Artes escénicas

"La bofetada que le jodió mi padre a mi madre ha sido mi motor creativo"

Franck Chartier, de la compañía Peeping Tom, dirige al TNC una reflexión sobre los sacrificios que comporta el oficio de artista

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'S 62º 58', W 60º 39

BarcelonaEn la isla Decepción, en el noroeste de la Antártida, aparece un barco atrapado entre el hielo. La tripulación se encuentra perdida en medio de la nada, sin comida y con un paisaje de fondo desolador. Es el punto de partida de S 62°58', W 60°39', el último espectáculo de la compañía belga Peeping Tom, que se estrenó en la Bienal de Danza de Lyon de 2023 y se podrá ver del 5 al 16 de junio en la Sala Grande del Teatro Nacional de Cataluña (TNC), uno de los coproductores de la obra. "Es una distopía que transmite cierta desesperanza –explica la directora del teatro, Carme Portaceli–. Me hizo pensar en Hannah Arendt, quien decía que, cuando la sociedad pierde la empatía, es el fin del mundo". La complicidad de la compañía con el TNC viene de lejos: en el 2020 presentaron Díptico, dos piezas sobre la crisis de una pareja, y en el 2022 trajo consigo Triptych, que también tomaba como metáfora un barco desorientado.

En esta ocasión, se sirven de la imagen del barco para reflexionar sobre los sacrificios que comporta el oficio de artista. "Cuando estamos de gira, muchos de nosotros pasamos semanas enteras sin la familia –dice Franck Chartier, uno de los directores artísticos de la compañía–. Durante todos estos años, como compañía, nos hemos divertido mucho pero también hemos tenido momentos complicados. La pregunta que nos hacemos es «¿Por qué lo sacrificamos todo por el teatro?» Este componente metateatral se intensifica sobre todo durante la segunda parte del espectáculo, en el que el decorado del barco desaparece y el escenario se convierte en una sala de ensayo donde los actores discuten sobre la vida y la profesión. "Es una obra de ficción al estilo Peeping Tom –explica Chartier–. Mientras ensayábamos, intentábamos empujar la obra hacia la ficción, pero siempre acabábamos hablando de nosotros".

Introspección colectiva

Por la temática del espectáculo, Chartier ha optado por "un grupo de actores un poco más grandes" que habitualmente, "con perspectiva vital suficiente para analizar sus errores del pasado". Como la mayoría de propuestas de la compañía, S 62°58', W 60°39' mantiene la danza y el cuerpo como ejes principales, pero en esta ocasión el texto cobra mayor importancia, precisamente para realizar un ejercicio de introspección colectiva. Durante los ensayos, los actores se dieron cuenta de que muchos de sus traumas tenían que ver con haber estado ausentes en momentos familiares complicados. "Un actor debía trabajar mientras su madre estaba ingresada en el hospital por violencia de género, otro no había podido asistir al parto de su hijo, otro debía oír los llantos de su hijo por teléfono", explica el director .

Franck Chartier y Carme Portaceli presentando el nuevo espectáculo de Peeping Tom en el Teatre Nacional de Catalunya

"Estos meses me ha venido mucho a la cabeza que mi padre le dio una bofetada a mi madre un día mientras cenábamos –dice Chartier–. Me quedó marcada, como un tatuaje, la violencia del hombre hacia la mujer. Creo que la bofetada que le jodió mi padre a mi madre ha sido mi motor creativo". En S 62°58', W 60°39' aparece un niño maltratado que hace de espejo de sus propias vivencias infantiles. "Una parte de mí murió con la violencia psicológica de mi padre", explica el director. "El teatro nos permite hacer todos los papeles del auca y vengarnos un poco de la propia vida sin que exista un juicio al respecto", añade.

Así pues, el patriarcado y el rol de la mujer en el futuro son dos temas centrales del espectáculo. El hielo ártico de la isla Decepción es "un paralelismo del patriarcado, del hombre fuerte y guerrero", dice el director, quien reconoce que él habla desde la posición de "hombre blanco y privilegiado". "Un día, mi hijo de cuatro años me preguntó «Papá, ¿tú de qué sirves?»", explica Chartier. Y concluye: "Si Putin o Netanyahu fueran mujeres, probablemente no enviarían tropas a matar a niños. Creo que está bien el concepto de matar al padre. Si las mujeres gobernaran más el mundo, quizá habría un punto más de dulzura".

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