Arqueología

Así vivían los ciudadanos más invisibles de Pompeya

El arqueólogo Rubén Montoya explica su vida en la ciudad romana a través de cien objetos

BarcelonaPompeya, que empezó a excavarse en el siglo XVIII, es como una enciclopedia inmensa a la que cada día se añaden nuevas páginas gracias a la labor de los arqueólogos. Miles y miles de objetos y elementos arquitectónicos detallan la vida cotidiana de las clases a menudo obviadas en los documentos escritos y explican, por ejemplo, cuándo y cómo murieron sus habitantes. "Durante siglos, por las cartas que había escrito Plinio el Joven, 25 años después de la erupción, se creía que la erupción había tenido lugar el 25 de agosto del año 79 dC, pero durante unas excavaciones que se van hacer en el 2019 en la Casa del Jardí se encontró la prueba definitiva de que en realidad la catástrofe había tenido lugar en nuestro mes de octubre", explica el arqueólogo Rubén Montoya, que en el libro Pompeya. La ciudad romana en 100 objetos (Crítica) recorre la historia que esconden diferentes utensilios y restos guardados en los museos y depósitos.

La prueba del día de la erupción era un grafito: "XVI k nov in proma sumserunt", que analizó el epigrafista Antonio Varone en el 2018. La traducción sería que, dieciséis días antes de las calendas de noviembre [el primer día de cada mes en el calendario romano], habían cogido aceite de la despensa. No es el único elemento que indica que el Vesubio lanzó violentamente una nube mortal de tefra y gases sobrecalentados en otoño. ir a Pompeya por primera vez, en el 2010, lo que más me llamó la atención fue la ausencia de objetos, que estaban en los museos o en exposiciones itinerantes. Los he querido hacer presentes y relacionarlos con la historia, porque nos permite tener detalles únicos sobre, por ejemplo, las técnicas constructivas o sobre cómo vivían los esclavos", asegura Montoya, que ha trabajado en el yacimiento, ha investigado sus archivos y estudió en la Universidad La Sapienza de Roma (2012-2013) Actualmente forma parte de un proyecto sobre Pompeya y otros yacimientos arqueológicos del Real Instituto Neerlandés de Roma entre los muchos objetos que ilustran el libro. hay un relieve con una escena erótica en la que se ve claramente un falo que apunta hacia una mujer, procedente de lo que hoy se describiría como un bar de la Pompeya romana, o escenas que muestran hombres jugando una partida de dados y discutiendo en el bar de Salvi. También hay cascos de bronce de gladiadores con decoraciones que representan a Hércules y proyectiles del asedio que vivió la ciudad en el año 89 aC, durante las Guerras Sociales, cuando diferentes pueblos itálicos, que hasta entonces habían apoyado a Roma , se sublevaron para reclamar más derechos. Otros muchos objetos están relacionados con situaciones mucho más domésticas, como una escena de mercado que decoraba una pared de la villa de Julia Félix, un pan de payés carbonizado o una aceitera de aceite.

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El talento poético de los pompeyanos

Montoya incluye objetos de otros muchos ámbitos, como anclas procedentes de las excavaciones del entorno fluvial de la ciudad, una lámpara de oro del santuario de Venus o diferentes esculturas y escenas que formaban parte de la Vía de la Abundancia. Existen incluso fragmentos de propaganda electoral, anuncios inmobiliarios, instrumental médico o distintos recipientes para ungüentos. Bajo las cenizas han sobrevivido también ejemplos del talento poético de los ciudadanos de Pompeya, como los fragmentos de un epigrama que firma un ciudadano llamado Tiburtinos, que se descubrió en 1883 en la entrada de un pequeño teatro, o los restos de un poema escrito por distintos ciudadanos. Era habitual que alguien empezara un verso con una cita y que otros le siguieran con reinterpretaciones o composiciones propias. Por ejemplo, en la casa del banquero Lucius Caecilius Lucundus se localizó un verso que decía así: "Salud a quien ame, muerte a quien no sabe amar; se muerda dos veces quien prohíba amar".

