Crítica de música

Un Händel en horas bajas

René Jacobs dirigió una versión concierto de 'Tamerlano' en el Palau de la Música

René Jacobs dirigiendo la Orquesta Barroca de Friburgo en el Palau de la Música.
15/05/2025
2 min
  • Palacio de la Música Catalana. 14 de mayo de 2025

Tamerlano dista de ser una obra maestra respecto a la ópera inmediatamente anterior de Händel (Giulio Cesare, que en pocos días vuelve al Liceo). Si bien hay arias interesantes, no contiene la singularidad de la obra precedente.

En este punto, René Jacobs ya no debe demostrar nada a nadie. Pero el miércoles por la noche se le notaba cansado y, con ese gesto suyo tan característico, se plantó frente a la extraordinaria Orquesta Barroca de Friburgo sin que se notara que se implicaba como en tantas otras ocasiones.

Esta versión de Tamerlano se ha resuelto con voces correctas, de las que tan sólo sobresalió una, mientras que había otra que no habría tenido que subir al escenario del Palau de la Música. La que sobresalió fue la contralto Helena Rasker en la piel de Irene: lució volumen, expresividad y musicalidad. En cambio, el tenor Thomas Walker exhibe un instrumento de calidad pero engullado y ocasionalmente con sonidos de una feal estremecedora.

¿Resultado? Un Händel en horas bajas y demasiado oscilante en cuanto al equilibrio vocal. Más que suficiente el Tamerlano del contratenor Paul-Antoine Bénos-Djian, junto a otro contratenor, Alexander Chance, un Andronico bien cantado en las partes más comprometidas, pero de graves sordos y escasa proyección. Belleza tímbrica y buen gusto lo que puso Katharina Ruckgaber al servicio de Asteria, y escasa personalidad vocal la de Matthias Winckhler como Leone.

La orquesta alemana, como ya nos tiene acostumbrados y pese a la baja forma que exhibió Jacobs, sacó un buen sonido y unas líneas sinuosas y de perfectos acabados. Los obligados funcionaron e incluso celebramos la inclusión de los dos clarinetes en el aria de Irene Felice me, se il soglio.

Y, finalmente, una reflexión y una recomendación: no creo que sea con estas versiones "en concierto" que se tengan que divulgar las óperas del barroco, larguísimas y con su trepa de recitativos secos y arias da capo. Porque la operación resulta descafeinada. Y en todo caso, la solución de colocar cuatro rampoines en el escenario y mover a los cantantes como si hicieran una versión escenificada da como resultado uno ni carne ni pescado que no favorece en absoluto el disfrute de obras de estas características. Yo recomendaría no hacerlo. Y quien tenga orejas, que escuche.

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