Música

La noche del gran cabreo de Green Day en Barcelona

El trío norteamericano incluye la grabación de un concierto en el Garatge Club en la edición del 30 aniversario del disco 'Dookie'

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Green Day en una imagen de archivo

Barcelona"Es un bastardo" fue el insulto más suave que lanzaron los tres componentes del grupo Green Day la noche del 5 de junio de 1994 en Barcelona. Fue un rato antes de que el trío estadounidense actuara en el Garatge Club, la legendaria sala de la calle Pallars, en una zona del barrio de Poblenou donde las sombras y las malas hierbas escondían el esqueleto del pasado industrial. Aquel concierto se puede escuchar ahora en la edición conmemorativa del 30 aniversario de Dookie (1994), el disco que convirtió a aquellos tres jóvenes de poco más de 22 años en estrellas del punk-rock melódico: más de veinte millones de copias vendidas. El álbum se había publicado el 1 de febrero de 1994, y cuando la gira europea llegó a Barcelona ya había vendido medio millón. Los tres Green Day, Billie Joe Armstrong (voz y guitarra), Mike Dirnt (bajo) y Tré Cool (batería), estaban eufóricos, pero una pregunta desató un cabreo de proporciones bíblicas y acusaciones de estupro y pederastia. "¡Es un gilipollas!", insistían. La diana del abucheo era Bill Stevenson, entonces líder del grupo All y antes de Descendents, la banda que más influyó en el hardcore melódico de los años 90, incluidos los propios Green Day.

La periodista Anna Ramos y yo mismo habíamos acordado una entrevista con Green Day para la revista musical Factory, la hermana alternativa de Rockdelux. La buena relación de ambos con Xavi Manresa, de Cap Cap Produccions, la promotora del concierto, y con Xavi Rivases y Olga Arroyo, del Garaje Club, facilitaba mucho las cosas. Quedamos en El Camión, una unidad móvil enorme que estaba aparcada frente a la sala. "¿Por qué vais a grabar el concierto?", preguntamos. "Porque no nos dejaron grabarlo en Madrid, y porque aquí sí hay sitio para aparcar delante del local", dijo Tré Cool riendo. A veces las cosas pasan por razones tan prosaicas como esta. En Madrid habían actuado el 3 de junio, en el Revolver Club, un sótano en la calle Galileo.

"Nos gusta grabar los conciertos y escucharlos después", añadió Mike Dirnt. De hecho, el 22 de abril de 1993 ya se había grabado, con menos medios, otro concierto en el mismo Garatge Club que había organizado Jordi Llansamà, fundador de la discográfica BCore, núcleo aglutinador de la nueva hornada del punk-rock y el hardcore melódico de Barcelona. La idea de Llansamà, que ya había organizado la primera actuación de Green Day en Barcelona (en el Centre Cívic la Bàscula, el 29 de noviembre de 1991), era aprovechar la grabación en el Garatge Club para publicar un single en directo, una posibilidad que desvaneció poco después cuando Reprise, un sello de Warner, fichó a Green Day. Todo ocurría a una velocidad vertiginosa.

La entrevista en El Camión fluía más o menos. Era una conversación rebosante de excitación y arrogancia a ambos lados de la grabadora, quizás con un poco de desidia por parte del trío. La juventud a veces puede ser un freno, tratas de ser prudente, pero también invita a la insolencia. En realidad, como a Green Day les seguía desde esa primera visita de 1991, y como con algunos grupos musicales crees que tienes una relación casi íntima, tiras atreves con todo... y quien no sea un bocazas que apague la luz. Fue entonces cuando las risas y las buenas caras desaparecieron. "Bill Stevenson dice que las multinacionales fichan a grupos como Green Day porque no pueden fichar a All", fue la pregunta. "¡Oh, Dios mío!", exclamó Billie Joe Armstrong. "Bill Stevenson es un idiota. No pueden fichar a All porque las majore no quieren a All", añadió Tré Cool. Y solo era la primera reacción.

