Crítica de teatro

El 'congreso' de La Calórica: una clase de historia a ritmo de vales

'Le congrès ne marche pas', en el Teatre Lliure, se alarga a pesar de la buena dirección de Israel Solà y la entrega de los intérpretes

2 min
Un momento de 'Le congres no marche no'
  • Teatre Lliure de Gràcia
  • 20 de septiembre de 2023

El congreso ne marche pas (el congreso no avanza, en francés) y mucho nos parece que la nueva propuesta de La Calòrica tampoco acaba de funcionar pese al éxito del estreno (se han ganado a pulso una legión de fans) y que hayan vendido todas las entradas de la temporada en el Lliure de Gràcia. El congreso del que habla la obra es el Congreso de Viena, que reunió a las grandes potencias europeas que habían derrotado a Napoleón para marcar las nuevas fronteras del continente y, sobre todo, para pactar una paz basada en el poder real de cada monarquía que evitara cualquier insurrección como la de 1789 en Francia. Erradicar, pues, los ánimos revolucionarios.

El congreso se prolongó desde septiembre de 1814 hasta junio de 1815. No hubo ninguna sesión plenaria, sólo reuniones bilaterales o trilaterales entre países, pero sobre todo se bailó, comió y folló todo lo posible. Dice Wikipedia que la incipiente opinión pública de la época pregonaba que “el congreso baila pero no avanza”. Algo parecido podría decirse de la nueva incursión de La Calórica en la historia tras el magnífico debut como compañía hace ya unos años con la tragicomedia grotesca Feísima enfermedad y muy triste muerte de la reina Isabel.

Y es que durante más de una hora de la hora y media de la función estamos esperando a que ocurra algo. Pero la introducción se alarga infinitamente mientras un narrador en off que ejerce de maestro o profesor informa a los espectadores de dónde estamos, de quién es quién y de qué buscan todos. En la escena, mucho movimiento, mucho baile y muchas copas de champán. Sólo las entradas del delegado español, que habla castellano (excelente Xavi Francés), levantan risas y despegan la función. Evitando desvelar el giro de la comedia en la parte final, diremos que el texto de Joan Yago intenta conectar el conservadurismo excluyente de aquellos momentos y aquellos personajes con otras exclusiones neoliberales muy recientes (oportunidad para lucirse de Roser Batalla hablando en inglés) haciendo buena la expresión "de aquellos polvos, estos lodos", una relación que nos parece forzada.

Sin embargo, cabe destacar la buena dirección de Israel Solà para vivificar la escena con algunas chispas de humor y, claro está, la entrega de los intérpretes al juego. Por otra parte, no nos queda claro el interés del uso del francés entre los asistentes al congreso por mucho que se aluda a razones históricas.

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