Novedad editorial

Marina Rossell: "Me ha interesado más el amor, ligar, el sexo, que las drogas"

Cantante. Publica las memorias 'No haré otro libro'

12/03/2025
10 min

BarcelonaTras superar el umbral de los 70 años, un cáncer y una ruptura amorosa, Marina Rossell (Castellet y la Gornal, 1954) propuso a su amigo Albert Om (Taradell, 1966) que le escribiera una biografía corta, pero que fuera al tuétano. El resultado es No haré otro libro (Universo), un libro que son muchos: un retrato íntimo de la cantante, su mirada particular de un tiempo de un país, la banda sonora de nuestras vidas y el testimonio de una amistad. Om —Albertillu, como le dice ella— sabe conducir a la cantante por recuerdos que nunca había contado, por situaciones cómicas y por aprendizajes que son lecciones de vida. Divertido y emocionante, la salida del libro coincide con el concierto de Marina Rossell este jueves por la noche en Luz de Gas, en el festival Barnasants, a propósito del disco 300 gritos (Satélite K).

¿Qué Marina quería hacer aparecer en este libro?

Marina Rossell: Quería contar la realidad de las cosas, no maquillarlas, contarlas tal y como han sido.

Albert Om: Una de las cosas que he aprendido con ella es que la felicidad, en el sentido de placidez, es como aburrida, que está bien que te ocurran cosas buenas y malas. Las cosas malas no te las puedes saltar, pero tampoco puedes quedarte a vivir.

MR: Siento que la felicidad permanente es de necios, porque no es real. También está bien no ser feliz. Nos gustan los gustos dulces, porque también apreciamos el salado. La vida es un contraste. Y es algo natural pasar por un trance de salud.

¿Cómo decidió el estilo del libro? Porque está escrito desde la proximidad y con un lenguaje muy genuino.

AO: Marina Rossell no se parece a nadie, tiene esa cosa singular, única. Y el deseo era intentar escribir un libro que tampoco se pareciera a una biografía canónica, cronológica. La memoria de Marina es una memoria que no funciona por fechas, funciona por emociones, por imágenes, y tiene un punto desordenado que es lo que yo quería que fuera el libro. Intentar retratar la esencia de Marina también es eso. La idea fue que se fueran alternando mi voz y la suya en una especie de conversación sobre cómo ha vivido.

MR: Sobre las emociones, la emoción de vivir y la tristeza que a veces atraviesas y que te lleva a la misma emoción.

AO: Tú querías que el libro sirviera a la gente.

MR: Sí, una experiencia vital que pueda servirle. Porque leo muchas biografías, de Yourcenar, de gente que me interesa, y aprendo mucho. ¿Cómo lo hicieron esto? Cómo lo va apechugar, eso? Yo he aprendido mucho en conversaciones y he aprendido mucho leyendo libros de biografías.

Todo comienza con la llegada de la Marina jovencita a la plaza Catalunya con 16 años y 100 pesetas —50 por ir y 50 por volver—, una guitarra y una bolsa. Hoy parece imposible. No sé si hay cierto orgullo de decir: "Lo he salido, vengo de aquí".

MR: No tenía orgullo, tenía pena, porque tenía que buscarme la vida desde la nada. Ahora no lo haría [ríe]. No iría tan al tonto. A los 16 años, sin céntimos, sin nada, no tenía estudios superiores, no sé, pudo hacerme heroinómana o prostituta o qué sé yo. Había de todo, en Barcelona, ​​comparado con un pueblecito de 300 habitantes que es Gornal. Ahora no lo haría.

Entonces no tendríamos a Marina Rossell.

MR: O sea que todo ha ido bien.

