BarcelonaDesgraciadamente muchas y muchos hemos sufrido tocamientos, acosos o agresiones sexuales en esta profesión. Y muchas más que muchos. Por lo tanto, a partir de ahora hablaré en femenino, a pesar de que en ningún momento quiero menospreciar a los hombres que también se hayan encontrado en estas situaciones. Si escribo estas palabras lo hago para intentar concienciar las personas que se puedan encontrar en estas situaciones y no entiendan qué está pasando hasta que ya sea demasiado tarde y duela.

Para mí todo tiene que ver con el poder, con los que lo tienen y lo utilizan para cometer todo tipo de abusos. Nos han vendido que el arte es libre, es bohemio, rompe convenciones, tiene que superar límites... Todo vale. Sí, artísticamente sí. Pero hay cosas que no, que no valen si no son consentidas. Porque esta profesión, como tantas otras, es jerárquica. Algunos profesores te lo enseñan incluso en el Institut del Teatre. Yo soy profesor, soy director; por lo tanto, puedo decir y hacer lo que quiera. 

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No es normal que un director quiera ensayar una escena en su casa y de paso te invite a cenar. Y que, mientras ensayas en su casa, en el sofá, te suelte un “Sedúceme. Sé sexi”. Que te lleve de fiesta e intente emborracharte, e intente besarte. Que insista que te quedes a dormir en su casa porque “es muy tarde”. Que todas sus atenciones sean para ti. Que te envíe mensajes cariñosos, medio poéticos, incómodos y extraños..., cuando te dobla en edad. Tampoco es normal que cada día que llegas a ensayar comente como vas vestida, babeando, sobre todo cuando te has puesto minifalda, hasta el punto que cada mañana antes de vestirte te lo tengas que pensar dos veces. No es normal. Que alguien te ponga la mano por todas las partes del cuerpo durante los ensayos y las funciones sin tu consentimiento, sin avisarte, aprovechando que el personaje lo puede hacer, incluso entre bastidores cuando estás a punto de entrar en escena y no puedes ni reaccionar. Que mientras estáis haciendo una escena juntos te toquen el culo o incluso te metan la mano por dentro de las braguitas cuando el público no lo ve y tú tienes que continuar actuando como si nada hubiera pasado, no es normal. No es una bromita que dé risa.

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Cuando eres más vulnerable

Lo que sí que es normal es que te bloquees, que dudes de tu propio comportamiento y que no entiendas por qué pasa. Pero, por favor, no te culpes, háblalo con compañeras y si puedes háblalo con el agresor tan pronto como puedas. A pesar de que las respuestas más frecuentes de los agresores acaban siendo “si que eres frígida” o “borde” o “arisca” o “antipática” o “susceptible” o... Y después cambiarán de comportamiento hacia ti porque ya no sabrán como tratarte, o harán como si no existieras, o de vez en cuando harán comentarios impertinentes para ponerte en ridículo. Por lo tanto, es normal que tengas miedo de decirlo y enfrentarte.

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Podría seguir la lista, y otras muchas la podrían completar, pero es muy difícil explicar estas cosas porque son íntimas y porque una misma se tiene que liberar de la culpa y la vergüenza de tantas situaciones incómodas e incluso violentas.

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A menudo estas cosas pasan despacio, pasito a pasito. No son tan evidentes de entrada. Estas cosas acostumbran a pasar cuando empiezas a trabajar, cuando eres más vulnerable, cuando piensas que todavía tienes que aprender mucho, que no vales nada y que lo tienes que demostrar todo. A menudo, rodeada de gente que te dobla en edad y tienen la seguridad y la experiencia que a ti te falta. Y muchos lo saben. Pero recuerda: tienes que aprender mucho, sí, como todo el mundo, pero sí que vales y no tienes que demostrarle nada a nadie. Y nadie tiene derecho a hacerte sentir así. 

La precariedad del sector

A todo esto no ayuda que el nuestro es un trabajo inestable, inseguro, difícil de conseguir, con muy poco trabajo y pocas oportunidades. Y tengo la sensación que para buscar la estabilidad y conseguir una buena posición se crean estas dinámicas de abusos de poder que a menudo se evidencian con el abuso sexual. Pero para mí sobre todo muestra el miedo y la precariedad de nuestro sector.

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En cualquier caso, yo nunca juzgaré ningún tipo de relación entre personas siempre que sean consentidas y de corazón. Y los que nos dedicamos a las artes creo que tendríamos que tener la sensibilidad suficiente para saber en qué posición se está y cuándo el otro está cómodo o no. Aunque pueda no decirlo verbalmente.

Por favor, no tengas miedo de preguntar, de hablar, de llorar, de pensar, de llamar o de lo que sea antes de normalizar lo que no te hace sentir cómoda.