Música

Una noche histórica con Rubén Blades en el Cruïlla

El cantante panameño ofrece más de dos horas de salsa de primerísimo nivel

2 min
Rubén Blades durante el concierto al Festival Cruce 2022
  • Festival Cruïlla
  • Parc del Fòrum
  • 9 de julio de 2022

“Gracias, Catalunya. Y gracias al festival Cruïlla por dejarnos hacer las dos horas y dieciséis minutos”, dijo Rubén Blades llegada la una de la madrugada al final de un concierto histórico en el Parc del Fòrum. Las gracias tenemos que darlas los que tuvimos el privilegio de ser testigos de una actuación impecable y bien sonorizada del cantante panameño y de la veintena de músicos de la orquesta que dirige Roberto Delgado. Magnífico de voz a los 74 años y con mucha intención en cada matiz de la interpretación, Blades planteó el concierto como un recorrido antológico por su historia de la salsa, tal como hizo en 2017 en el Poble Espanyol, pero con un par de incursiones en el swing de big band, como la actuación en Porta Ferrada de 2018; también aquí, en la faceta de crooner, estuvo excelente recogiendo clásicos del repertorio de Tony Bennett (Watch what happens) y Frank Sinatra (The way you look tonight). No estaba, sin embargo, Carlos Pérez-Bidó, el timbalero de la orquesta que murió el año pasado por covid y a quien Blades dedicó Amor y control.

Generoso por naturaleza, empezó con Caminando y a continuación elogió a Juan Luis Guerra, Residente, Stay Homas, la Orquestra Plateria (por la popularización aquí de las canciones Pedro Navaja y Ligia Elena), Rosalía (representante de las nuevas generaciones de músicos) y Joan Manuel Serrat (“escritor de escritores”, dijo). El primer bloque del concierto definió por dónde iría: canciones del tiempo con Willie Colón en la discográfica Fania (Pablo Pueblo), temas con el grupo Seis del Solar (Decisiones) y de la época de los Cantares del subdesarrollo (Las calles).

“Sobrevive la esperanza imposible de quien ha sido perdedor. ¡Venimos del sector popular!”, pregonó antes de Las calles. “Si no aprendemos a vivir en solidaridad, esto acabará mal”, dijo en la introducción de Ojos de perro azul. Justamente es esto lo que lleva haciendo desde hace 50 años, música popular con un doble compromiso: con la calidad instrumental y con la justicia social. Los dos compromisos confluyeron en la interpretación consecutiva de temas como Plantación adentro, El padre Antonio y el monaguillo Andrés, la misma Ojos de perro azul, Prohibido olvidar y Buscando América. Blades es un gran cronista social, pero hay que valorar convenientemente la maestría del desarrollo musical de las canciones: la consistencia con la que la orquesta gestiona metales, percusiones y corazón en Paula C y en el canto antirracista de Ligia Elena, la descarga rumbera de Maestra vida, el cencerro marcando un ritmo de alerta prácticamente en toda la segunda parte de Buscando América, y, claro, todas las cosas que pasan en El cantante.

Fueron más de dos horas de invitación al baile en las que no faltó “la inevitable” Pedro Navaja, penúltimo prodigio de un concierto que acabó con la solemnidad de Patria y la sensación de haber vivido un momento histórico, para el Cruïlla y para una ciudad que necesita más espacios compartidos como este donde la diversidad cultural del público local no sea un eslogan publicitario.

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