Hoy hablamos de
Crítica teatral

El frágil equilibrio de Jan Lawers

'Un sublime error' es una propuesta original en un teatro original

Gonzalo Cunill en 'Un sublime error'
28/11/2024
2 min
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Un sublime error Autor y director: Jan Lawers

  • Intérprete: Gonzalo Cunill
  • Teatro Heartbreak Hotel. Hasta el 15 de diciembre

La vida es un frágil equilibrio, como escribió Edward Albee. Y vivir es moverse alrededor de una mesa donde se levantan torres de vasos, cuencos y jarras de cristal con un deslumbrante brillo, como hace Gonzalo Cunill sin hacer demasiado quebradiza. Jan Lawers es el director de la célebre compañía belga Needcompany, de la que podemos recordar su histórico Isabella's Room (2004) y el más reciente Billy's Violence / Billy's Joy presentado en el último Festival Grec. Ahora Lawers ha regalado a Gonzalo Cunill un texto sobre la amistad, el amor y la muerte que toma el título de una reflexión de la actriz fetiche de Needcompany, Viviane de Muynck: toda la vida humana es una danza ritual alrededor del sublime error del deseo.

Hay seguramente algo de autorretrato poliédrico, como no podía ser de otra manera, y en lo que no necesariamente el autor se reconoce, a través de tres personajes que coinciden en el funeral de uno de ellos . Gonzalo es el muerto. Y quien habla. Un hombre tranquilo, optimista sin ser cínico, que ha hecho de la sonrisa un arma de defensa y vehículo de comunicación. Otro es Alex, el amigo permanente cabreado con toda la humanidad que destila un discurso entre el sermón indignado y la admonición del sabio. La tercera es Christine, una mujer que sabe observar y mira al mundo desde el pragmatismo.

En el texto de Lawers, aparecen las constantes de su teatro. Es decir la muerte, puesto que estamos en un velatorio; la belleza de un espacio escénico tan brillante como evocador y la violencia, en este caso en la furia verbal de Álex. Un texto que a nuestro entender funciona mejor cuando es llano y directo que cuando se adentra en filosofar sobre los males de la humanidad, pero que destila un humor tierno y eficaz. La dirección del propio autor es sorprendente y atrevida e implica directamente a los espectadores. Cunill navega dócilmente por los tres caracteres marcando las diferencias y estableciendo complicidad con el público. Su Gonzalo, que coincide con el fallecido y el actor que lo interpreta, es empático y juguetón. Una propuesta original en un teatro original.

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