Música y artes escénicas

Jordi Fosas: "Hemos utilizado las entidades de cultura popular como laboratorio de artistas"

Director de la Feria Mediterránea de Manresa

BarcelonaJordi Fosas (1976) lleva seis años dirigiendo la Feria Mediterránea de Manresa, una cita ineludible para captar el latido vivísimo de la creación musical y escénica relacionada con la cultura de raíz. "Raíz que nos habla en presente es uno de los lemas que más utilizo", dice Fosas. Raíz que en la 28ª edición que se celebra del 9 al 12 de octubre crece con artistas como Anna Ferrer, Sol Picó, María, Alondra, Cocanha, Aranná, Gloria Ribera, Bilaka, Cía Voël, Raül Refree con el Ni.

Una de las singularidades de la Fira Mediterrània es el Obrador de Raíz, que llega a la quinta edición. ¿Es el propósito conseguido que más deseabas?

— Sí. En 2019 existían dos retos importantes. Uno era saber explicar muy bien qué es la feria, qué significa el concepto de raíz tradicional contemporánea y de trabajar la tradición desde el presente. El otro era tejer un sector en torno a ese trabajo con la tradición. Y eso quería decir impulsar y apoyar a los artistas para que pudieran trabajar, para que arriesgaran, y para que llegaran bien a la feria, al tiempo que este sector estuviera trabajando en red con otros equipamientos y espacios. El objetivo no era sólo ayudar al artista a coproducirle proyectos, sino que se generara un mercado y un sector en torno a las artes de raíz. Es de lo que me siento más contento de la feria.

A otras ferias y mercados los artistas llegan con el trabajo realizado de casa. En cambio, el Obrador de Raíz potencia la creación en la misma feria.

— Sí, también. Este año el espectáculo inaugural es PA, de Anna Ferrer, que el año pasado estuvo instalada en Manresa los días de la feria con su equipo empezando a dar vueltas al proyecto. También pasa con proyectos que ahora están en la Fabra i Coats y en el Graner del Mercat de les Flors, porque queremos que todo sea un laboratorio de transmisión cruzada de conocimiento.

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Esto hace que se generen complicidades y fidelidades, como con las Tarta Relena, que empezaron presentándose en la capilla del Rapte y acabaron actuando dos veces en el Kursaal.

— Esto me hace muy feliz. Para mí el trabajo con Marta Torrella y Helena Rosés es uno de los ejemplos claros de los que queremos que sean la Feria Mediterránea y el Obrador de Raíz. Y hacerlo con el tiempo. La feria no debe ser un espacio de "paso, vengo y desaparezco", sino que debe intentar sostener y acompañar. La actuación de las Tarta Relena en la capilla del Rapte en 2019 hizo que Carles Sala las acogiera en la Fabra i Coats para hacer el maravilloso espectáculo 4132314 sobre la memoria textil con Cocanha y Los Sara Fontán [proyecto que recibió el Premio Ciutat de Barcelona]. Y eso hizo que volvieran a la feria con una coproducción con el Sónar. Y de repente nos cabecea que Fira Mediterrània pueda estar dialogando con el Sónar. Un trabajo de un espacio público como la feria es sostener en el tiempo los proyectos culturales, darles un empuje. Lo hemos hecho en música con Tarta Relena, la Orquesta de Músicas de Raíz de Cataluña (OMAC), y en danza con L'Esbord de Pere Seda. Creemos firmemente.

¿Y los programadores entienden el Obrador de Raíz? No ven la cosa hecha, sino que deben esperar un tiempo para que esté terminada.

— Cuesta bastante entender un proceso de creación. Lo hemos ido reorientando. Este año hacemos unas jornadas profesionales que hablan de acompañar al artista, y uno de los diálogos que habrá es el de Galderic Sanmartí, del Centro Cívico de Porqueres, Anna Sala y Lara Magrinyà, del grupo L'Arannà, que han estado haciendo una residencia. Es decir, un programador municipal como es el Ayuntamiento de Porqueres también puede acompañar a un artista en un proceso de creación. A veces nos parece que esto sólo puede hacerlo un equipamiento como L'Auditori, la Fabra i Coats, el Graner, el Canal o la Marfà, pero también puede salir de un programador de un pueblo como Porqueres. Si nos miramos a cualquier artista francés que tenemos, como la compañía Bilaka, que será el último día en la sala grande del Kursaal, ¡mires los créditos de coproducción y de centros de residencia y da una envidia! En cambio, aquí vemos "con el apoyo del Departamento de Cultura de la Generalitat" porque han pedido una subvención.

