Estreno teatral

Kathy Sey: “Cuando tenía cuatro años no quería ser negra”

La actriz y cantante protagoniza su primer monólogo en la sala Periferia Cimarronas

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Kathy Sey, actriz, fotografiada al escenario de Periferia Cimarronas

BarcelonaDe pequeña, Kathy Sey (Vic, 1991) veía a la actriz Vicenta N'Dongo en Tv3 y pensaba que quería ser como ella. "Recuerdo su imagen grabada en la cabeza y me dije: «¡Uau, es actriz!». Ahora me doy cuenta de que era el único referente que tenía de una mujer negra trabajando en la tele", explica Sey. La actriz y cantante creció en Els Hostalets de Balenyà en una casa llena de música, con una madre que cantaba a todas horas y un padre que se dedicaba a la música. Él es batería, percusionista y cantante y llegó a Catalunya impulsado por el arte: tenía un grupo en Ghana con el cual le salió una gira que le acabó llevando a Osona, donde se instaló con su familia. Al principio, Kathy Sey quería ser cantante y bailarina, pero enseguida probó también la interpretación. Su hermana gemela Yolanda formaba parte de un grupo de teatro de Centelles, y ella se sumó. "Entré de lleno y me gustó muchísimo, sobre todo la parte de teatro musical", dice la intérprete, que empezó a estudiar música con tres años.

Test rápido a Kathy Sey

Cuando eran adolescentes montaron –junto con su hermana Edna– The Sey Sisters, el grupo de música negra que las lanzaría a la fama. "Teníamos 15 o 16 años y ya estábamos trabajando profesionalmente. Fuimos dando conciertos y conciertos, de golpe todo se hizo más grande y empezamos a grabar discos. Entonces me di cuenta de que aquello iba en serio", subraya Sey. Después de aquel salto, las tres hermanas hicieron carrera en el mundo del teatro musical, participando en espectáculos como Els Jocs Florals de Canprosa (2018) y La tienda de los horrores (2019). Y ahora Kathy Sey se enfrenta a un proyecto en solitario que la lleva a un nuevo territorio. La actriz protagoniza Tituba. Bruixa, negra i ramera, su primer monólogo, del 21 al 31 de julio en la nueva sala barcelonesa Periferia Cimarronas, situada en el barrio de Sants.

"Es verdad que en el grupo está la comodidad y que hacer un proyecto sola no ha sido fácil. Pero siempre había tenido la necesidad de explorar hasta dónde podía llegar yo", explica la actriz. El espectáculo, que hará temporada en otoño en la misma sala, sigue la historia de una mujer negra esclavizada y condenada en los juicios de Salem. "Era la esclava negra del reverendo y quien llevó la brujería al pueblo de Salem. Es curioso que desapareciera justamente la historia de la única mujer negra que incitó todo aquello. Se pierde el rastro de Tituba, nadie sabe qué fue de ella", dice Sey. En el texto, la directora y dramaturga, Denise Duncan, imagina que esta mujer reaparece en el siglo XXI para pedir un juicio justo. "Es una obra que habla de la reparación, la justicia y las mujeres negras que se han borrado de la historia", añade la actriz.

Construirse desde los cánones caucásicos

La primera vez que Sey se dio cuenta de la existencia del racismo estaba en la escuela y alguien le gritó: "¡Negra!" "Fui a casa llorando. Tenía cuatro años y no quería ser negra. No quería que me trataran de una manera diferente, quería ser como los demás", explica la intérprete. Aquel insulto fue una toma de conciencia que le acompañaría el resto de su vida y le influiría a la hora de hacerse grande. "Todo el rato intentaba asemejarme al canon caucásico al máximo. Mi construcción ha sido desde aquí, desde la blanquitud. Hacía un sobreesfuerzo constante para gustar, encajar y ser aceptada. Cuando me he hecho mayor he entendido que todo eso era por la estructura racista", dice.

Kathy Sey durante un momento del espectáculo.

Ahora lo ve desde la lucha y la voluntad de cambio, pero lo continúa sufriendo. La polémica en 2018 porque un actor blanco interpretaba a un personaje negro en Àngels a América sirvió, dice, "para levantar la voz y conseguir que desde algunos lugares se intente cambiar la realidad, pero no es suficiente". El hecho de atribuir a las actrices negras siempre los papeles de las criadas o su ausencia en los papeles protagonistas de los espectáculos son solo dos ejemplos, explica, de la necesidad de remover las artes escénicas en Catalunya para que las oportunidades sean iguales para todas. "hace unos años una compañía buscaba una actriz que fuera cantante y mis representantes me propusieron a mí. La respuesta fue: «Si hubiese querido una actriz negra, lo habría dicho». Entonces yo no soy actriz, soy actriz negra, que es otra categoría", lamenta Sey.

Cuando salen papeles para intérpretes negros, añade, a menudo se cae en la instrumentalización: "Se hace solo para quedar bien, es un lavado de cara. Para cambiarlo es importante que haya directoras, dramaturgas y personas diversas desde la base. Si no, no es un cambio real". Para la actriz también es importante que esta voluntad de cambio atraviese toda la sociedad y se dejen de lado las acciones que son solo fachada. "Barcelona era un puerto esclavista, ha habido personas negras en Catalunya desde entonces. Es muy fácil echar pelotas fuera sin hacer una revisión y una reparación desde el propio país –subraya Sey–. En Catalunya hablas de racismo y la gente dice que no hay. La gente no es ni consciente de que la estructura de nuestro país es racista".

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