Taylor Swift: el camino de la dominación mundial
La cantante estadounidense rompe récords artísticos, económicos y de influencia social y política
BarcelonaTodo buen icono pop acaba resumido en un par de rasgos que lo hacen perfectamente reconocible. Podemos ver a Elvis Presley con su tupé, John Lenon con unas gafas redondas, Michael Jackson con el sombrero de ala ya la protagonista de esta historia de canciones country y estadios masificados con el suyo eyeliner afilado y los labios pintados de un rojo intenso. La estadounidense Taylor Swift (West Reading, Pensilvania,1989) fue nombrada por la revista Time persona del año 2023. El mismo año en que su gira Eras Tour empezó a dar vueltas por medio mundo y se convirtió en un evento cultural omnipresente.
En los últimos cuatro años, Swift ha batido tantos récords que cuesta llevar la cuenta. Lo último es ser la única artista que ha ganado cuatro veces el Grammy en el álbum del año. Empresaria, productora, directora, actriz y sobre todo icono, con 34 años está en la cima de su carrera. Parece que acaba de empezar, pero ya son más de 18 años llenos de éxitos, retos y también obstáculos dentro de la industria musical.
El papel en la cultura pop
El fenómeno Taylor Swift debe enmarcarse dentro de un contexto, tal y como explica Dafne Escandell, productora y compositora musical de la Escuela de Nuevas Tecnologías Interactivas (ENTI) de la UB. "Su progreso musical no puede entenderse sin su papel dentro de la cultura pop", dice Escandell. Entre otras características, destaca la imagen "inocente" y la capacidad de hacer de narradora, una voz capaz de contar historias y que conectó con sus fans desde el principio.
A los 12 años, y tras ver un documental sobre la cantante de country Faith Hill, Swift convenció a los padres de trasladar a la familia desde Pensilvania hasta Nashville para intentar conseguir un contrato discográfico. Firmó con Big Machine Records, una discográfica emergente. Era una adolescente de sólo 16 años cuando en el 2006 publicó el primer disco de country, que bautizó con su nombre, Taylor Swift. En ese momento empezaba su salto a la fama. Las canciones sobre su experiencia en el instituto, donde no era popular, donde los chicos que le gustaban no le hacían caso y donde no sabía quién era, fueron recibidas con los brazos abiertos por adolescentes que sentían lo mismo.
Elly McCausland, profesora y pionera en impartir una asignatura especializada en Taylor Swift y la literatura en la Universidad de Gante, en Bélgica, explica que una de las claves de su éxito es que las fans sienten que la cantante "valida sus emociones cuando se les ha dicho que son demasiado emocionales". Esto lo logra con unas letras personales pero que a la vez apelan a la experiencia colectiva. Ya existen al menos siete universidades que ofrecen cursos sobre ella, su música y su negocio. "Se dice que existe una canción de Taylor Swift para todo. Se podría definir como un clásico moderno", afirma McCausland.
Reputación y contaminación
Pero Taylor Swift no siempre fue recibida con los brazos abiertos. En el 2016, tras un escándalo público en el que el rapero Kanye West y su expareja, la empresaria Kim Kardashian, la traicionaron y humillaron, el artista desapareció de las redes sociales y la prensa le dio la espalda "en un año de pleno auge de la cultura de cancelación", recuerda Escandell. Sin embargo, éste se ha convertido en el punto de inflexión de su carrera. Swift reapareció "enfrentándose a las acusaciones con argumentos musicales" con el disco Reputation (2017), un giro respecto a sus anteriores álbumes y un alegado pop contra el escrutinio de la prensa y las redes sociales.
Después de trece años de contrato con Big Machine Records, en 2018 Swift firmó con Republic Records, para que todos los másteres de la cantante (es decir, las canciones, los derechos de autoría, las letras, las grabaciones, las fotografías y vídeos) habían pasado a ser del dominio del propietario de Big Machine, Scott Borchetta. Seis álbumes publicados entre 2006 y 2017 que de repente le dejaban de pertenecer. En ningún momento Swift tuvo la oportunidad de comprar todo su catálogo, y Borchetta vendió la discográfica por 300 millones de dólares (265 millones de euros) al empresario Scooter Braun, que entonces dirigía las carreras de artistas como Justin Bieber, Ariana Grande o Demi Lovato.
Para volver a tener el control total sobre su música y su vida, Swift decidió que volvería a grabar los seis álbumes con nuevas canciones que no le dejaron publicar en su momento por ser "demasiado emocionales" . Escandell describe como "una jugada maestra" para su carrera esta regrabación de los masters. Una estratégica como ésta significó la incorporación de nuevos fans. El vínculo entre la cantante y los fans ya era casi inquebrantable; a partir de entonces "se estableció como un vínculo casi sanguíneo", dice Escandell.