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Uno de los últimos descubrimientos que se han hecho en Pompeya es un horno que muestra las pésimas condiciones en las que esclavos y animales eran explotados. Prácticamente no había ventilación y las marcas en el suelo servían para indicar la dirección mecánica que debían seguir personas y animales para moler el trigo. En muchas casas, los esclavos dormían en el suelo frente al dormitorio de los dueños o apiñados en pequeñas habitaciones. Los esclavos, que son parte de esta ciudadanía bastante invisible en la documentación que han dejado los grados autores clásicos, también protagonizan algunos de los momentos más tristes de la última fotografía de Pompeya antes de ser enterrada por la lava: se encontraron los restos de un esclavo en la villa de las Columnas de Mosaico que murió encadenado y sin posibilidad alguna de huir. Otro esclavo sí pudo correr, pero se quedó a medio camino: arrastraba unas cadenas de hierro en los tobillos.

Un burdel excepcional

"Hemos podido saber cómo funcionaban las tintorerías, la gestión del agua, el sistema hidráulico, la producción del vino o del pan, la gran diversidad de las casas y las diferentes formas de utilizar los espacios, la prostitución... – detalla Montoya–. En Pompeya se conserva el único burdel de todo el mundo romano identificado con toda claridad”. Tiene un patio central, con estancias con camas pequeñas y una letrina. Aparte de la estructura, existe toda una iconografía de carácter sexual, uno Kamasutra en la romana y muchos grafitos con mensajes de los clientes y de los hombres y mujeres que ejercían la prostitución. Había todo tipo de relaciones, hombres y mujeres, hombres y hombres, mujeres y mujeres. "Una de las cosas que nos ha sorprendido es que una de cada cinco mujeres que ejercían la prostitución eran mujeres libres, lo que también nos hace plantear que la pobreza obligaba a algunas mujeres a negociar con su cuerpo", dice. En algunos de los grafitis se puede leer: "Aquí me follé a muchas mujeres" o "Sineros folla bien".

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Las excavaciones también han dejado constancia de la importancia y popularidad que tenían los gladiadores en la Pompeya romana. "Pompeya era una ciudad amante de la lucha de gladiadores. Construyeron el anfiteatro en el año 70 a. C., y es el primer edificio de piedra que conocemos destinado a espectáculos de gladiadores", afirma el autor. El edificio tenía capacidad para 24.000 espectadores. Los gladiadores eran un auténtico fenómeno de masas. Algunos espectadores apoyaban a unos gladiadores y otros al grupo contrario. "Sería como los equipos de fútbol de hoy", dice Montoya. Algunos combates terminaban con auténticas batallas campales entre los seguidores. Por ejemplo, en la Casa del Laberinto se encontró un grafito que narra algunos de los combates y que habla de Herenio: "Luchó con 18. Muerte". De todas formas, muy pocos morían. Así lo ha podido constatar el autor con la información que han ido localizando. "Si no, no habría sido un negocio rentable", señala Montoya.

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La mayoría de habitantes de Pompeya tuvieron tiempo de huir. Se estima que la erupción del volcán mató al 10% de la población de la zona. El resto sobrevivió. "En el 2017 se descubrieron cerca de la Puerta de Stabia los restos de la huida de sus habitantes. Sobre las capas de ceniza y barro había marcas de las ruedas de los carruajes y de las huellas de quienes iban a pie. En ese momento , una lluvia de cenizas y material volcánico ya había empezado a cubrir la ciudad y sus habitantes se apresuraban a abandonarla por las diferentes vías de acceso. No sabemos la identidad de muchos de los supervivientes ni a dónde fueron, pero sí destino de los más ricos. De todas formas, no pudo vivirse a 10 kilómetros del Vesubio durante al menos una generación", señala el arqueólogo.

Entonces Pompeya tenía una población de unos 30.000 habitantes, y la mayoría de los que murieron fue por el choque térmico, por asfixia o por traumatismo. "Murieron ricos y pobres, algunos pensaron que no pasaría nada y se resistían a abandonar su casa, otros no pudieron, como la familia de Julius Polibius, porque la hija estaba embarazada y no pudo moverse". La casa de Polibius es una de las más espectaculares y de las más estudiadas de Pompeya. En su interior se encontraron 13 esqueletos de la misma familia.