Teatro

Emma Arquillué: "Por suerte, mi padre siempre me ha dicho: «No pienso darte trabajo»"

Actriz. Actúa en 'Casa Calores' en la Sala Beckett

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La actriz Emma Arquillué en la Sala Beckett.

BarcelonaCon cuatro años, Emma Arquillué (Terrassa, 1995) ya no se perdía ni un estreno de su padre, el actor Pedro Arquillué. "Vi unos espectáculos que ahora fliparía", dice la actriz. Desde que en 2022 recibió el premio Butaca a mejor actriz revelación por el Romeo y Julieta de La Brutal, es uno de los nombres emergentes que suenan más en los teatros catalanes. Del 10 de abril al 19 de mayo, presenta Casa Calores, del dramaturgo Pere Riera, en la Sala Beckett con Rosa Renom, Jordi Boixaderas, Eudald Font, Júlia Bonjoch y Arnau Comas. Además, es una de las fundadoras de la compañía de teatro La Bella Otero, que del 10 de junio al 7 de julio traerá A fuego en La Villarroel.

Casa Calores retrata la evolución de cuatro amigos desde la adolescencia hasta que se acerca a los 30 años. ¿Es inevitable que su relación cambie?

— A sus 15 años tienen una amistad muy intensa. Con 22 ya han terminado la carrera, pero todavía son muy amigos. Y con 29 todos se dispersaron. Esta obra me ha hecho pensar en mis amistades de toda la vida desde un sitio diferente. La amistad de los 15 años no estará nunca más. La vida se complica y las amistades cuestan mantener.

Pero dicen que los amigos de la infancia son...

— No sé... La generación de mis padres sí se encuentran de vez en cuando con los amigos de toda la vida. Yo mantengo un vínculo muy fuerte con mis amistades del pueblo. Al final nos conocemos desde los 3 años. Pero es evidente que cada uno ha tomado su camino, vivimos en universos completamente distintos. Uno ha tirado hacia maestro, el otro hacia ingeniería química, yo hacia actriz. La base de nuestra amistad es muy diferente a las que hemos forjado más adelante, pero al mismo tiempo hay algo que se ha desencajado.

Pere Riera ha ambientado la obra en un pueblo de costa durante tres veranos entre 1989 y 2003. ¿Es una propuesta costumbrista?

— Sí, de entrada, Casa Calores tiene un ritmo muy tranquilo, es una historia aparentemente sencilla. Son estampas de vida, olores y recuerdos. Pero, en el fondo, la tesis de la obra es esa cosa tan característica de los pueblos, que todo el mundo se conoce y sabe todo de los vecinos. En las ciudades ocurre, sobre todo en ciertos sectores, pero es algo muy pueblo. En los pueblos todo pasa por debajo de tierra.

¿En qué sentido?

— Yo soy de Matadepera de toda la vida, viví hasta los 18 años, y conozco bien el ambiente de pueblo. Por ejemplo, yo sé que la madre de una amiga mía tiene ciertos problemas, pero no hablo con mi amiga, y lo sabe todo el pueblo, pero a ella nadie se lo dice. Y al cabo de un tiempo me van a contar según qué y diré "Ah, yo ya lo sabía". Yo sé cosas de mis amigas más íntimas que nunca he hablado con ellas. Y quizá dentro de diez años le diré a una amiga "¿Sabes?, cuando teníamos 15 años pasó esto...". Y ella me dirá "¿Pero por qué me lo cuentas ahora que tenemos 35?" A los personajes de la obra les ocurre constantemente. Pedro lo ha plasmado muy bien.

¿Por qué nos atraen los chismes?

— Somos morbosos por naturaleza. Al final, ¿las telenovelas de los mediodías de qué van? De los enredos entre familias y amigos. Nos atrapan las historias sobre otra gente. En los pueblos es inevitable que algún día seas tú quien salga escaldado. Hoy le toca tal, mañana a ese otro, algún día te debe tocar a ti.