Las noches en el Garatge Club

En el próximo Festival In-Edit de Barcelona se proyectará, los días 1 y 5 de noviembre, el documental Garatge Club. Un escenari, 900 concerts, dirigido por Albert París. Es un recordatorio de muchas de las cosas que ocurrieron en aquel local de la calle Pallars entre el 7 de agosto de 1992 y el 2 de febrero de 2002. El Garatge Club fue, por ejemplo, refugio de clase, discoteca de rock que daba una solución de continuidad a la parroquia de los pubs de barrio que se desplazaba en bus nocturno o ciclomotor y que bebía Voll-Damm para ahorrar: según la leyenda, con un par de botellas se obtenía el mismo efecto que con cuatro Estrellas. La sala también era un lugar seguro, en una Barcelona demasiado contemplativa con esa violencia de la ultraderecha que no tenía ni un pelo de decencia en la cabeza. Del Garatge Club salieron vínculos que trascienden las distancias que imponen la vida y el paso del tiempo, y que se reactivan automáticamente veinte o treinta años después en un abrazo en un concierto de Iron Maiden, o, desgraciadamente, en tanatorios y despedidas de amigos muertos.

Las páginas de la revista 'Factory' (núm. 3 y 4; 1994) con las entrevistas con Green Day y All.

En los años 90, el Garatge Club, que podía albergar a 800 personas en noches de sudores compartidos, fue el epicentro de músicas como el punk-rock, el hardcore y el metal, especialmente el más grotesco y el más extremo. El jueves 5 de mayo de 1994, un mes antes del concierto de Green Day, actuó el grupo All, liderado por el batería Bill Stevenson. Uno de los grandes admiradores de All y de Descendents era Abel González, cantante de Corn Flakes, el trío que había inaugurado el catálogo de BCore y que lideró una escena muy joven propulsada por una concepción más melódica del hardcore. González, que hoy es uno de los programadores del Primavera Sound, fue el mejor aliado posible para entrevistar a Stevenson, porque, además, Corn Flakes habían sido teloneros en la visita anterior de la banda estadounidense.

El encuentro del 5 de mayo fue justo después de la prueba de sonido. Fuimos a un bar de la rambla del Poblenou. Stevenson pidió un café con leche y quiso practicar el español. Hacia el final de la entrevista para la revista Factory, le pedimos la opinión sobre el apoyo que grupos como Green Day recibían de una multinacional como Warner. "Qué quieres que te diga, parece una broma. En Estados Unidos las majors están fabricando grupos con un sonido como el de All porque no pueden tener a All", espetó. Era una munición demasiado golosa para no utilizarla algún día...

Un mes después, los tres Green Day maldecían a Stevenson, y la dimensión del cabreo crecía y crecía... "All es una excelente banda de versiones de Descendents", dijo Billie Joe Armstrong tirando de sarcasmo. Menos sutil fue Tré Cool: "All representan el estupro, la pederastia y la violación, mientras que Green Day representan pasárselo bien y tocar con los amigos". Acabada la entrevista, dieron un magnífico concierto de punk-rock melódico y eufórico: es lo que ahora se puede escuchar en la edición del 30 aniversario del disco Dookie. La grabación, de diecisiete canciones, comienza con un riff de guitarra eléctrica probando la afinación antes del tema Welcome to paradise y termina después de Dissappearing boy, con el público gritando "hijos... de puta, hijos... de puta", un cántico de alegría, no se piensen.

La historia tuvo una pequeña coda unos meses más tarde, cuando una publicación neerlandesa se hizo eco de aquel rifirrafe dialéctico consignado en una revista barcelonesa. No todo ocurría tan rápido hace treinta años. Y en 1995 All acabaron fichando con una major...

[El directo de Green Day en el Garaje Club lo encontrará al final de este enlace en Spotify]

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