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Bien, con el caso de la OMAC sí había bastantes coproductores: la Marfà, el Centro Artesano Tradicionàrius, varios...

— Sí, salió además del primer Obrador. La condición sine qua non que pusimos fue: no será un proyecto que simplemente coproduceremos desde la Fira Mediterrània. En vez de ser dos productores, que fueran diez. Esto hizo que la OMAC tuviera el bolo de la feria y diez más. Me gustaría mucho que el país funcionara de esta forma.

En el ámbito estrictamente profesional, ¿qué pata de la feria funciona mejor, las artes escénicas o la musical?

— Yo diría que la música, porque hay más contrataciones. Es un mercado que está más acostumbrado a funcionar de esta forma, y ​​hay mucho más circuito y mucho más recorrido para los proyectos. En el ámbito internacional, indudablemente la música. Este año, por ejemplo, está desbordando la presencia de programadores internacionales. Además, coincide con el encuentro anual del European Folk Network que ayudamos a crear. El trabajo con las artes escénicas lo situamos mucho más a nivel catalán y estatal, aunque también hemos abierto puertas internacionales. El año pasado teníamos el programador de la Bienal de Danza de Cali, y este año ya hay proyectos en Cali, y también hay un proyecto obrador trazado con la Bienal de Cali. De todos modos, a un programador municipal la Fira le es muy útil para esta mirada multidisciplinaria que tiene: tanto puede ver un concierto de música como un espectáculo de danza y uno de público familiar, y quizá se marcha de la feria prácticamente con la carta a los Reyes hecha, cosa que en otros mercados no ocurre.

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¿Habla con los artistas para que los proyectos que presenten en la Fira Mediterrània se adecuen a las necesidades de los programadores?

— Intentamos no condicionar un proceso de creación, pero sí tratamos de darle opciones, sobre todo con piezas de danza, porque tenemos muy poco recorrido en el país, de piezas de medio formato, ya no digo mayor, de sala.

Y ahora tendremos menos con las obras en el Mercat de les Flors.

— Exacto. Por tanto, aconsejamos que una pieza pueda ser muy híbrida, que pueda acabar siendo una pieza de 20 minutos de calle o convertirse en una pieza de 50 minutos de sala. Hay un proceso de diálogo con el artista, de aterrizar pero no condicionar. No me he encontrado con tener que reducir las expectativas creativas a ningún artista.

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¿Conocías Manresa lo suficiente antes de ser director de la Feria Mediterránea?

— La conocía de la feria. De haber bailado y de haber ido como programador de Esdansa.

Y estos seis años como director de la feria, ¿qué te han descubierto de Manresa?

— Todo el tejido de entidades. Sí conocía a Manresa y los equipamientos; por tanto, sabía que existía todo un abanico de opciones increíbles. Pero a la hora de ir rascando, de conocer a Xàldiga, los castellers, el Esbart Manresà, el propio Kursaal por dentro, las exposiciones, el equipo de trabajo del Museo del Barroco, pensé "mira que es una ciudad que se quiere muy poco", y no lo entiendo. Sigo sin entenderlo y lo manifiesto tanto como puedo, porque no lo entiendo. Yo vengo de Olot, que a veces es una ciudad que ama demasiado y que enseguida saca mucho pecho de lo que hace. Y vas a Manresa y piensas "¡pero si tiene un valor incalculable!". Me gustaría que ellos mismos quisieran un poco más. El año pasado ocupamos el Museo del Barroco y realizamos unas colaboraciones maravillosas. Hemos utilizado las entidades de cultura popular de Manresa como laboratorio de artistas, y me he encontrado con una ciudad con ganas de hacer y con un tejido que ha tenido ganas de ser un laboratorio, de trabajar con la cultura popular.

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El año pasado en el Museo del Barroco ya hubo mucho. Es un equipamiento con muchas posibilidades.

— Yo estoy enamoradísimo del Museo del Barroco. Este año volveremos a utilizar el claustro, donde pondremos algunos espectáculos de danza: Sol Picó, La Venidera... Pero no podremos utilizar las salas de arriba porque están haciendo obras. Programando en el museo, en una sala blanca, le estás diciendo al programador que necesita muy poca cosa. Seguro que en tu municipio tienes un espacio para programar.