Actuaste en la serie Como si fuera ayer, de 3Cat.

— Sí, a veces leía los guiones y pensaba "Va, hombre, va". Pero entonces te enteras de cosas de la vida y ves que la realidad supera a la ficción. Cuanto mayor te haces, más claro lo ves.

¿Ir a vivir a una ciudad grande puede ser liberador?

— No sé, porque el pueblo tiene algo que engancha. Ahora vivo en Barcelona y estoy muy bien, pero voy a la frutería y no sé cómo se llama la frutera. En el pueblo sabía quién era todo el mundo. La carnicera era la madre de una amiga con la que había ido a la escuela, y eso con todo. Tengo algo de nostalgia de estas cosas tan de pueblo.

Emma Arquillué en la Sala Beckett.

¿Crees que Casa Calores puede conectarse con el público joven?

— Cuando ensayábamos, pensábamos que quizás era para otra generación. A veces los jóvenes pecamos de juzgar ciertas formas artísticas aparentemente sencillas, que nos parecen de "tarde de domingo". Queremos cambiar el panorama, queremos tener cosas que decir, queremos trabajar de una forma moderna, contemporánea, performativa. Pero el otro día hicimos una primera función ante muchos jóvenes y se emocionaron mucho, entraron enseguida.

¿Da impresión trabajar con actores de la talla de Jordi Boixaderas y Rosa Renom?

— ¡No, al contrario! Es un aprendizaje máximo. Cuando hice Romeo y Julieta, tuve mucha relación con elAnna Barrachina porque me hacía de nodriza. Compartíamos muchas escenas y fue espectacular, aprendí un montón con ella. El teatro une a generaciones, y eso es una gran cosa. Es brutal trabajar con gente que ha hecho de actor toda la vida: ves cómo encaran los textos, cómo trabajan los nervios, cómo tienen también sus inseguridades... Porque a veces, a mayor experiencia, mayor presión e inseguridades.

¿Tú empezaste a hacer de actriz cuando eras adolescente, verdad?

— Como mi padre es actor, desde pequeña normalicé enseguida el ir al teatro, incluirlo en mi vida. Y poco a poco me enamoré del escenario. Quería estar ahí encima. Mis padres lo respetaron, pero no querían que empezara a trabajar de muy joven, porque creían que antes debía estudiar. Les estoy muy agradecida, porque con 10 años no ves las cosas igual que con 18. A su vez, me animaron a ir probando el trabajo para saber si realmente me gustaba. Con 17 años, mientras hacía la selectividad, formé parte del Cyrano de Bergerac de Oriol Broggi, en el que también actuaba mi padre. Viví todo el proceso de ensayar y estar seis semanas en cartel. Salí aún más convencida de que quería dedicarme a esto.

¿Ser la hija de un actor tan reconocido te ha allanado el camino?

— Estoy teniendo una aproximación al sector muy similar a la de cualquier actor de mi edad: me he formado, he empezado a hacer cosas con mi compañía, he hecho castings... Es verdad que he tenido acceso al sector desde mucho pequeña. Pero, por otra parte, he notado la presión de demostrar que soy hija de tal. Si eres la hija de Arquillué, parece que el nivel interpretativo debe ser elevadísimo. Y en algunos casos directamente no me han tenido en cuenta por ser quien era. Por suerte, mi padre siempre me ha dicho "No pienso dar trabajo, no pienso decir a nadie que coja a mi niña". Gracias a esto, estoy muy tranquila con el trabajo que he hecho, porque sé que si me han dado un papel es porque han creído que tenía que hacerlo. Noto que he luchado igual que los demás actores de mi edad, pero quizás el enfoque de la lucha ha sido otro. El trabajo debes hacerlo igualmente, no te regalan nada. Ponte delante del público a hacer de Julieta. Si no actúas bien, a la gente le será igual que seas la hija de tal o cual.

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