Teatro

Un 'Romeo y Julieta' para los fans de 'Sex education'

David Selvas dirige una versión actualizada del clásico en el Poliorama

3 min
Emma Arquillué y Nil Cardoner son 'Romeu y Julieta'

BarcelonaNo hay espadas, pero tampoco smartphones . El director David Selvas se ha propuesto renovar Romeo y Julieta para acercarlo al público joven, pero sin descolgarse de la letra del clásico de Shakespeare. La operación de actualización pasa por darle un nuevo aire estético –suena Billie Eilish y trap, bailan como en un TikTok– y sobre todo una mirada que entierre el mito del amor romántico: "Romeo y Julieta no es una historia de amor que lleva al suicidio. Es una historia de amor interrumpida por una historia de violencia ancestral que acaba mal", aclara Joan Yago, que ha hecho la adaptación de la obra. "Su historia de amor es arriesgada porque puede hacer volar por los aires una sociedad feudal y su muerte pone en evidencia la podredumbre de la sociedad", dice Selvas. La violencia, el cambio de paradigma, el patriarcado y la lucha generacional son los aspectos que ya existen en el clásico y que en esta versión se ponen en primer plano. Es un Romeo y Julieta pensado para los espectadores de la generación Netflix, que ven Sex education y Élite: hay sexo, hay un Mercucio queer y las relaciones entre ellos siguen patrones modernos dignos de Heartstopper.

Guillem Balart como Mercucio

La Brutal produce el espectáculo, que estará dos meses en cartel en el Teatro Poliorama a partir del 10 de junio, volverá en otoño dos meses más –incluidas funciones escolares– y en 2023 hará gira. Y todo esto con un reparto de nuevo actores encabezados por los jóvenes enamorados Emma Arquillué y Nil Cardoner, acompañados por los veteranos Xavi Ricart, Anna Barrachina y Andrew Tarbet (en el papel de un nuevo hot priest que Selvas dice que puede levantar pasiones con sotana), y por los amigos Montesco y Capuleto que rozan los 25 años, pero tienen trayectoria: Guillem Balart (este año ha protagonizado un Hamlet), Adrian Grösser y Albert Baró (ex-Merlins) y Pau Escobar. Por eso Selvas señala "el peligro" de una propuesta privada de tanta envergadura, junto a la "ilusión" para convocar grandes públicos en el teatro, en un momento en el que está costando llenar plateas.

Las dos armas secretas con que cuenta son, por un lado, la nueva traducción de Yannick Garcia, que ha aceptado prescindir de algunos fragmentos rimados y del lenguaje más elevado en favor de la transparencia y la vivacidad de la palabra. Y, del otro, la adaptación de Joan Yago, que ha hecho "pequeñas operaciones" para actualizar el clásico de Shakespeare. Ha potenciado la velocidad de una obra, que ya está llena de acción, para que sea "imparable". Ha hecho evidente que se trata de una historia de amor, pero también de violencia entre clanes, entre generaciones, contra las mujeres. Y ha potenciado la comedia "brillante, viva, etílica, es un canto a la noche y la fiesta", dice el autor. La escenografía es más austera y fácil de desmontar, pero está "llena de sorpresas" imaginativas, asegura Selvas.

Un 'thriller' generacional

Una de las preguntas que se plantearon es si había que matar a Julieta en pleno siglo XXI. "Es un Romeo y Julieta que crees todo el rato que esta vez acabará bien", avisa Yago. Si la primera parte es una fiesta, la siguiente es un thriller. Pero ¿cómo serían Romeo y Julieta hoy? Emma Arquillué asegura que tiene mucho de su personaje, por ejemplo, con el conflicto con su propio apellido (es hija de Pere Arquillué). "Julieta no entiende por qué las cosas son cómo son y las quiere hacer a su manera. Los jóvenes también podemos dejar nuestra huella", dice. Cardoner explica que la velocidad a la que van los dos amantes –que en cuatro días se conocen, se casan y se matan– tiene que ver con cierto impulso adolescente aunque no sea literal. De hecho, según Garcia, se calcula que, si el tiempo que comparten Romeo y Julieta fuera real, y no teatral, habrían coincidido seis horas en toda su vida.

"Comparten, sobre todo, las ganas de cambiar el mundo. Como harían el hijos de Putin y de Zelenski en el caso de que se enamoraran", apunta Selvas, para recordar el estado de naufragio que vive el mundo. "Cuando nos preguntamos por qué tenemos que volver a hacer Romeo y Julieta, o por qué no ha pasado de moda, es evidente: es que no nos hemos curado del odio. Y se tiene que seguir haciendo hasta que ya no pase", defiende Joan Yago.

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