Crítica musical

La OBC inicia la nueva temporada con Ludovic Morlot en L'Auditori

La formación, bien engrasada, arranca con un programa ecléctico y bien diseñado

Un momento del concierto con Ludovic Morlot
2 min
  • 30 de septiembre de 2023

Los inicios de curso siempre tienen cosas muy excitantes: desde promesas como las de ir al gimnasio hasta el coleccionismo de fascículos de quiosco, pasando por el estreno del estuche lleno de lápices de colores para ir a la escuela . Quien más quien menos, todo el mundo experimenta vivencias positivas, con ánimos y con buenas y renovadas intenciones.

Eso mismo es lo que pensamos saliendo de L'Auditori, después de haber escuchado una Orquesta Sinfónica y Nacional de Catalunya bien engrasada a las órdenes de Ludovic Morlot. Es cierto que la lectura de la tercera sinfonía de Beethoven (Heroica) no fue un prodigio de inventiva en su discurso, pese a la suma corrección con la que fue ejecutada y la precisión de la batuta del director titular. Pero el conjunto del programa tenía muchos alicientes, empezando por la elección de las prendas, con eclecticismo y presencia de músicos de casa.

Abría fuego una obra como la anecdótica Fanfarria de Joan Guinjoan, que hace veinticinco años servía para inaugurar L'Auditori. Esto ocurría antes de una de las piezas estrella de la velada: la Sinfonía concertante op. 125 de Prokófiev, obra tardía del compositor ruso, en la que la violonchelista Alisa Weilerstein exhibió una articulación, un fraseo y una implicación modélicas, quizás demasiado ajena a Morlot ya la orquesta pero con resultados sencillamente magistrales. Y, para seguir con los violonchelos, la pieza Un canto a Pau Casals de Jordi Cervelló cerraba la primera parte con Weilerstein como parte integrante del conjunto y con una ejecución más que notable al servicio de una prenda de circunstancias.

Ya lo decíamos al principio: la sinfonía beethoveniana sonó bien y, a pesar de algunos errores puntuales del metal y de una fuga levemente desdibujada, se notaba un trabajo con voluntad de hacer bien las cosas, como declaración de principios de un nivel medio aunque esperemos que vaya a más a lo largo de los próximos ocho meses que quedan de temporada. Después de años erráticos y de rumbos descentrados, los habituales de los conciertos de nuestra primera orquesta bien lo merecen. Y Morlot es un hombre que, al parecer, quiere hacer bien las cosas. Que así sea y que la cosa, lejos de deshincharse, dure. Por lo menos hasta final de curso.

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