Exposiciones

Núria Feliu y la dimensión pública de una diva popular

El Palau Robert acoge una exposición comisariada por Òscar Dalmau

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Una sala de la exposición sobre Núria Feliu en el Palau Robert.

Barcelona"Hablo desde el corazón", dice Òscar Dalmau hacia el final de la exposición Núria Feliu en el Palau (Robert), que él mismo ha comisariado. Este amor está presente en una muestra que se afana por hacer justicia a toda “la dimensión de un personaje muy interesante” que, como cantante, “tenía un perfil único en el Estado” porque abrazaba desde el jazz y el musical hasta el bolero y el cuplé, y que contribuyó a “la normalización de la lengua a través de la música”. Da la sensación de que no ha querido dejar fuera ningún detalle porque el propósito era explicar todos los eres y udos de la vida artística de Núria Feliu (1941-2020). Y el resultado, documentadísimo como corresponde al entusiasmo de coleccionista de Dalmau, es exactamente eso, el retrato de la dimensión artística pública de una diva popular. Hay poca intimidad, quizás porque la actividad pública de Feliu era demasiado abrumadora.

"Es una exposición que pide un par de visitas", recomienda Dalmau. Y tiene razón. Las cinco salas del primer piso del Palau Robert dedicadas a Feliu que se pueden visitar hasta el 19 de mayo están apretadas de todo tipo de material: fotografías, portadas de discos, partituras, proyecciones de imágenes de actuaciones televisivas y conciertos, revistas , programas de mano e incluso una pared llena de los regalos que le hacían allá donde iba. Son “oncus, de donde cojones les pongo”, dice Dalmau, que Feliu dio al Archivo de Sants y que, de hecho, evidencian el cariño popular que tuvo una artista a la que le llegaban a casa cartas de admiradoras que no consignaban la dirección porque entendían que los carteros ya sabían dónde vivía.

Uno de los aciertos de la exposición, con guión de Julià Guillamon, documentación de Fermí Puig y diseño gráfico de Jordi Duró, es precisamente la inclusión de elementos aparentemente anecdóticos en un relato muy bien trenzado sobre la importancia de una pionera. En el ámbito dedicado al jazz, se muestran los frutos de la relación con Tete Montoliu, al tiempo que hay una hoja manuscrita que muestra el trabajo de Jaume Picas adaptando del inglés al catalán el estándar Misty popularizado por Ella Fitzgerald, y titulado Todo es gris en la versión de Feliu. Antes, en la sala sobre los primeros años, hay imágenes del primer grupo musical que tuvo, Donald Duc (sin k), y unas hojas de la agenda donde el artista recoge sus impresiones tras la prueba con la discográfica Edigsa en 1964: “Antoni Ros [Marbà] me ha dicho que les ha gustado mi voz”. Existe también la icónica foto de Oriol Maspons con Núria Feliu, Raimon y Joan Manuel Serrat en el Palau de la Música.

El ejemplo más elocuente del carácter pionero es el ámbito sobre los musicales. “Núria Feliu iba a menudo a Nueva York ya Londres a ver musicales –explica Dalmau–. Conservaba el programa de mano y aprovechaba el viaje para comprar su disco. Una vez en Barcelona, ​​pedía que adaptaran algunas canciones al catalán”. Por eso hay grabadas en catalán canciones de Cabaret o Jesucristo Superstar en los años setenta. Aquella Feliu es la que también lleva el catalán a las salas de fiestas y sobre todo en la Cúpula Venus, donde en los ochenta presentó espectáculos con vestuario y escenografía del actor Enric Majó, que este martes no se ha perdido la inauguración de exposición. Tampoco ha faltado Albert Feliu, hermano de la diva, que no ha podido evitar decir que la muestra le parecía "un 10".

Òscar Dalmau, con gafas y corbata, en la exposición sobre Núria Feliu en el Palau Robert.

La Feliu emprendedora

“También queremos subrayar su vertiente como emprendedora”, dice Dalmau en una sala donde, por un lado, se explica el gran trabajo que hizo Feliu con el cuplé para “reconectar generaciones” y, por otro, se detallan algunas aventuras que salió adelante "buscándose la vida para encontrar financiación", como los discos de boleros y canciones patrióticas que editó con el sello Núria Feliu Produccions, o el libro, "patrocinado por patas Gallo", que reunía las letras en catalán de los estándares que cantaba y que ponía a disposición de las orquestas de fiesta mayor, para que no tuvieran que cantarlas en inglés o castellano.

Núria Feliu que retrata la exposición es también la mujer que, en un mundo artístico muy masculino, toma todas las decisiones; la heroína del barrio de Sants; el activista que reivindica los derechos laborales de los músicos; y el icono que tan pronto era portado de revistas juveniles (como Lily) como era reivindicada en clave pop por generaciones más jóvenes, incluida la de Òscar Dalmau.

A raíz de la exposición, en el mismo Palau Robert habrá un homenaje musical a cargo de la Big Band de Granollers el 14 de abril, y otro con varios artistas ideado por Andreu Rami el 19 de mayo. Otro palacio, el de la Música, acogerá un concierto especial el próximo 15 de mayo.

La exposición sobre Núria Feliu en el Palau Robert.
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