Crítica de música

Tosti, Camarena y carnaza empalagando

El estado vocal del tenor mexicano es más que óptimo, cuya voz ha ganado en robustez

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El tenor mexicano Javier Camarena en el Palau de la Música.
  • Palacio de la Música. 10 de enero de 2024

El capitalismo imperante convierte en producto comercial todo lo que se intuye que dé una alta rentabilidad a corto plazo. Y esto llega a todos los ámbitos de nuestro entorno. Ya hace tiempo que los divos y divas de la ópera son hoy objeto de la mercadotecnia sensorial en un mundo, el de la fonografía, claramente a la baja. Pero esto no es óbice para que la profilaxis de soportes diversos siga sacando partido de algunas de las grandes voces del momento. Una lástima, porque esto implica quemar cartuchos antes de tiempo a base de utilizar y tirar.

Esto no impide que estas grandes voces sigan teniendo la calidad de la que hacen gala. Y no cabe duda de que el tenor mexicano Javier Camarena, una de las voces latinas más brillantes de las últimas décadas, y que es venerado (con razón) en Barcelona, ​​es uno de esos grandes nombres.

Por eso mismo fue una lástima que el recital que ofreció el miércoles en el Palau de la Música fuera tan sólo una excusa para presentar y vender su último disco, centrado en la figura de Francesco Paolo Tosti (1846-1916). Muchas de las composiciones de este músico han servido como bises de muchos recitales y conciertos de los más destacados tenores, desde Caruso hasta Kaufmann, pasando por Carreras, Domingo, Aragall y Pavarotti. Y esto puede estar muy bien. Incluso dedicándole un disco. Ahora bien, un recital ya es otra cosa. Porque se pide algo más de variedad y Tosti es, definitivamente, un músico de segunda, que acaba empalagando hasta la diabetes por las altas dosis de azúcar de sus cancioncillas.

Camarena tiene todo el derecho del mundo a cantar Tosti, a grabarlo ya difundirlo. Pero en estos momentos se esperaba blogs musicales más diferenciados. De ópera o de lo que fuera, pero evitando la monocromía de unas piezas construidas sobre fórmulas idénticas y que acaban por aburrir incluso las piedras.

Poco más de medio Palacio para todo un divo de la lírica, muy bien acompañado por Ángel Rodríguez y con ovaciones puntuales frente al vacío efectismo de las composiciones elegidas, aunque el estado vocal de Camarena es más que óptimo, cuya voz ha ganado en robustez. Pero eso es como si fuéramos a un campo de fútbol a ver jugar a Messi y que el argentino nos obsequiara tan sólo con goles de penalti. Carnaza pura.

Ángel Rodríguez y Javier Camarena en el Palau de la Música.
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