Crítica de teatro

El Shakespeare más perfomático en el Teatre Lliure

En el díptico 'Billy's violence / Billy's joy' de la Needcompany de Jan Lauwers destaca el incansable trabajo de los intérpretes

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'Billy's joy', de la Needcompany.

BarcelonaBilly's Violence y Billy's Joy

  • Festival Griego. Teatro Libre. 30 de junio de 2024

Las obras de Shakespeare dan mucho juego. Y sin duda son un reclamo universal por las creaciones que se hacen y deshacen a partir o sobre aquellas. De la mirada de Victor Afung Lauwers, hijo de Jan Lauwers, fundador y director de Needcompany, sobre las tragedias del gran bardo cobijadas sobre el coloquial Billy's violence ya hablamos de ello a raíz de la presentación en el Teatre Nacional de Catalunya en julio del 2021 y dentro del Festival Grec. Lauwers y compañía han vuelto ahora al Grec con un programa doble que suma a esa experiencia performática una aún más performática sobre las comedias del escritor inglés, Billy's joy. O, mejor dicho, sobre chispas de sus obras.

Ya decíamos hace tres años que poco o mucho quedaba de la palabra de Shakespeare y de su poesía en la propuesta de Needcompany, ya que la intención era mostrar la violencia que anidaba en todas las tragedias con una serie de escenas que sólo conservaban del original las acciones violentas. La propuesta era entretenida, y sigue siéndolo, aunque la violencia del título se hace más notoria, y es más real, en las exigencias del director sobre los intérpretes que en el "argumento" de cada una de las diez escenas, por mucho que "Otelo arrastre a Desdémona por el pelo o que Porcia se corte las venas", que escribimos entonces. Y es que está en el incansable y exigente trabajo de los cuatro actores (Nao Albet, Gonzalo Cunill, Juan Navarro y el músico y compositor del espectáculo Maarten Seghers) y cuatro actrices (Grace Ellen Barkey, Martha Gardner, Romy Louise Lauwers y Meron Verbelen) donde radica lo mejor de la función. Intérpretes entregados al juego teatral como si estuvieran improvisando cuando todo está bastante fijado.

Tres cuartos de lo mismo cabe decir del Billy's joy. Bajo una estructura clásica de cinco actos a partir del Sueño de una noche de verano, la performance lo invade todo mientras desaparece cualquier argumento. Hay mucha danza, hay canciones, hay cocina en directo en un evento presidido por el hechicero Oberon. Pero de las comedias hay algo más que el título. No importa. Hay una energía poderosa. Hay humor y entrega y al final si en Billy's violence había un baño de sangre de factura Fura dels Baus, en Billy's joy hay una ducha comunitaria de todos desnudos de aires mucho de los años 60. Viva la alegría. (Grandes aplausos.)

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