Música

Lluís Cabrera: "Si creen que hundirán el Taller de Músics, lo tienen claro"

El activista musical cede la presidencia de la Fundación del Taller de Músics a Joan Manuel Tresserres

Nando Cruz y Lluís Cabrera en la librería Byron de Barcelona.
12/12/2025
4 min

BarcelonaLluís Cabrera lo deja, dicen, y no te los crees. Que sí, que deja el Taller de Músics; o al menos, la presidencia de la fundación. Que quizá irá a vivir a Arbuniel, el pueblo de Jaén donde nació en 1954 y de donde se marchó para instalarse en Barcelona, donde participó en las luchas vecinales antifranquistas de Nou Barris y en la creación de la Peña Flamenca Enrique Morente, en el barrio de Verdum. Pues sí, cuelga las botas, y a partir de ahora el presidente de la Fundación Taller de Músics será Joan Manuel Tresserres (Rubí, 1955), que fue conseller de Cultura y Medios de Comunicación entre 2006 y 2010 durante el gobierno presidido por José Montilla.

El propio Cabrera confirma que se lo deja en un acto celebrado este viernes en la librería Byron de Barcelona, llena a rebosar de músicos, artistas, periodistas, políticos... Está Montilla, y el también expresidente Artur Mas. "El catalán no se perderá mientras haya gente como el president Montilla y yo, que siempre hablemos en catalán", dirá Cabrera más adelante. No falta el secretario de estado de Cultura, Jordi Martí, ni el artista Frederic Amat, autor del cartel del 45 aniversario del Taller de Músics. Está Esther Vera, la directora del ARA, un diario vecino del Raval, como esa escuela de música que Cabrera defiende con tozudez y alegría desde 1979. "Por nosotros nadie daba un duro", recuerda Cabrera. Y aquí lo tenemos, hablando a propósito de un libro que acaba de publicar precisamente sobre los 45 años del Taller de Músics, una especie de glosa (con valiosísima recopilación fotográfica) en la que no puede quitarse las garras y denunciar asociaciones e instituciones musicales que, según Cabrera, han hecho trabajo de divulgación como "han olvidado el trabajo reivindicativo", tal y como recuerda en la Byron en una conversación conducida por Nando Cruz, el mejor periodista musical catalán. Menos mal que en el libro (ni en la charla) no dice lo que piensa de la prensa. El gremio respira mientras documenta el acto. No querrías ser la diana de Cabrera cuando hace el Kame hame dialéctico.

El potro de Aburniel

Cruz trata de domar "el potro salvaje de Aburniel", que no alargue las respuestas, que han pactado media hora de diálogo. Cabrera respeta el trato de ser breve... hasta que la rabia indomable le remueve las entrañas. "¿Cómo es que el teatro, la danza, el cine y el circo nos han pasado la mano por la cara? ¿Qué nos pasa?", dispara lamentando el desbarajuste y el abandono que sufre la música en locales de pequeño formato. "¿Qué nos pasa?", insiste subiendo el tono pero sin perder la serenidad del jefe de la tribu.

"Necesitamos excepciones fiscales y patrocinios privados, y hay que reclamar inversión pública para quienes montamos conciertos de pequeño formato. ¿Qué nos pasa? Debemos movernos, ¡que la fiesta necesita baile!", dice combinando sonrisa y contundencia, seguramente tan digno y pícaro como cuando visitaba los despachos donde se cuecen las cosas importantes, librando siempre una batalla tras otra. Da la impresión de que le aplaudirían incluso los que pueden sentirse aludidos.

Es el Lluís Cabrera reivindicativo que también es capaz de asumir los errores, como cuando recuerda que el Taller de Músics no había sido suficientemente diligente a la hora de reclamar una retribución justa para los músicos que cada año representan a la escuela en las fiestas de la Mercè, y que en la última edición se plantaron. "No puedes pagar 40.000 euros a según qué artista y solo 1.000 a un grupo de músicos jóvenes. ¡La proporción no puede ser de 40.000 a 1.000!", asegura con el ademán sereno de los que sabían la misa antes de que existiera Dios.

Lluís Cabrera en la librería Byron de Barcelona.

Cabrera mantiene una memoria portentosa. "Sabemos que hay fuerzas que intentan controlar, manipular y dirigir lo que hacemos, pero no nos dejamos intimidar. La disidencia, cuestionar las normas establecidas, siempre nos han acompañado en nuestro trayecto", escribe en uno de los tres epílogos que firma en el libro. Nando Cruz le interroga por estas fuerzas controladoras. "Con Nando nos encontramos en Marinaleda, en el festival La Fiebre del Cante", dice Cabrera remarcando la complicidad reivindicativa entre ambos. Sin embargo, la respuesta evita los nombres propios. Prefiere recordar "tentativas sovietizantes" que a su juicio querrían dejar el Taller de Músics fuera del mapa y reducir la enseñanza musical superior a dos escuelas. No las cita, pero serían la Esmuc y el Conservatorio del Liceu. Eso sí, recuerda que "la Esmuc no impone exclusividad a los profesores", que también pueden ejercer en las otras escuelas, incluida el Taller. "Pero la otra sí [que impone exclusividad]", dice.

Y entonces el Lluís Cabrera que defiende que las derrotas deben asumirse para levantarte concentra todas las miradas cuando exclama: "Si creen que hundirán el Taller, lo tienen claro. No podrán porque es imposible porque hay vida, mucha vida", concluye. Unos minutos más tarde, Tresserres toma el micrófono para escenificar el cambio a la presidencia del patronato de la Fundación del Taller de Músics. "Cuento con que siempre tendremos a Lluís a nuestro lado", dice, y proclama un único punto programático: "Mantener los valores y la manera de hacer que ha caracterizado el Taller de Músics durante 45 años". Es decir, prepararse para mantener una batalla tras otra.

Joan Manuel Tresserres y Lluís Cabrera en la librería Byron de Barcelona.
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