Teatro

"Anna Lizaran nos enseñó a jugar"

Josep Maria Mestres recupera 'Un matrimonio de Boston' con Emma Vilarasau, Marta Marco y Emma Arquillué

Barcelona"Es emocionante sentir que eres el eslabón de una cadena, que antes tuyo hubo gente y también habrá después; que formas parte de esto durante una época pero un día te irás y llegará gente nueva" , dice la actriz Emma Vilarasau en el vestíbulo de La Villarroel de Barcelona. A su lado, Marta Marco y Emma Arquillué se miran emocionadas, con cierta solemnidad. Saben que la ocasión lo merece. Casi veinte años después de estrenar Un matrimonio de Boston en el Espai Lliure, el director Josep Maria Mestres se ha propuesto hacer una nueva versión, que se podrá ver del 4 al 6 de octubre en el Teatre Municipal de Girona, dentro del festival Temporada Alta, y del 12 de octubre al 17 de noviembre en La Villarroel.

El teatro "tiene algo terrible, que es que desaparece, pero hay algunas obras que quedan en la memoria de un país, y está bien que se vuelvan a revisitar", dice el director del Temporada Alta, Salvador Sunyer . La respuesta entusiasta de los espectadores corrobora que el montaje original dejó huella en las casi 16.000 personas que lo vieron entre 2005 y 2006 en el Espai Lliure, entonces con un trío escénico formado por Vilarasau, Marco y Anna Lizaran, que murió en 2013. "Es la preventa más alta que hemos tenido nunca; antes de la primera función ya hemos vendido 10.000 entradas", explica la directora de La Villarroel, Tania Brenlle.

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"Para nosotros, ese montaje del 2005 fue un espacio de felicidad –dice Mestres–. Entonces yo estaba en un momento vital en el que ya intuía que el teatro debe hacerse desde un lugar lúdico, y esta obra me lo confirmó. La hemos repetido porque queríamos celebrar un legado y honrar a Anna [Lizaran], que era la reina de la comedia del país". Las demás actrices se añaden a glosar Lizaran: "Es alguien a quien nunca podremos olvidar", asegura Marco. "Anna nos enseñó a jugar", dice Vilarasau, que en este nuevo montaje llevará puesto el collar que Lizaran llevaba en el 2005. Sin embargo, han querido hacer "una producción totalmente nueva, sin ningún tipo de nostalgia" , según Maestros. "Los primeros días, cuando empezábamos los ensayos, me vendían los tonos de Anna, ya Marta le vendían los míos... Pero hemos intentado olvidarlos, levantar la obra desde cero, como si fuera la primera vez ", añade Vilarasau.

En el 2005 Vilarasau y Lizaran interpretaban a las dos protagonistas, una pareja lesbiana que pasa por un momento sentimental complicado, y Marco asumía el rol de la criada de orígenes escoceses. En este nuevo montaje, en cambio, cada actriz pasa el testimonio a su análoga más joven: Vilarasau se convierte en Anna, Marco pasa a ser Claire y Arquillué sustituye a Marco en el rol de la criada. "Vi Un matrimonio de Boston cuando tenía diez años y, aunque no recordaba prácticamente nada, sé que me causó un impacto muy fuerte", explica Arquillué, que está "muy agradecida de recibir ese legado". "Esperamos que dentro de un tiempo, mucho de tiempo, podáis volver a hacerlo, cambiando los papeles de nuevo", añade Sunyer.

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Una pareja lésbica en el siglo XIX

En Un matrimonio de Boston, el dramaturgo David Mamet retrata "cómo se deshace una relación y cómo quizá se recompone", según Mestres, quien cree que "por eso mismo es una obra muy luminosa". "La podríamos resumir como una historia de amor, sexo y poder, pero también de complicidad y amistad", añade el director. Aunque el título de la obra pueda resultar engañoso, Un matrimonio de Boston no ocurre en Estados Unidos sino en Reino Unido, seguramente en Londres. "La expresión «matrimonio de Boston» designaba a una pareja de mujeres que decidían vivir solas, sin apoyo masculino, no necesariamente siendo lesbianas, aunque a menudo sí que era así", explica Mestres, quien recuerda que "era una designación un poco socarrona, con un punto de desprecio".

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A juicio del director, "el hecho de coger a una pareja de lesbianas y colocarlas a finales del siglo XIX, en una sociedad retrógrada, machista y patriarcal, provoca una situación absolutamente hilarante". Sin embargo, cree que "a Mamet le interesa ir más allá, porque no se trata de hablar de una relación de dos mujeres, sino de las relaciones de amor en general". Vilarasau no está del todo de acuerdo: "Si fuera una relación heterosexual, esta obra no podría funcionar. Aunque tienen una disputa ingeniosa, manipuladora, maquiavélica, entre estas dos mujeres hay mucho amor. Ahora existe el poliamor, en aquella época no existía... Pero al final las protagonistas llegan a una conclusión de que, por una cuestión de posesión, sería difícil en una pareja heterosexual: «Vive como quieras, desea quien quieras, haz el amor con quien te dé la gana, pero no te vayas»".

"Cuando hicimos la obra por primera vez, todavía no había habido la segunda ola del feminismo, el movimiento LGBT, y por tanto ahora resonará de otra manera en la oreja de los espectadores", añade Vilarasau, que cree que es "un texto muy bueno, que se actualiza solo". Mamet escribió la obra pensando ya desde el principio en tres actrices con las que quería trabajar, una de ellas su esposa. Por eso, "es un texto que nada tiene que ver con el resto de su producción, caracterizada por los personajes masculinos", según Mestres. "Es la única obra de Mamet en la que no sale ningún hombre, pero aquí los hombres quedan retratados", añade irónicamente Joan Sellent, que firma la traducción al catalán del texto. "Mamet juega a ser Oscar Wilde y Henry James, y sale adelante sin dejar de ser él mismo, sin perder el lenguaje rítmico que inventó ni unas frases que son casi como dardos", añade Mestres.