¿Cómo fue el comienzo musical? Cita a Josep Maria Espinàs y Laura Almerich como dos amigos clave para empezar la carrera, tocando en conciertos de Llach u Ovidi…

MR: Fue muy rodado, muy lentamente, pero muy seguro. Ni estaban los medios que hay ahora, ni estaban los tuiteros, no había nada instantáneo. Tenías que ir a cantar a los pueblos, no existía TV3, ibas a Miramar, en el circuito catalán de la televisión estatal. Todo era muy diferente, más lento, pero quizás también más sólido. Ahora todo es muy rápido, pero después también ves desaparecer a muchas personas, tanto grupos como cantantes.

Albert Om y Marina Rossell durante la entrevista en Barcelona.

¿Cree que tuvo suerte o fue habilitado para congeniar con esa gente?

MR: Creo en el azar, creo en el ángel de la guardia. Y creo que nada es espontáneo, que hay una energía que transmites. Y después está la fortaleza, cuando eres muy joven, de poder hacer lo que te gusta, de no conformarte sólo con lo que los demás creen que puedes hacer, sino con lo que puedes hacer tú. Y yo tenía un talento innato, tenía algo natural por la música, sucia, sin trabajar, e hizo que me encarrilara mucho. Ya oía cantar a mi madre mientras lavaba la ropa a mano en el jardín con una pastilla Lagarto: cantaba muy bien.

AO: Después, cuando llegas a Barcelona, ​​quisiste rodearte de gente que sabía más que tú. Esto a veces también crea inseguridad, pero creo que es una constante en tu vida, de intentar aprender, de estar chupando constantemente de gente que sabe más.

En el libro cita cuatro referentes: Salvador Espriu, Maria Aurèlia Capmany, Neus Català y Montserrat Roig. Celebra haberse encontrado con esa generación precedente extraordinaria.

MR: Eran los padres y madres de una cultura que yo apenas empezaba a conocer, porque había ido a un colegio nacional y nos hacían izar la bandera y cantar el Cara al sol. Lo hacíamos con mucha naturalidad porque no sabíamos ni qué significaba. Entonces descubrí otra realidad. Y me interesó, me relacioné con personas que sabían más cosas que yo, sí. Pero todo esto es instintivo, no tengo ningún mérito, es algo de supervivencia, como un gato que busca comida y encuentra.

AO: En el libro hay mucho agradecimiento a toda esta gente. Y otra cosa: en el libro no hay falsa modestia. Dices: "Soy una gran cantante". Ahora puedes decirlo. Hace unos años no lo habrías dicho.

MR: Porque, además, ahora tengo perspectiva de todo, soy mayor, ya me despido de la tierra, como quien dice, y debo empezar a autovalorarme también.

Usted reconoce tener un don: más que la voz, es la capacidad de hacer emocionar con la voz.

MR: Porque lo he visto. La gente se conmueve, lo he visto muchas veces. Me impresiona cuando veo a alguien que llora mientras canto. Y ahora que soy mayor, lloran por muchas cosas: porque con esta canción despedimos a mamá, cuando sucedió esto pusimos esta canción, cuando ya era pequeño... O sea, como ya soy muy mayor, ya hay una generación que está ligada a unos recuerdos nuevos. Esto es muy bonito.

Ovidi Montllor le decía que una cantante debe identificarse con una canción. La suya es La gaviota?

MR: Sí, solo tengo que susurrarle y la gente ya la canta. Y a veces no la canto y la gente la canta, y entonces salgo yo y la canto. Vamos jugando.

Contribuyó a poner el Virolai "en su sitio". ¿Tenía conciencia de que había que hacerlo, de la misma forma que conscientemente cantaba en catalán para recuperar y normalizar la lengua?

MR: Cuando llegué yo ya estaba normalizada.

AO: ¡Sí, hombre!

MR: Normalizada nunca lo estará, pero no estaba prohibida.

Luego sí que cantó en castellano.

