Crítica de teatro

Una interesante 'Gavina' de aires feministas cierra el Temporada Alta

Jokūbas Brazys dirige una estimulante adaptación del clásico de Chéjov

La compañía de 'La gaviota'.
2 min
  • Autoría: Anton Chéjov
  • Traducción: Sigitas Parulskis
  • Dirección: Jokūbas Brazys

Oskaras Korsunovas es un viejo conocido del Temporada Alta, donde ha presentado diversas producciones, entre ellas una mirada sobre La gaviota de Chéjov a la edición de 2014. Jokūbas Brazys es un joven director lituano criado artísticamente en la compañía de Kursonovas que sigue los pasos del maestro, pero con la decidida voluntad de marcar territorio propio. Pero hace bien en hacerlo guardando buena parte de lo que el maestro proyectó a su versión del clásico. En La gaviota que ha llevado a Brazys al Temporada Alta este año hay, pues, una coincidencia absoluta en el objetivo (“representar a los clásicos como obras contemporáneas, convertirlos en una experiencia interpersonal más que en una digresión histórica”) y en las formas , que prescinden de cualquier envoltorio escenográfico e incluso rompen la cuarta pared dirigiéndose directamente a los espectadores. Un espacio vacío en negro y unas sillas de metal para construir mentalmente la finca, los campos, el lago... y un grupo de jóvenes actores y actrices en busca de la esencia de la obra para unos espectadores que la conozcan bueno, porque más importantes que el argumento son las reflexiones sobre el ser humano que se desprenden de él.

Brazys entona voz propia con un tratamiento escénico alejado de cualquier naturalismo y dominado por la furia y la violencia, acercándose a la tragedia punteada de sonoridades contemporáneas, sobre todo en un intenso primer acto. En esta Gaviota resuenan muy especialmente las primeras palabras de Kostia sobre la necesidad de encontrar nuevas formas en el arte. Un reclamo sobre los obstáculos de quienes eligen el camino de la creatividad que planea sobre toda la propuesta incluso por encima del dolor y los celos que anida en la mayoría de los personajes.

Resuena también un muy actual reclamo feminista. En La gaviota de Brazys hay más de una gaviota. Todas las mujeres son al fin gaviotas sitiadas por la estupidez del macho. Y el director lo deja bien claro en una discutible escena en la que el famoso escritor Trigorin viola físicamente a Nina y le destroza la vida. Al fin no es tan importante el suicidio de Trepliov como la marcha de Nina arrastrando el carro de sillas. Buen final para una propuesta interesante a pesar de su excesiva duración (cuatro horas) con un magnífico y entregado grupo de intérpretes. Una mirada ciertamente nueva sobre el gran clásico, muy adecuado para un festival como Temporada Alta.

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