Jordi Casadesús i Joan Rial: "Para que sobreviva algo en Vic hay que hacerlo muy bien"
Directores del Mercado de Música Viva de Vic
BarcelonaCambio de ciclo en el Mercado de Música Viva de Vic. La 37a edición, que se hará del 17 al 21 de septiembre, es la primera bajo la dirección de Jordi Casadesús, Joan Rial y Rubèn Pujol, dos de Vic y un oristanco, respectivamente. Cogen el relevo de Marc Lloret y Oriol Roca, que dirigieron la principal feria musical del país durante catorce años. La nueva etapa incluye nuevos escenarios y la programación de setenta conciertos de artistas y grupos como Maria Arnal, Biznaga, Brighton 64, Fades, La Ludwig Band, Rocío Márquez, Mazoni, Mishima, Ouineta, 31 Hambre y Triquell. Del legado, del presente y del futuro, hablan Casadesús y Rial.
¿Qué recuerda de su primer Mercado de Música Viva, como espectadores?
— Jordi Casadesús: Supongo que era muy pequeño, y sería un concierto de Lax'n'Busto, de la época de La caja que sube y baja [1995]. Pero el recuerdo más intenso lo tengo del concierto de Dusminguet, Fermin Muguruza y dr. Calypso en la plaza Mayor en 2001.
— Joan Rial: El primer recuerdo... de ir a ver Els Pets con los padres.
¿Y como profesionales?
— JC: La primera vez que tocamos con La Iaia en la plaza Mayor, que era como un preestreno de Las rayas del bañador [2011]. Abríamos la plaza, y fue muy especial.
— JR: Empecé a trabajar en el sector precisamente en el Mercat, llevando los hoteles. Y el primer recuerdo que tengo es un lunes o un martes, antes de empezar, que llegaban unas mujeres brasileñas y argentinas. Marc y Oriol se las llevaron a cenar en un japonés de Vic, y me invitaron a ir... a mí, que no soporto el sushi.
¿Qué legado han dejado a Marc Lloret y Oriol Roca como directores del Mercado?
— JC: El cambio de fechas, potenciando la actividad profesional entre semana y concentrarla en la Atlántida, fue un cambio muy importante. Y, artísticamente, hicieron una apuesta muy fuerte para los estrenos, para que los inicios de gira pasaran por el Mercat. También trabajaron la internacionalización.
— JR: La solidez del proyecto. Este año hemos viajado bastante, y todo el mundo conoce el Mercat. Todo el mundo sabe cuáles son los pilares fundamentales, y esto es gracias al trabajo que realizaron.
— JC: El legado de la sonrisa. Cuando decimos que somos los directores del Mercado, todo el mundo nos recibe con esa sonrisa de reconocimiento.
— JR: Y pocos problemas con el personal. Esto me ha sorprendido. No te diré que todo el mundo habla maravillas, hay gente que se ha entendido mejor y otros no tanto, pero cuando entras en un proyecto a menudo te encuentras cadáveres en la habitación. En cambio, aquí se respeta mucho el trabajo y la pulcritud de Marc y Oriol, y todo el mundo está de acuerdo en que es algo serio, bien hecho y bien trabajado. Y para que sobreviva algo en Vic, hay que hacerlo muy bien, porque es muy difícil hacer las cosas fuera de Barcelona. Es muy raro que el Mercado de Música Viva de Vic todavía se haga en Vic.
¿Por el Mercado pasan los grupos de los festivales y las fiestas mayores del verano siguiente, o los grupos de las programaciones de invierno y primavera de los ayuntamientos?
— JC: Un poco de todo. Por lo general, siempre se trabaja a largo plazo, para la primavera-verano.
— JR: Mazoni, por ejemplo, tiene la gira de otoño e invierno cerrada, y viene al Mercado a buscar el verano. Pero hay gente que no está a nivel de Mazoni, que viene a buscar los conciertos de enero y febrero. A mí me gusta decir que septiembre es como un segundo Fin de Año, que comienza un año que termina el 31 de agosto del año siguiente. Y el Mercat es como la preparación del verano, que es el fin.
— JC: Pero no se trata de empezar de cero, sino de venir con trabajo realizado. Un cambio que hemos propuesto este año es trabajar más en los contextos de cada bolo. Hemos abierto un escenario en la iglesia de los Dolores para realizar conciertos más pequeños, para propuestas que se pueden programar ya en otoño, y otro en la plaza de la Catedral, que será más cañero, más abierto para los festivales del próximo verano. Con cada grupo se trabaja en función del escenario en el que toca y del tipo de profesionales que pueden asistir.
A veces hay artistas que presentan formatos que no son los que van a pedir después los programadores municipales. O proponen algo muy ambicioso que muchos programadores no podrán pagar.