MR: Tenía conciertos en Chile, en Buenos Aires, en Ecuador, y pensé que tenía que hacer tres o cuatro canciones en castellano para que fuera más suave la hora y media que canto. Y lo hice con mucho placer. No me arrepiento, ¿eh? Como dice la canción: "Nada de nada, no me arrepiento de nada". Cada momento he hecho lo que he oído. Creo que el público lo ha entendido y me ha seguido, nada me ha recriminado. No quiero arrepentirme de algo, prefiero hacerlo y haberme equivocado que no dejarlo de hacer. He hecho lo que me ha parecido sentir y que era coherente en mí en ese momento, para bien y para mal.

AO: Es que has vivido mucho. Me decías: "Si tengo que joderme una pastilla para ir a dormir, me la foto para dormir tranquila, pero yo ya he vivido aquello", ese amor o ese desamor...

MR: O viajes. Me he arriesgado. He ido a cantar a Ciudad Juárez y nos recomendaron que no fuéramos, que podrían secuestrarnos. Fuimos, cantamos y conocí una realidad con mis propios ojos.

¿Qué conciertos guarda más en la memoria?

MR: ¿Sabes lo que pasa? Que cuando llegas a este momento no lo valoras, porque has dado muchos pasos para conseguirlo y también ha sido muy bonito darlos. Entonces, simplemente, es como si has comido muy bien para comer y al final te llevan un postre y dices: "¡Mira qué bien!"

AO: Hay un concierto al que me sabe muy mal no haber estado, que es el de los Clásicos catalanes del Liceu en 2008. Y, en cambio, sí fui al concierto de después de la operación en Palol de Revardit (Pla de l'Estany). En 50 años nunca había estado ocho meses sin cantar. Antes de empezar, cuando me ve llegar a una plazoleta, un castillo, un olivo, me dice: "Niño, eso es lo que soy yo, una cantante de pueblo". Canta igual tanto si hay 3.000 personas en el Liceu como si hay 300 en Palol de Revardit.

MR: Pero esto no es un valor, Albert, esto está en mí.

AO: Pero Marina, no todo el mundo lo ve igual. Es la filosofía esa tuya de "un poco de todo".

MR: [Canta Virgen del mundo] "Que la vida me dé un poco, un poco de todo. Que me haga mejor..."

AO: "Que nos limpie el corazón".

MR: Es textual.

AO: Ella ha tenido un poco de todo, de dinero, de amores, de éxito...

MR: Creo que me ha ido bien y éste es el resumen. Incluso este episodio de salud, que me afectó mucho al ánimo, más que a la salud, también lo he podido superar. Y estoy contenta. Contenta significa contenida de, me siento con cosas dentro.

AO: Lo dices muy rápido, pero ¿qué más quieres en la vida que poder decir esto? Hay gente que ha hecho más cosas que tú y no sabrá decir: "Ha ido bien".

MR: Pero es que me lo he currado mucho, Albert. Me he trabajado mucho las cosas, ocurre que no lo parece. Porque me gusta mi oficio, porque pienso que debo tener agradecimiento a la gente que ha pagado una entrada: no puedes presentarte y no saber las canciones. Me entrego siempre como si fuera la penúltima vez.

Dice que con Maria del Mar Bonet supo cambiar cierta envidia por admiración.

MR: Esto ha sido una constante en mi vida: desde hace muchos años aspiro sobre todo a tener tranquilidad de ánimo. No entrar en batallas, en combates, en enemistades... Me parece muy pesado, me lo quedo dentro y no dejo de pensarlo. Por eso siempre que he tenido un problema con alguna persona, lo he aclarado, porque no puedo vivir con esto. Tienes que tener la cabeza limpia. Es mi forma de estar en la Tierra.

AO: Tú venías con tus complejos de chica de pueblo, con unas gafas de culo de vaso, regordeta... Y, claro, María del Mar era más grande y era guapísima, tenía una voz... ¿Pensabas que nunca podrías ser como ella, no?

MR: Que nunca podría ser una cantante, porque no tenía esas aptitudes. Pero, de repente, vi que mi voz conmovía.

