Sant Pau revelará en una nueva sala la excepcional colección barroca
El antiguo hospital conserva obras de Viladomat, Gallart y la única pintura indudable de Joan Grau
BarcelonaLos mecenas han dejado una profunda impronta en la historia de Cataluña. El caballero targarí Pau Ferran es recordado porque a su muerte, en 1649, dejó 100.000 ducados para la construcción de la Casa de la Convalecencia, el edificio anexo al Hospital de la Santa Cruz y actual sede del Institut d'Estudis Catalans. Ahora su retrato toma todo el protagonismo en una de las salas del Recinto Modernista del Hospital de Sant Pau, diseñado por Lluís Domènech i Montaner a principios del siglo XX. Es aquí donde dos técnicos, David Silvestre e Irene Panadés, examinan su estado de conservación para preparar su futura restauración.
El retrato de Pau Ferran es obra del pintor berguedano Pasqual Bailon Savall, el primer maestro del gran pintor del barroco catalán, Antoni Viladomat. La restauración de esta pintura no es un hecho aislado, sino que es el pistoletazo de salida a la restauración de una decena más, de un conjunto de cerca de veinte pinturas de los siglos XVI, XVII y XVIII para mostrarlas en un espacio propio a partir del otoño del próximo año. El discurso de la futura sala estará basado en los artistas más reconocidos y en las temáticas de sus obras. "Hace tiempo que teníamos la idea de dar salida a una serie de cuadros que teníamos guardados en diferentes espacios", afirma el archivero del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau, Miquel Terreu. "Organizamos una visita con el profesor de historia del arte Francesc Miralpeix, y la conclusión fue que estas pinturas son una joya, y que vale la pena mostrarlas", explica Terreu. "El Hospital de Sant Pau reúne una selección de los nombres más conocidos de la pintura barroca catalana, y eso es muy infrecuente. Me parece que es el único lugar donde sucede, y la secuencia es interesante", destaca Miralpeix.
En el retrato, el caballero Pau Ferran aparece de cuerpo entero, con una actitud altiva, y detrás tiene la obra que pagó, presidida por la conocida escultura de san Pablo de Luis Bonifaz que todavía hoy preside el patio de la Casa de la Convalecencia. "Es muy poco habitual que el retrato se haya conservado", dice Miralpeix. "El hospital tiene una serie de benefactores, hombres y mujeres, y eso es muy interesante. Este hecho da la posibilidad de que en la pintura barroca haya retratos de personajes de la época, incluso identificando espacios físicos reales, como el patio de la Casa de Convalecencia. Y seguramente existe un intento de representarlos tal y como eran", explica Miralpeix. "Los retratos se hacían para recordarlos por sus actos y para que sirvieran de ejemplo –añade–, para que si alguien pensaba en ello siguiera haciendo su trabajo".
La mirada de Ferran es frontal, directa, pero parece que, al mismo tiempo, mira de reojo como Silvestre y Panadés la examinan con diferentes tipos de luz. El trabajo acaba de empezar: los restauradores localizan algunos levantamientos que habrá que fijar inyectando una pegatina antes de que la pintura caiga, y también zonas repintadas. El cuadro lo restauraron en los años 90, pero no saben si se realizó una intervención general o sólo se restauraron zonas concretas. Además, realizan pruebas para averiguar cuáles son los materiales más adecuados, y también prueban diferentes barnices. Cuando tengan la capa pictórica fijada, limpiarán la pintura y, a continuación, empezarán a retirar los barnices degradados y los repintes. "El agua para limpiar la pintura la tratamos para que tenga un pH que no degrade la policromía", dicen los restauradores.
El hospital más allá de la Edad Media
La futura sala de exposiciones se sumará al recorrido por todo el Recinto Modernista del hospital y, aprovechando la ocasión, se reelaborará el discurso de la sala próxima que recrea la Muy Ilustre Administración del hospital (MIA) para incluir la vertiente artística de unos cuadros dedicados a san Pablo hasta ahora atribuidos Viladomat. "El hospital se fundó durante la Edad Media, y se ha hablado mucho de este período, pero de los siglos posteriores prácticamente no había un discurso elaborado, así que empezamos por el aspecto artístico: qué obras tenemos, cómo llegan al hospital, cómo estaban expuestas y si se encargaron o si fueron donaciones. Suelo.
De Bailon Savall, Miralpeix afirma que ha tomado más protagonismo de lo previsto. Asimismo, considera que los Viladomat están entre lo mejor de su producción. Y entre ambos hay otro pintor del que hace unos años apenas se sabía nada, Joan Gallart, fallecido en 1714. "Es un pintor muy interesante que seguramente muere con el sitio de Barcelona, y si no hubiera muerto seguramente habría tenido el taller más importante de la Barcelona de aquellos años", dice Miralpeix. De Gallart, el hospital tiene tres pinturas de santos eremitas: san Onofre, san Francisco de Paula y san Jerónimo, este último bastante dañado.
Una de las mejores pinturas del barroco catalán
Gallart se formó en el taller de otro maestro famoso representado en la colección del hospital, Joan Grau. Existen tres generaciones de pintores con el mismo nombre. En la exposición permanente del hospital se conserva una pintura considerada como una de las mejores de este período, Escudo de armas. Se trata de la única que se le atribuye con toda certeza. "No sabemos exactamente dónde acaba el padre y dónde empieza el hijo", dice Miralpeix, que destaca la muy alta calidad de la pintura y el hecho de que haya nudo, aunque sean alegóricos, concretamente de ocho bebés de diferentes edades a ambos lados de los escudos. También destaca su talento para crear las obras y crear espacios. "Se ve claramente que son pintores que dibujan, que saben, que han estudiado bien la anatomía. Si hubiéramos conservado mucha más pintura de este momento, seguramente veríamos muchas más cosas de calidad como ésta", explica Miralpeix, quien, para completar la lectura de la pintura barroca catalana, recomienda visitar la capilla de la Casa de la Convalecencia, donde se encuentra Joan de Lluís Bonifaç.