Los Tigres del Norte: tres horas de corridos, melodrama y orgullo americano
La formación mexicana ofrece un concierto expansivo frente a 3.000 personas en el auditorio del Fòrum
BarcelonaTodas las entradas vendidas desde hacía semanas. 3.000 personas llenando el auditorio del Fòrum. Copas de brandy cortesía del patrocinador de la gira española. Sombreros y botas, y acordeón y bajo como columna vertebral sonora. Y muchas ganas de que la noche del domingo fuera especial, tal y como quedó patente cuando Los Tigres del Norte aparecieron en el escenario cantando La camioneta gris: el recibimiento del público, todo el mundo fuera de la butaca y gritando, fue histórico. Hacía dieciséis años que el grupo mexicano no tocaba en Barcelona (entonces fue en la sala Apolo), y el paso del tiempo se nota en el físico y la afinación distraída de los hermanos Hernández, que llevan cinco décadas ondeando la bandera del corrido y el melodrama. Sin embargo, estuvieron tres horas disparando una cuarentena de canciones. Una gran fiesta con entradas entre 46,50 y 90,50 euros (132 en la platea vip).
En un concierto de Los Tigres del Norte pasan muchas cosas: espectadores que desafían al personal de seguridad para subirse al escenario y desplegar banderas (sobre todo de Honduras, pero también de Nicaragua, Perú, Colombia, México...); mujeres que hacen lo mismo pero para fotografiarse con Luis Hernández, el más joven del quinteto; un notable conjunto de mariachis que añade profundidad musical (especialmente destacado el papel de los violines en Golpes en el corazón); el ballet folclórico Leyendas de México mostrando diferentes coreografías; el batería titular, Óscar Lara, haciendo únicamente medio concierto y siendo sustituido por uno más joven en la otra mitad de la actuación... Incluso hubo un segmento dedicado a Vicente Fernández, con versiones de monumentos de la música mexicana como Por ti maldito amor, El hijo del pueblo y El último beso. Y, sobre todo, en un concierto de Los Tigres del Norte ocurre que se establece una conexión con el público mediante unas canciones sobre las vivencias de la migración, pero también melodramas más o menos trágicos o moralistas cantados con chaqueta de flecos y acordes mayores y, claro, historias de contrabando y traición y de orgullo americano.
Narcocorridos cómo La camioneta gris, Jefe de jefes, La banda del carro rojo, La tumba falsa, La reina del sur y El avión de la muerte ocuparon una parte relevante de la noche, y el público las coreó a pulmón. Sin embargo, siempre con Jorge Hernández comandando la responsabilidad vocal, donde Los Tigres del Norte tuvieron más impacto profundo fue en los temas sobre experiencias de migración como La jaula de oro, La carta y la trágica José Pérez León, a veces con toques melodramáticos, como ocurre en Pedro y Pablo (un hermano se va al norte para que el otro pueda estudiar, y al volver lo encuentra casado con la mujer que amaba), y otros con trasfondo de contrabando, como en Los mandados ("todas las líneas crucé / de contrabando y mojado").
Siempre pendientes del público, Los Tigres del Norte reservaron el final para "las complacencias": "Ustedes piden, y nosotros les complacemos", dijo Luis. Y así fueron sonando Qué tal si eres tú, El niño y la boda, La granja y Somos más americanos, la declaración de autoafirmación: "Aunque le duela al vecino / Somos más americanos / que todititos los gringos".