BarcelonaSopa de Cabra acaban de publicar Alma (Promo Arts Music, 2024), un disco insólito en su trayectoria. Lo componen ocho canciones nuevas, pero cada una compartida con un artista o grupo diferente: Pol Batlle, Sidonie, Triquell, Santi Balmes, Xarim Aresté, Beth, Yolanda Sey y Anaïs Vila y Clara Peya. Hablan de ello Josep Thió y Gerard Quintana, unos días antes de la gira de presentación que empezará el martes 19 de noviembre en el Palau de la Música.
Si te parece bien, me gustaría que comentaran qué es lo más interesante de cada uno de los colaboradores del disco. Empecemos con Pol Batlle, en la canción Alma animal.
— Gerard Quintana: Lo conocí cuando él estaba con Ljubliana & The Seawolf. La primera vez que vi al grupo en un vídeo no sabía de dónde estaban. Opinaba que eran de algún país del este. Después, a través de Xarim [Aresté], los conocí y vi que tenían ese espíritu underground o contracultural, al margen de todo, que añorábamos tanto. Y durante un tiempo hicimos algunos experimentos en un local de la calle Muntaner, Xarim, Oeste de Franco, Pol y yo. Pol es un tipo con una sensibilidad brutal, extraordinaria. Estar con él es como me cura.
— Josep Thió: No le conocía y me ha sorprendido mucho, porque lo que hacía con el grupo era muy ruidoso, algo tenebroso, incluso, y superbarroco, y él es un pedazo de pan. Me rompió muchos esquemas. Es como un personaje de un cómic de los años setenta.
— GQ: Durante la pandemia, con Xarim vivimos en una especie de casa en el Putxet, un antiguo hospital. Y algunas noches venían Pol, Rita Payés, Mirlo [el otro guitarrista de Ljubliana & The Seawolf] y Silvia Pérez Cruz, que les encanta estar en una mesa cenando e ir pasando la guitarra.
En esta canción, de quien fue la idea de utilizar los vientos del Sgt. Pepper's de los Beatles?
— JT: Cuando la compuse tenía un puente para cambiar de tono y no sabía cómo solucionarlo armónicamente de forma convincente. Decidí hacer un collage tribal, pero no acabó de entusiasmarles. Al final, yendo a Amposta a dar un concierto, estuve pensando en un solo que potenciara ese cambio armónico, y de todo aquel collage mantuve los vientos de Sgt. Pepper's. Cogí trocitos y los cambié de orden y de tono para que fueran con la canción.
— GQ: De hecho, en los inicios del grupo llegamos a versionar las tres primeras canciones de ese disco de los Beatles: Sgt. Pepper's, With a little help from my friends y Lucy en sky with diamonds.
— JT: Y pasadas seguidas. Era divertidísimo.
¿Y nunca las grabó?
— JT: Habían llegado a estar en un casete del local de ensayo, pero se ha perdido.
— GQ:Sgt. Pepper's, With a little help from my friends y Lucy en sky with diamonds. Habíamos hecho muchas versiones, hasta que Josep un día dijo: "Ya tenemos canciones suficientes, se acabaron las versiones".
— JT: Ocurrió que fui a ver a Los Rebeldes y en el bis tocaron una canción que pensé: "Hostia, esta sí que es buena". Era una versión. Y dije: si las versiones hacen que tu repertorio quede empequeñecido, mejor no hacerlas.
— GQ: Con el Bien adentro, alguien me había dicho: "La canción que más me gusta es aquella que hizo en inglés". Rock and roll de Led Zeppelin.
Volvemos al disco nuevo. En Hyde Park están los Sidonie, que despiertan la esquina británica de Sopa de Cabra.
— JT: Yo la sentía mucho Paul Weller, aunque también Cala Vento, porque trabajan con acuerdos muy abiertos no tan habituales en el pop, como Everything But The Girl; acuerdos más de bolsa nueva.
— GQ: Sidonie ya habían hecho una versión deElfaro del sur en el disco homenaje a Sopa de Cabra. Es una banda de una generación, como los Love Of Lesbian, los Mishima o los Corn Flakes, que empezó a cantar en inglés en parte para desmarcarse de nuestra movida y de la de Madrid. Pero con el tiempo nos hemos sentido muy cerca. Es muy difícil encontrar una banda como ellos.
— JT: A Marc Ros [el cantante de Sidonie] le dije: "Sois la mejor banda de Barcelona". Y él me dijo: "Nos hemos quedado muy solos". Porque su generación ha ido desapareciendo de la escena. Siempre les he admirado por la actitud.
La colaboración de Triquell a Que te vaya bien sí que es un salto generacional.
— JT: Gerard ya me había hablado de ello cuando Triquell hacía el concurso [Euforia, en TV3]. Yo no lo había visto porque no me atrae ese tipo de formato; además, me hacen sufrir mucho porque pienso que les están haciendo una putada, aunque ves a gente con mucho talento, como Mariona Escoda. Creo que es una exposición pornográfica algo injusta porque juegan con la ilusión. El Triquell tiene una gran personalidad...
— GQ: Y su actitud, la rebeldía, me atrajo, además de la preparación, el talento, la capacidad técnica, el registro de voz... Es un crack. Ocurre que es una persona que se exige mucho, es muy autocrítico...
De Santi Balmes, que colabora en Fecha límite, ¿qué es lo que le gustaría tener?
— JT: Me sorprendió mucho ese alud de creatividad que tiene.