Desde entonces Swift ha vuelto a grabar cuatro de sus seis álbumes, ahora con el sello Taylor's Version junto al nombre original para distinguirlos de los primeros discos, en manos de Braun. El último, 1989 (Taylor's Version), se publicó en octubre de 2023 y sobrepasó las ventas del álbum original, de 2015, durante la primera semana: de 1,29 millones a 1,65 millones de copias vendidas. Swift es milmillonaria desde 2023. "Pero no desperdicia su poder como hacen otros como Jeff Bezos o Bill Gates. Es más fácil identificarse con ella como una persona normal", explica McCausland. Aún así, las críticas se han mantenido, también por su impacto medioambiental, sobre todo por el uso que hace de dos jets privados, que la sitúa en las listas de las celebrities más contaminantes.
Influencia política
Por primera vez en 2019, Swift se posicionó respecto al gobierno estadounidense. Aunque sin mojarse nunca del todo, se le ha idenitificado como prodemócrata. El año pasado, tras publicar un post de Instagram en el que pedía que los jóvenes se registraran para votar, hubo un incremento de 35.000 registros, según la plataforma Vote.org. La Comisión Europea quiere pedirle que ayude a movilizar el voto joven para las elecciones europeas de 2024, coincidiendo con el paso de su gira por Europa durante la primavera. El podcast de la BBC Global Story ya ha avanzado la siguiente pregunta: "¿Podría Swift cambiar los resultados de las elecciones estadounidenses?". Y no es raro que el Partido Demócrata de Estados Unidos espere una señal de Taylor Swift para dar un empujón a Joe Biden en el previsible duelo con Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre.
La presencia de Swift en el último año ha sido imbatible. Vídeos en TikTok, imágenes de ella en alfombras rojas y, desde septiembre del 2023, las redes se encienden con cada aparición en un partido de la NFL para apoyar a su nueva pareja, el jugador de fútbol americano Travis Kelce. Según la consultora de marcas Apex Marketing Group, Swift ha generado un valor de 306,8 millones de euros desde que aparece en los partidos de los Kansas City Chiefs, el equipo de Kelce. La última final de la Super Bowl, ganada por los Chiefs, tuvo 123,4 millones de espectadores en Estados Unidos y fue la retransmisión en directo con mayor audiencia desde el aterrizaje a la luna en 1969.
La gira de los 1.000 millones de dólares
En marzo del 2023 la cantante empezó la gira de homenaje a su discografía, The Eras Tour. Según el Wall Street Journal, cuando finalice los 151 conciertos a finales del 2024, habrá sido la mayor gira en la historia de la música, estimada en más de 1.000 millones de dólares. Durante más de tres horas y media, Swift canta, baila, toca la guitarra, el piano y habla con sus fans. Son 44 canciones sin interrupciones y 16 cambios de vestuario, vestidos y botas brillantes. Los fans se disfrazan con la temática de sus álbumes e intercambian pulseras de la amistad entre ellos.
El efecto Taylor Swift repercute en la economía local de cada ciudad que visita con su gira. En un momento en el que la inflación desbocada invita a hacer lo contrario, un concierto de la cantante implica un incremento del consumo desmedido en muchos sentidos. Según una encuesta de la empresa de sondeos QuestionPro, los asistentes a las citas estadounidenses de su tour se están gastando alrededor de 1.300 euros por concierto, entre la entrada, el alojamiento, el modelito escogido, el merchandising y gastos asociados a esta experiencia musical. De hecho, este estudio asegura que cuando acabe la gira habrá generado un impacto económico de 5.000 millones de dólares, más que el PIB anual de 50 países. Según Pollstar –una consultora de datos sobre la industria de los conciertos–, de media una entrada para uno de los conciertos de la gira cuesta 234 euros, con unos 53.900 tiques vendidos por cada show de media. Además, en la reventa se han llegado a ofrecer entradas por 3.500 euros.
Otra prueba de la capacidad de Swift de monetizar todo el contenido que genera es el filme que ha estrenado en los cines sobre la gira. Con 241 millones de euros recaudados en todo el mundo, Taylor Swift: The Eras Tour se ha convertido en la película sobre un concierto más taquillera de la historia; el anterior récord lo tenía Michael Jackson.
La lealtad al imperio Swift
Cada álbum de la discografía de la cantante representa una era, una estética específica y un color distinto. Los fans siempre han valorado su habilidad para cambiar de estilos de música y reinventarse. Pero la cantante también ha intentado encontrar nuevos públicos mientras mantenía la lealtad de sus primeros admiradores. Hay que tener presente que con Swift nada es gratuito, todo en su vida y su música está planificado y medido al milímetro, tal y como explica ella misma en la canción Mastermind, del disco Midnights (2012). Y así es cómo ha logrado construir su imperio.
"Se ha consagrado como una de las artistas más influyentes del sector durante los últimos veinte años. La posibilidad de que esta burbuja se deshinche de forma abrupta es un escenario poco realista", defiende Escandell. El 19 de abril lanzará su disco número once, The tortured poets department, en medio de la gira, que los fans creen que será una clara referencia a su ex, el actor británico Joe Alwyn. “Los fans no se cansarán de escuchar música, es lo que quieren. Quedará por ver si Swift podrá seguirles el compás”, remarca la productora.