En el Mercado de Música Viva de Vic han introducido un par de capillas como escenarios de conciertos, y uno de los directores, Joan Rial, recordaba al ARA que en cada pueblo de Cataluña hay al menos una iglesia.

— Totalmente. Algo bueno que tenemos los mercados estratégicos es que se hacen en ciudades donde tenemos espacios, como nosotros que tenemos un Kursaal con 800 butacas. Es inmejorable, pero igualmente debemos buscarnos la vida para realizar 120 funciones en cuatro días. Por tanto, tienes que utilizar un montón de espacios, como la capilla del Rapte. Todo el mundo tiene una capilla en su municipio.

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No todo el mundo tiene una catedral. En cambio, la catedral de Manresa no la utilizó demasiado.

— No mucho. Cuesta. El año pasado hicimos un concierto de corneja y órgano, pero aquí hemos ido atrás como sociedad. Cuesta que todo sea permeable y haya ganas de hacer en este sentido. Pero ganas de hacer cosas en la Seu sí que tenemos, por supuesto.

Con el presupuesto que tiene, ¿cómo le afecta la inflación de cachés artísticos?

— No sólo los cachés, te diría. Hemos intentado ponernos al día con las retribuciones artísticas, pero también hemos asumido la inflación en el ámbito técnico y en los alojamientos. Estoy muy contento de la apuesta de la dirección general de Cultura Popular y, por tanto, del departamento de Cultura, por el proyecto que presenté en 2019. Tenemos un obrador con 360.000 euros, y que se haya apostado por un proyecto así es muy importante. No puedo quejarme por nada. También nos han puesto al día el presupuesto de la feria para adecuarlo a la inflación.

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¿Qué presupuesto tiene ahora?

— 1.360.000, más o menos, del que un millón es Fira y 360.000 son Obrador de Raíz. Cuando empecé el presupuesto de la fundación apenas tocaba los 900.000 euros.

¿Cuáles han sido las mejores experiencias en la Fira Mediterrània? ¿Y cuáles han sido los momentos más complicados?

— Complicado, en 2019, el aterrizaje.

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¿Más que la pandemia?

— Sí, porque tuvimos muy poco tiempo. Yo entraba en marzo y en abril ya estábamos presentando un primer esbozo de programación. Por suerte me encontré con unos regalizes, como el de El animal de acequia de la Sol Picó y el de Arnau Tordera con la Cobla Berga Jove. La pandemia fue muy complicada, mucho, pero tanto personal como profesionalmente la he invertido totalmente. En aquellos momentos todo se replanteó de arriba abajo, fue un momento extraordinario para que se apostara firmemente por el Obrador, porque además era un espacio que quería apoyar a los artistas justo cuando los artistas estaban absolutamente parados. Uno de los momentos más bonitos que he vivido fue una presentación que hicimos del primer Obrador de Raíz que hicimos en el obrador de Mosaics Martí, una empresa que hace mosaico hidráulico tradicional pero con tecnología de hoy. Íbamos con mascarillas, con distancias, pero lo recuerdo como uno de los momentos más emocionantes que he vivido en la feria. Y como director, lo que me hace más ilusión es ver todos estos proyectos que hemos ido acompañando y que van trabajando, como Tarta Relena, Pere Seda, Momi Maiga, la OMAC y Anna Ferrer... Cuando ves que las cosas les van bien, te llena mucho también personalmente para que empatices con los artistas.

Uno de los momentos más impactantes de estos años fue el final del concierto de Los Voluble con Mucha Muchacha en el Kursaal, con toda la gente, incluida la consejera de Cultura, bailando en el escenario.

— Sí, sí, sí... Creo que ha sido uno de los espectáculos inaugurales más contundentes que hemos hecho, y de los que me siento más feliz porque explican muy bien qué es la Fira Mediterrània y qué queremos hacer con la tradición. Es el inaugural que más gente me ha escrito o me ha abrazado después dándome las gracias por traer cosas como estas. Porque este proyecto podría haber estado en el claustro del museo para las 200 personas a las que les gusta Mucha Muchacha y Los Voluble, y, en cambio, lo pusimos un contexto inaugural con 800 personas en el Kursaal, con un público muy diverso que no era necesariamente su público...

¿Qué espectáculos recomiendas de la Fira Mediterrània 2025?

— Recomiendo mucho ir a ver lo que no conoces. Éste sería el gran consejo.