— GQ: Una noche le enviamos la propuesta, ya primera hora de la mañana recibí un par de propuestas grabadas. Supongo que no dormiría. De las partes que al final descartamos, me dijo: "Haré una canción, y la cantaremos". Porque quiere hacer un disco en catalán. Los temas que está preparando son cojonudos. No hay nadie parecido a su lírica en catalán.
— JT: Es como un nervio. Cuando estábamos grabando, hacía algo que había dejado de fumar y subía por las paredes. Pensaba: "Es que te veo cómo caminas por las paredes".
— GQ: Está enchufado permanentemente.
— JT: Es como un Ferran Adrià.
Fecha límite es la canción con las voces más contrastadas, porque el registro de Santi es bastante grave, y el tuyo, Gerard, suena aún más alto.
— GQ: Como nunca habíamos tenido cantantes femeninas, a menudo me ha tocado cantar con una tesitura alta. El registro de Santi es otro, sí. Me ha tocado hacer de chica en esa canción.
Del talento de Xarim Aresté, con quien hizo En un segundo, ¿qué más decir que no se haya dicho?
— JT: No deja de sorprenderme lo poco seguro que está de las cosas. O las flipadas que a veces dice, que lo sientes y dices: "Xarim, ¿quieres decir que eso que estás diciendo no es una tontería? Y al mismo tiempo lo encuentro solidísimo, como intérprete y como compositor.
— GQ: Seguramente, esta genialidad, ese brillo, esta contundencia interpretativa, es fruto del curro y de la inseguridad. Puede estar veinte horas al día con la guitarra colgada, incluso viendo una película. Y todo el rato se pone en cuestión. Ahora parece haber encontrado algo, con la banda de estos músicos mallorquines, que es brutal, que todos vienen del jazz y que pueden improvisar mucho en directo, algo que cada vez ocurre menos dentro de nuestra escena.
Haga Tiempo de siega con la Beth. ¿Cree que el país ha sido suficientemente justo con ella?
— JT: Bien, por un lado, ha tenido una carrera algo intermitente...
— GQ: Sus prioridades son su vida. Ha priorizado a sus hijos, ha hecho...
— JT: ¿Se es injusto con ella? Se es injusto con todo el mundo... Si en un concierto no pones a mil personas, o más de 500, ya no puedes hacer una carrera, porque este circuito no existe.
— GQ: Puedes realizar la carrera del hambre.
— JT: Sí, exacto. Creo que ella, sin embargo, es muy consciente del poder que tiene. Y está superagradecida, porque nos la llevaremos de gira.
— GQ: Vendrá a todos los bolos, y no sólo a hacer esa canción.
— JT: Sigue teniendo todo lo que tenía cuando tenía 20 años. A sus 22 años ya tenía el culo pelado. Ya estaba tocando La Paloma no sé cuántas veces por semana.
La siguiente canción, Otro tiempo, la hace con Yolanda Sey. Tiene uno de los versos más agrios del disco: "Nos sobran los motivos para ser valientes / pero los busco y no los recuerdo".
— JT: En las roturas, sabes que era maravilloso y sabes que no era posible... Primero la letra iba por otra parte, pero dije: no, no, es una rotura...
— GQ: Pero era culpa de la fonética. Josep te pasa la melodía cantada en viking y, de repente, aparece como una palabra que se te queda clavada y debes huir. En ese caso era bailarina. Se lo comenté a Xarim y me dijo: "Eso sí que no. Es que esta canción ya existe. Es la de la bailarina de Elton John [Tiny dancer]". No había pensado, en la de Elton John. Yo pensaba más en la Ballerina de Van Morrison.
Y, en cambio, la canción tiene un aire en Prince.
— JT: La estrofa es muy Prince, del Nothing compares 2 you. Todo esto es una nota concreta que aguanta, una pequeña disonancia muy característica. No me escondo.
¿Cómo llegan a Yolanda Sey?
— GQ: Como título de referencia, a esta canción le decíamos Góspel. El componente de espiritual negro lo teníamos muy claro.
— JT: También tiene un punto Bon Iver, sobre todo el estribillo. Lo tengo clarísimo: él hace gospel sin hacer gospel. El caso es que en el proceso de grabación del disco veía las Sey Sisters cantante. Y después del discurso de Yolanda en los premios Gaudí, lo tuvimos clarísimo.
Y terminamos con Clara Peya y Anaïs Vila, que comparten El amor no cae del cielo. Anaïs, por cierto, ha hecho un disco muy bueno, Ahora siempre, pero a veces ha sido menospreciada.
— JT: Es lo que ocurre mucho con la gente que no es claramente comercial. Clara lo supera con personalidad y con la fuerza del discurso. Anaïs es como su música, muy delicada, y la comercialidad que podía tener el segundo disco no llegó a romper el pequeño techo de vender más entradas, que es en el que se fijan los promotores. Pero podría decirte muchos ejemplos.
— GQ: Algunos de los más geniales artistas que hay prácticamente no son visibles para el gran público aquí, ya veces hacen más trabajo...
— JT: Además, Anaïs es muy noble. El otro día decía: "Lo que no voy a hacer será ponerme a hacer versiones para YouTube para tener más seguidores". A ella le gusta mucho lo que hace y está muy fiel.
— GQ: Cuando pienso en este tipo de artistas y propuestas, les veo que tienen un proyecto de vida. Ella estará haciendo esto siempre, cueste lo que cueste. Si es necesario, comerá garbanzos un tiempo, pero no se empeñará en buscar el éxito sumándose a la tendencia de moda.