— JR: Nos hemos puesto bastante serios, con este tema. Si miras a los grupos que tocan en el Mercado, verás una escala de precios. Es decir, si eres un programador de un ciclo pequeño, te irán bien los grupos que tocan en la iglesia de los Dolores o en la sala pequeña de la Atlántida. Si vas a la sala grande, la escalera es otra. Es importante colocar cada grupo en su sitio. Por ejemplo, no ponemos un grupo de punk en un auditorio porque seguramente no volverá a tocar nunca más en un auditorio. Queremos romper con el sistema de un escenario como escaparate y que vayan pasando grupos. Nos interesa dar a los artistas el escenario que piden, y que el público se sienta a gusto. Poner a la gente en el sitio que toca es dar el máximo de pistas al programador para que pueda hacer su trabajo.
Rozalén explica que uno de los peores recuerdos musicales que tiene es del día que tocó en un mercado profesional en Buenos Aires. Notaba que le estaban juzgando constantemente. ¿Cómo acompañáis a los artistas para que no tengan esa sensación en el Mercado?
— JC: Los tres somos músicos, y tenemos muy claro que se sufre mucho cuando estás en un escenario y el contexto no es el tuyo. En el Mercat intentamos ser cuidadosos con lo que cada artista quiere, y hablamos con ellos para que la elección del escenario sea la mejor.
— JR: Nosotros habríamos programado la Maria Arnal en el teatro, pero hablando con el management decidimos hacerla en la plaza Mayor para buscarle el mejor contexto. Nuestro trabajo es que el proyecto pueda expresarse de la mejor manera. Es un trabajo conjunto, pero tenemos una responsabilidad como programadores. Si algo no funciona, no puede ser siempre culpa de los demás. Un concierto sin público es un concierto mal organizado. Es muy fácil sacudirse la responsabilidad y decir que la culpa es del grupo, que no aporta suficiente público. Pero quizás es que no está en el sitio que toca, ni en el momento que toca. Somos conscientes de que, de las más de setenta actuaciones que programamos, habrá algunas que quizá no funcionen.
Entiendo que el nuevo escenario de la plaza de la Catedral, donde tocarán grupos de punk-rock como Biznaga, está pensado para generar estos contextos favorables, ¿no?
— JR: Sí. No te diré que hemos abierto un escenario para que Biznaga luzca, pero sí que encontramos que el escenario de la Catedral es ideal para grupos como Biznaga. Este concierto será muy importante para nosotros: si un programador ve la plaza llena, todo el mundo vibrando con el grupo, es imposible no comprar un concierto.
Y el año que viene puede convencer a los Cala Vento para que toquen ellos en la plaza de la Catedral.
— JR: Exacto. Quizás si ven a los Biznaga, sean los Cala Vento que nos dirán: "Queremos tocar en la plaza de la Catedral".
— JC: Jazz Cava era un buen ejemplo. Es un espacio peculiar. Recuerdo hablar con Marc y Oriol, que a veces les costaba encajar grupos. Este año hemos potenciado el jazz y el club, la parte electrónica. El aforo es pequeño, y como los profesionales especializados en el jazz no son los mayoritarios, todos tendrán cabida.
¿Y en la iglesia de los Dolores habrá nunca black metal?
— JC: No lo creemos, porque no encajaría; no porque el black metal no encaje, sino porque la iglesia de Els Dolors necesita una propuesta que sea relativamente pequeña, acústica, y que se adecue a la acústica del espacio. Cuanto mayor volumen haya, menos lo disfruta el espectador. Programar un concierto de black metal sería realizar un triste servicio al grupo. Pero frente a la Catedral sería muy guapo; no dentro, sino fuera.
— JR: Tengo muchas ganas de ver los conciertos en la iglesia de los Dolores. En los últimos cinco años ha aumentado muchísimo el nivel de ciclos pequeños en Cataluña. Además cada pueblo tiene una iglesia. Esto es lo único seguro en Catalunya. Entonces, se trata de mostrar a los programadores que se pueden realizar conciertos en una iglesia, donde hay propuestas que brillan más que en la plaza de la Figuera a las 6 de la tarde, con el calor.
Las iglesias ya acogen a menudo música antigua y de cámara, como los conciertos del Festival de Música Antigua de los Pirineos o de la Schubertíada, por llamarlo un par. Pero es cierto que al pop le cuesta más entrar.
— JR: Es verdad. La sonorización de una iglesia no es una cuestión fácil, pero funciona con pianistas, cantantes, propuestas acústicas...
— JC: Es exactamente esto. En la iglesia de los Dolores llevamos la Bianca Steck, que vendrá en un formato que habrá un arpista. También habrá Óskar Gudjonsson y Magnús Jóhann, un dúo de Islandia de piano y saxo, que en una iglesia puede brillar muchísimo. Y Edna Bravo, que es un proyecto muy acústico.
— JR: Edna Bravo podría realizar una gira por sesenta iglesias de Catalunya.
Otra cosa no, pero auditorios, plazas mayores o iglesias, las hay en todas partes...
