz en nuestra casa cuatro semanas antes del confinamiento y tiene un punto de humor que a Dorian siempre nos ha costado un poquito.

B.H.: Fue muy guay trabajar con él. Es un productor bastante extraño, porque normalmente los productores se ocupan más del sonido y del tema instrumental, y él es un artista 360. Trabaja de una manera muy particular: al mismo tiempo se ocupa de la música, de la parte vocal, de las letras, de la estructura. Es como una especie de motor en movimiento que no deja de trabajar, siempre está pensando en todos los vértices a la vez.

M.G.: Y componiendo es rapidísimo. Me empujó a mí como letrista a echar los versos rápidos y de forma intuitiva, como hace con Tangana. Yo no estoy acostumbrado a trabajar tan rápido, soy muy de mirarme mucho cada verso, y en cambio me encantó que me obligara a tener los versos terminados aquel mismo día, aquella misma tarde o al día siguiente por la mañana como mucho.

Con Alizzz se puede decir que tenéis un vínculo musical y generacional. En cambio, con Suu hay distancia musical y generacional. ¿Cómo ha ido la colaboración con ella en Universal?

B.H.: Fue muy fácil porque es una chica muy madura. Y es muy profesional. Nosotros teníamos la intuición de que en esta canción podía ir bien, pero como pasa con todas las colaboraciones realmente no sabes como irá. Ella venía muy preparada y con muchas opciones, y es una chica con la que es un placer trabajar, es muy despierta, muy viva y muy madura.

La letra de Universal es...

M.G.: Es mía. Estaba hecha para ser cantada por dos voces. Son dos personas que están flotando después de hacer el amor y habla del amor espiritual y del amor carnal como una unidad necesaria cuando se quiere llegar a otro nivel de espiritualidad. Y de la energía universal, que al final es todo lo que nos rodea, porque no dejamos de ser polvo de estrellas. Era una canción muy guapa para cerrar el disco y Suu la clavó. Tenemos superbuena relación personal y creo que haremos más cositas en el futuro.

Siempre habéis defendido la cultura como factor de cambio. ¿Tenéis la sensación de que en los últimos años no es tan relevante, el valor social de la cultura, o todo lo contrario?

B.H.: Creo que la pandemia ha hecho que valoremos ciertas cosas. Quiero pensar que la gente ha valorado las cosas que van más allá y se han dado cuenta de que la cultura es un alimento muy necesario para la sociedad. No sé si soy demasiado idealista.

M.G.: El valor social de la cultura sigue siendo alto e importante, pero estamos viviendo un fenómeno inquietante que es la sobresaturación de cultura. Es una barbaridad la cantidad de libros que se publican cada año, la cantidad de discos y de canciones que se publican cada semana, las películas, las series, los videojuegos... Llega un momento que los árboles no dejan ver el bosque y en este sentido estamos sobreexponiendo volúmenes ingentes de material cultural a una sociedad que quizá ya no puede absorber tanto, porque no es solo lo que se publica cada año, sino todo lo que se ha publicado a lo largo de los años. Nos encontramos con el problema del turbocapitalismo, que genera una masa de volumen cultural bestial, imposible de digerir. Este sería quizá el problema.

Habéis estado hace poco en México tocando en dos festivales y tenéis mucha experiencia en festivales de todo el mundo. ¿Han cambiado mucho en los últimos años?

B.H.: Creo que no. Han democratizado la música independiente, han servido de altavoz. Es cierto que hay gente que va, no solo por un tema musical, sino para salir y pasárselo bien, pero creo que esto ha ayudado. ¿Cambios? Quizá es un público menos especializado que al principio, cuando los festivales eran más de nicho estrictamente musical. Pero también ha hecho que nuestra música llegue a mucha más gente y sin los festivales no lo habríamos conseguido. Yo sí que noto magia en los festivales donde vamos a tocar, esto no se ha perdido. Veo al público muy predispuesto.

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