Para escribir el libro Marina te ha enseñado cosas insólitas…

AO: ¿Lo podemos decir?

MR: ¿Ahora qué dirás?

AO: Que me enseñaste las tetas, un día.

MR: Que lo lean, pero eso ocurrió.

AO: Porque había una razón, claro.

MR: Pero a cambio no te pedí que me enseñaras nada, ¡tú!

AO: ¡Era tu libro! Algo que me gusta mucho de Marina es la imprevisibilidad: cuando estás a su lado no sabes qué va a pasar, no sabes qué va a decir, porque piensa por su cuenta. Cada vez lo valoro más, porque cada vez el pensamiento es más mimético. Marina va por libre y tiene cosas desconcertantes. Es una persona de izquierdas, le conocemos todo ese compromiso con la memoria, con el país, con tantas cosas, pero tiene una espiritualidad también muy importante. Ella lo hace atar porque tiene una forma de hablar suya, una religiosidad suya y una libertad. Esto hace que de repente estás allí y te enseña las tetas. Esto también retrata a Marina, no sólo sus palabras.

A veces esa mirada distinta le han dicho si era por las drogas, pero usted le atribuye a la miopía. Las drogas no le han funcionado.

— No, no me han funcionado. He probado, ¿eh? La cocaína me dolía mucho en los riñones, me costaba mucho asimilar. Los puerros me dejaban muy reseca la garganta y me hacían marear. Acido me tomé la mitad de uno y me parecía muy grande, parecía que no podías caminar, que caerías en un vacío. Y pensé: "Ostras, ya no habrá una segunda vez, a ver si me voy a quedar aquí colgada". Lo hice una vez todo, quería saber qué pasaba, pero me ha interesado más el amor, ligar, el sexo, otras cosas que son también estimulantes y de placer. Alucinas, también, con el amor.

La perspectiva de la edad hace que en las memorias los pequeños problemas ya no estén y sí que estén los temas grandes, como el amor. En el libro hace explícito que es bisexual.

MR: Ni lo hago público ahora ni lo he escondiendo nunca. Me parece algo natural. Conozco a muchas personas y la bisexualidad me parece lo ideal. Te enamoras de personas, no de sexos. En el tiempo de Franco estaba prohibido y te ponían en prisión, entonces hay una maldición al respecto. A Ocaña, que era amigo mío, le pusieron en prisión a finales del franquismo por ser gay, no por desnudarse. Venimos de esto, ¿eh?

Alberto, no sé si le has aconsejado como amigo sobre hasta dónde explicar pasajes como el de las primeras experiencias sexuales, que son chocantes, o sobre la relación con Moustaki.

AO: Carles Xuriguera tiene la tesis de que cuando oye a Marina hablando de Moustaki, que es la única relación que había explicado hasta ahora, le parece que puede ser una forma de menospreciar a Marina, porque Marina es muy Marina con Moustaki o sin ella. Me pareció muy lúcido. Yo no, yo aquí he hecho de escritor, le he escuchado, la he mirada y le he propuesto temas, pero básicamente hacíamos sesiones muy abiertas. Porque Marina es muy fuerte, aunque parezca frágil a primera vista. No debía aconsejarle.

MR: Qué bonito que eres, Albert.

Usted divide el mundo entre los que piensan que "todo puede ser mejor" y los que "todo puede ser peor". Usted es de las segundas. ¿Cómo cree que serán estos últimos años?

MR: Mejor, todavía. Más experiencia, más entendimiento, más deseo de cantar porque tendré menos días para vivir, por tanto, me espabilaré más, cantaré aún mejor. Tengo la voz bien, ¿no, Albert? Los conciertos que hago son buenos. Cantaré hasta que me detenga el tiempo, hasta que me muera. O hasta que no tenga más ganas de cantar, que también es morirse, de alguna forma. No pienso en el futuro, pienso en el presente. El presente siempre es más fuerte y más potente que el futuro, el mañana vendrá, ya me lo encontraré.

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