— JR: Me gusta pensar que el Mercat es también inspirador para los programadores. Este verano he estado muy obsesionado con el concepto de la cafetería universal: que puedes estar en Australia tomando un café y sentirte como en casa porque la madera es la misma, hay IKEA en todas partes, las tazas todas son de China, el café es de Brasil... Pues bien, estaría bien que esto no ocurriera con los conciertos. Se trata de motivar a los programadores a hacer cosas en lugares que quizás no son fáciles pero que dan un plus cualitativo al artista. Como programadores públicos, es un trabajo que estamos obligados a realizar. No tener un auditorio en el pueblo no es motivo para no realizar conciertos. Tienes una iglesia, tienes una plaza, tienes un lugar con encanto: puedes dar un concierto.
— JC: Hay conciertos que son inspiracionales, en el sentido de que tal vez inspiran a un programador para hacer algo especial en algún rincón que tienen en el pueblo o la ciudad. En el ámbito artístico también existen conciertos que no tienen un sentido tan estricto de mercado; este año tenemos Jay-Jay Johanson y Okkervil River, que quizás no necesitan venir al Mercado de Música Viva para tener una gira. Pero puede ser inspirador llevar a artistas que ya tienen una trayectoria.
— JR: Esto supongo que es la herencia nuestra de ser de Vic y de haber ido al Mercat cada año. El Mercado ha realizado esta función para nosotros.
— JC: Antes, cuando hablábamos del legado de Marc y Oriol, hay que añadir "Poner Vic en el mapa". Se le creyeron mucho. Y para nosotros, que somos de Vic, poner la ciudad en el mapa es muy interesante, porque hemos podido ver grupos que sin el Mercat quizá les costaría venir.
— JR: Si no hubiera existido el Mercat, yo no hubiera sido ni músico, primero, ni profesional de la música, después. Y quieras que no, que nosotros podamos llegar a hacer una dirección artística del Mercat, siendo los tres de Vic, es culpa del Mercat.
¿Os angustia o tenéis miedo a perder el paso de la actualidad musical? Es decir, ¿que el Mercado no refleje lo que realmente está pasando a la música actualmente?
— JR: No. En cualquier caso, la angustia podría ser dejar gente atrás, que la gente diga "¿Dónde está el Mercado de siempre?". Nos hemos forzado a descartar algunos cambios hasta hacer algo coherente y consistente. Pero sí artísticamente lo que más nos ha destacado la gente es que el 60% del cartel no saben quiénes son.
— JC: Lo dicen en un sentido positivo. Es muy interesante para los profesionales y para los que tienen ganas de descubrir estas nuevas propuestas.
— JR: También ha sido divertido porque ha sido como un pellizco en el trasero de mucha gente. "Me pongo las pilas porque no me gusta no conocer el 50% de quienes hay".
Uno de los aciertos es hacerles eco de la nueva escena queer, la de proyectos como Ouineta, Fades, Svetlana...
— JR: Llegamos tarde, porque la velocidad del ciclo es increíble... En el proyecto que presentamos en mayo del año pasado ya hablábamos de esta escena.
Y no le dé la espalda, sino que los programáis en el escenario del Sucre.
— JR: Intentamos ayudarles. Hablamos con los managements de estos grupos y les pedimos lo que necesitaban del sector. Porque para venir a hacer un showcase de la Ouineta a la carpa... El objetivo fue cambiarles el tamaño del nombre al cartel, para entendernos, que se vean capaces de estar en un escenario grande y decir: aquí hay 5.000 personas, y que puedan subir cachés, hacer mejores producciones, profesionalizarse... Porque están en esa fina línea en la que cobrar2. grupo. El objetivo es hacerles creer que sí que pueden subir el nivel de cara al año siguiente o hacerles tener los pies en el suelo y decir: "Señores, no está listo todavía, porque hemos hecho esto, nos hemos puesto todos de acuerdo en que aquí habría 5.000 personas y no están; por lo tanto, tenemos que hacer más trabajo. El año próximo tendremos".
¿Qué concierto me recomiendan?
— JC y JR: No podemos decir uno solo.
— JR: Tengo muchas ganas de ver a todos estos grupos que programamos. Todos tienen un sentido y un aliciente. Y las hay, obviamente, que me hacen muchísima ilusión. Por ejemplo, el de Maria Arnal porque es muy interesante que podamos realizar una presentación del nuevo proyecto en la plaza Mayor de Vic, porque uno de los objetivos que nos marcamos era remitificar el escenario de la plaza. Lo recordamos como el gran escenario del Mercado de Música Viva, pero no de dimensión, sino de grandeza. Tocar en la plaza Mayor era algo muy grande para nosotros. Y queremos recuperar ese espíritu que las familias vayan a ver los conciertos ya descubrir a artistas de una calidad superlativa. Nos parece muy interesante hacer Maria Arnal, La Ludwig Band y 31 Hambre, porque se tenía un poco de miedo a llenar la plaza y desbordarla, porque para los conciertos más multitudinarios ya había un Sucre. Nosotros el Sucre lo hemos entendido como algo más underground, para la nueva escena catalana y la electrónica, pero queremos que la gran foto del Mercat sea la plaza. También me hacen ilusión los conciertos en la iglesia de los Dolores, que son las perlas. De hecho, hay muchas perlas este año en el Mercat. Tengo la sensación de que quien busque un poco y vaya más allá de los grandes nombres descubrirá muchas perlas.